viernes, 2 de febrero de 2018

Ley de Biodiversidad y pueblos indígenas

Adelita San Vicente Tello*
E
ste primero de febrero se inició el último periodo ordinario del Congreso, la mayoría de los legisladores terminan su cargo sin que tengamos conocimiento de las tareas desempeñadas en favor de la población que los llevó ahí. Sin embargo, ahora tienen la oportunidad, antes de retirarse a otras funciones, de mostrar un compromiso con los pueblos indígenas, quienes entre muchos otras cosas, han preservado y reproducido la diversidad biocultural de la cual día a día nos beneficiamos en múltiples expresiones.
Nada más cercano que la multivariada comida que disfrutamos cotidianamente y que hoy es motivo de orgullo nacional, la cual tiene su origen en esa diversidad de especies que se obtiene del campo, particularmente por los pueblos indígenas y las familias campesinas. Asimismo, un gran número de medicamentos y remedios herbolarios que usamos tienen su origen en las plantas que han cuidado y conocen los pueblos indígenas, por ejemplo, estos pueblos fueron quienes usaban el barbasco, planta que crecía en selvas de Veracruz y que fue durante muchos años la fuente para sintetizar los primeros anticonceptivos usados en el mercado. O bien los productos de belleza elaborados con diversos vegetales y que hoy se multiplican en el mercado.
Esta riqueza se ha puesto a disposición del mercado mundial con una ley propuesta por una legisladora empresaria, Ninfa Salinas, senadora del Partido Verde Ecologista de México, que la presentó con el supuesto objetivo de implementar el Protocolo de Nagoya. Esta legislación se aprobó al vapor en la Cámara de Senadores, de manera dolosa y subrepticia, aprovechando la alarma, rechazo y confusión provocados por la Ley de Seguridad Interna, como lo señaló Iván Restrepo en días pasados en este espacio.
La ahora minuta de la Ley de Biodiversidad (MLGB) contraviene, en primera instancia, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, particularmente el artículo segundo, que señala el principio de libre determinación y los derechos constitucionales de los pueblos indígenas y comunidades equiparables en un Estado pluricultural, entre otros, el derecho a conservar sus territorios y a ser consultados sobre el destino de los mismos. También pasa por alto los acuerdos internacionales de derechos humanos, particularmente la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT.
Lejos de ampliar o reforzar la protección y conservación de la diversidad biológica y la riqueza biocultural asociada, esta ley es profundamente destructiva de los recursos naturales del país, ya que presenta un marco legal lleno de incongruencias, que entran en contradicción con los principios del Convenio de Diversidad Biológica. Por ejemplo: regula los derechos de propiedad intelectual, las concesiones de minería a cielo abierto en áreas naturales protegidas, fomenta plantaciones de palma africana, otorga permisos para nuevos megaproyectos turísticos en zonas de alta fragilidad.
Legislaciones de esta envergadura deben discutirse amplia y democráticamente, como estipulan acuerdos internacionales signados y ratificados por México. Es momento que las y los diputados de la LXIII Legislatura se comprometan con los pueblos indígenas y con la sociedad en general. Apelamos a que los coordinadores parlamentarios: Marko Antonio Cortés, PAN; César Camacho, PRI; Francisco Martínez, PRD; Jesús Sesma, Partido Verde; Rocío Nahle, Morena; Macedonio Tamez, Movimiento Ciudadano; Luis Valles, Nueva Alianza, y Alejandro González, Encuentro Social; integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara amplíen el turno para la elaboración del dictamen de esta minuta a la Comisión de Asuntos Indígenas. De igual manera, esperamos que alguno de las y los 27 diputados que integran esta Comisión encabezada por el diputado Cándido Coheto asuman su responsabilidad y soliciten que esta minuta sea revisada prioritariamente por la comisión en la que se desempeñan.
De esta manera se empezará a incluir en este debate a los pueblos indígenas y se hará un poco de justicia a quienes han preservado y domesticado la biodiversidad como un bien común y la han puesto a disposición de la humanidad.
*Directora de Semillas de Vida

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