martes, 14 de agosto de 2018

Ciudad perdida

Venta, rifa y tráfico de plazas // Un líder multicolor // Erradicar el mal
Miguel Ángel Velázquez
P
ara Juan Ayala, dirigente de los trabajadores del gobierno de la ciudad, ir de una bandera hacia otra, brincar de los amarillos a los morados jurando a todos lealtad perruna, no es falta de integridad política ni de solidez intelectual, es, a final de cuentas, el sacrificio moral que un líder debe hacer por sus seguidores, ni duda cabe.
Y cuando ya no se cabe en un lugar o en otro, Juan, siempre sacrificado, busca ligarse a lo que su experiencia sustenta y se acerca al trampolín desde donde pueda dar el salto que beneficie a los agremiados al sindicato que encabeza –Juan dixit– y que ahora significará un gran dolor de cabeza para la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum.
Al engrosamiento de la nómina de trabajadores de la ciudad que se ha dado en los días recientes, tendrá que analizarse, y con mucho más cuidado, el trafique de plazas que se efectúa en casi todas las áreas de gobierno y los métodos que se utilizan para conseguirlas.
Un número importante de plazas, que suponen diferentes salarios, se rifan en las fiestas sindicales, es decir, son lugares que se regalan a quien ya tiene una plaza. En el momento en que ese lugar queda en manos del afortunado, la plaza entra a una especie de mercado negro donde puede ser vendida en cantidades muy fuertes, hasta 400 mil pesos, por un asiento en la burocracia citadina.
Si por alguna razón, por ejemplo, el precio, se hace imposible la venta, entonces se busca –casos frecuentes, nos dicen– que la plaza quede en manos de algún familiar. Cuando eso sucede no hay venta, sino un arreglo con quien va a obtener el beneficio.
Los arreglos varían, pero las condicionantes más socorridas son aquellas en que los que obtienen las plazas se comprometen con quienes se las entregan a retribuirles el favor entregándoles sus vales de despensa durante temporadas muy largas, años, se asegura.
Cada mes, los trabajadores de base del gobierno de la ciudad reciben 8 mil pesos mensuales, en promedio. Esos vales, que a final de cuentas es dinero, se trasladan al bolsillo de quienes en una rifa obtuvieron el número premiado.
Por donde se quiera ver el asunto es serio y en él debe intervenir el gobierno de José Ramón Amieva para impedir, cuando menos, que siga ocurriendo, y el próximo de Claudia Sheinbaum para erradicar el mal, aunque eso no le guste a Juan Ayala y al Movimiento Nacional por la Esperanza que dirige René Bejarano, quien, como ya sabemos, tiene ya muchos cargos de conciencia.
De pasadita
¿Cómo que la procu capitalina no recibió ninguna denuncia por los actos de violencia que hubo en los mítines de Morena en Coyoacán? Sabemos de sobra que el Tribunal Electoral de esta capital no es ni el más justo ni el más claro del mundo, y si además le dan argumentos, felices de la vida se quitan problemas de encima y se convierten en un organismo ciego y sordo que, de verdad, da vergüenza.
Pero qué decir de la procu. Según se nos había dicho, y hasta el propio jefe de Gobierno había expresado, el caso de las agresiones en Coyoacán estaba abierto y se analizaba, pero no, no es así. Aunque se tienen los datos y hasta hay personas detenidas por el asunto, la denuncia al parecer desapareció.
Terminar este gobierno con un golpe sobre la mesa de José Ramón Amieva para combatir la impunidad, o cuando menos para que se explique por qué la misteriosa desaparición, son tareas urgentes. El asunto es grave. ¡Que alguien ponga orden, por favor!

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