lunes, 17 de septiembre de 2018

Espacio de amenaza

Bernardo Bátiz V.
D
el primero de julio al primero de diciembre, cuando el presidente electo asumirá el cargo y tomará las riendas del poder formal, transcurren 153 días, periodo muy corto para la vida de una nación, sumamente largo, complicado y lleno de obstáculos para quien ganó las elecciones y debe conservar su alto nivel de aceptación popular, exponerse todos los días a la opinión pública, sortear obstáculos derivados de la mala administración anterior y otros más que le inventarán sus malquerientes.
Es el inicio de una etapa en la vida de la nación; no es una exageración ni una metáfora, es un quiebre histórico que puede desembocar en el bien para la mayoría de los mexicanos, a condición de que se eviten las arteras trampas que se encontrarán en el camino, las emboscadas y ataques de quienes piensan que sus intereses pueden ser dañados. Se ha tenido que explicar y demostrar que no habrá venganza, que será respetado el estado de derecho, que el nuevo gobierno no cometerá atropellos y que, por el contrario, como se prometió en campaña, se aplicará la ley con un claro sentido de justicia y pensando en que por el bien de todos, primero los pobres, pero recalcando el término todos.
El discurso del candidato y su partido tomó como bandera la cuarta transformación de México. La primera fue la Independencia; lamentablemente, desembocó en un efímero imperio que no pudo ni organizar al país ni conservarse; tres años después, el Constituyente nos salvó de la pulverización en varias pequeñas repúblicas con la oportuna Acta Constitutiva de la Federación Mexicana; fue la Providencia o la previsión de los diputados o ambos factores lo que atinó a salvarnos entonces de caer en las intrigas de las potencias amigas, y en lugar de varios pequeños estados inermes, logramos conservar la unidad a pesar de la perversidad de los agentes extranjeros y la ingenuidad de los gobernantes mexicanos; fue un gran paso adelante.
En la segunda transformación se derrotó al imperio de Maximiliano, la resistencia frente a la intervención francesa fue heroica, se restauró la república laica, federal y libre; otro gran paso, pero nuevamente, después de los gobiernos de Juárez y Lerdo de Tejada, el poder recayó en la larguísima dictadura de Porfirio Díaz.
La tercera transformación se inició con la revolución encabezada por Madero y, después de luchas cruentas, traiciones y titubeos, logramos la Constitución de 1917, la primera que reconoció, al lado de los individuales, los derechos sociales. Lamentablemente los objetivos que movieron al pueblo a tomar las armas, fueron pronto traicionados.
El sufragio efectivo y la no relección fueron hechos a un lado por Álvaro Obregón. el municipio libre quedó en promesa. La tierra y libertad, sólo una esperanza para los campesinos, y la reivindicación de los obreros no pasó de ser un puñado de buenas intenciones.
La realidad ha sido distinta a los ideales, las elecciones no han sido limpias, la compra del voto es práctica común y las llamadas reformas estructurales del gobierno actual dieron marcha atrás en campos tan críticos como los de la soberanía el derecho del trabajo y la educación.
Los primero pasos de la cuarta transformación son alentadores porque parten de una campaña intensa y popular. El triunfo del primero de julio fue inobjetable. La fiesta en el Zócalo y en todo el país,fue un gran respiro para el pueblo de México. La alegría, la risa, las lágrimas y las felicitaciones recíprocas se expresaron como hacia mucho que no se veía en nuestro país.
Al día siguiente empezó el trabajo y muy pronto reaparecieron los ini-cialmente agazapados enemigos del cambio que quieren conservar privilegios y prácticas injustas. La diferencia más alentadora entre esta cuarta transformación y las tres anteriores consiste en que ésta fue pacífica y democrática y las otras fueron violentas; también contamos hoy con la experiencia de las anteriores, la historia es una maestra exigente y severa. Si aprendimos la lección, el espacio amenazado que culmina el primero de diciembre podrá ser recorrido tranquilamente por el candidato ganador, por su partido y por el pueblo que lo respalda.
En esta etapa, quienes seguimos durante el proceso electoral a Andrés Manuel López Obrador y a Morena tenemos que ser muy cautos, muy valientes, nada crédulos y mantener las trincheras vigiladas; los opositores conservan los medios masivos de comunicación a su servicio, cuentan con muchos mercenarios en las redes sociales y no descansarán para criticar todo, lo mismo lo que se diga que lo que no se diga, lo que se haga o lo que no. Redes sociales, centros de estudio y comités del partido deben mantenerse alerta, organizados, contestar con prudencia y sin odio todos los ataques, también condenar los errores que se puedan cometer, pero fraternalmente, sin hacer el juego a los contrarios, y señalando faltas para que se corrijan, pero alentando a quienes generosamente han asumido responsabilidades.

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