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sábado, 12 de marzo de 2011
México SA
Alegraos: hoy, otro gasolinazo
Nueva refinería (pero en EU)
¿Y la Bicentenario? En el discurso
Carlos Fernández-Vega
Gasolinera en la ciudad de México. Los precios de alimentos y combustibles continúan en aumento. Hoy la Magna sube a 9 pesos y la Premium a 10.22 Foto José Antonio López
Alegraos, mexicanos agachones, que hoy se hace efectivo el tercer gasolinazo del año en el único país del planeta en el que el incremento a los precios de los combustibles “no provoca inflación”, de acuerdo con la siempre bien documentada y alegre opinión del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien de plano ya no se toma la molestia de informar públicamente sobre estos “deslizamientos” de precios. Esta tarea se la ha dejado a los empresarios del ramo, quienes detallan que a partir de esta mañana los consumidores se encontrará con la novedad de que el litro de Magna costará al público 9 pesos; el de Premium 10.22 pesos y el de diesel 9.36 pesos. En lo que va del calderonato (“para vivir mejor”), la inflación (oficial) acumulada es de 19.93 por ciento, pero los precios de los citados combustibles se han incrementado, en igual periodo, 33 por ciento (Magna), 23 por ciento (Premium) y 63.35 por ciento (diesel). De seguir así, adquieran unos tenis y olvídense del coche.
Cómo olvidar aquella advertencia del inquilino de Los Pinos (18 de marzo de 2008): “siendo un país petrolero importamos 40 por ciento de nuestras gasolinas… Es urgente tomar acciones para reducir esta creciente dependencia. Es por ello, que en este momento giro instrucciones a la Secretaría de Energía y al director general de Pemex para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional (…) con el fin de disminuir nuestra dependencia. Iniciar los trabajos que nos permitan contar en el futuro cercano con esta nueva refinería, es una buena manera de celebrar el 70 aniversario de la expropiación petrolera”.
Tres años después, la urgencia, la profunda preocupación del susodicho y el decidido esfuerzo gubernamental para reducir la dependencia externa en materia de combustibles se corrobora, al conocerse que a estas alturas apenas si han licitado la construcción de la barda perimetral de lo que algún día, si es que llega, se convertirá en la refinería Bicentenario, en Tula, de la que aún no se ha puesto un solo tornillo. Ello, sin embargo, no arredra al director general de Petróleos Mexicanos, Juan José Suárez Coppel, quien, para demostrar que va en serio la construcción de tal planta en el estado de Hidalgo, recién anunció a medios de comunicación del vecino del norte que la paraestatal “tiene interés en comprar una refinería de gran capacidad en suelo estadunidense, y la operación será cerrada este mismo año (porque) es estratégica y nuestro plan es continuar adelante con ella de manera independiente a como se comporten los precios del petróleo” (El Universal). De hecho, la todavía empresa del Estado, “está en posibilidades de hacer más de una adquisición en la industria de la refinación petrolera” de Estados Unidos, según el director de la empresa (todavía) del Estado.
La importación de combustibles ha crecido a la par que el desparpajo de los funcionarios y el desperdicio de los excedentes petroleros. Treinta y dos años sin construir una sola refinería en el país, a pesar del constante aumento del parque vehicular y, por ende, el consumo de gasolinas y diesel. Gobierno tras gobierno (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón) se ha dejado “para más adelante” la decisión de entrarle a la construcción de una refinería que aminore la terrible cuan creciente dependencia externa en esta materia. A cambio, parches y más parches en la desvencijada infraestructura mexicana de refinación (las “más joven” data de 1979), “remodelaciones”, “actualizaciones” y “modernizaciones” que nunca acaban en las plantas existentes y discursos, muchos discursos (como el citado del 18 de marzo de 2008), mientras la realidad avanza a paso inexorable.
De acuerdo con información de la Sener, en 2010 se importaron casi dos de cada tres litros de gasolina consumidos en el país, “debido a la insuficiencia en la producción del Sistema Nacional de Refinación y a la creciente demanda interna. Entre enero y diciembre del año pasado, mientras las refinerías operadas por Petróleos Mexicanos registraron un desplome conjunto de la producción de 21 por ciento, el volumen de importaciones de gasolinas automotrices Magna y Premium prácticamente se duplicó, al crecer 98.3 por ciento”.
Para el proyecto de la Refinería Bicentenario, el gobierno calderonista embaucó a todos; después de jaloneos entre varios gobernadores, el ganador de la rifa del tigre fue el gobierno de Hidalgo, quien se endeudó hasta la coronilla para adquirir los terrenos en los que se construiría la nueva planta, la cual no cuenta con presupuesto. Tres años después, ni un tornillo se ha puesto, ni se ha generado uno sólo de los puesto de trabajo prometidos, mientras el director general de Pemex anuncia en Estados Unidos que el gobierno mexicano comprará cuando menos una refinería en aquel país, para lo cual, todo indica, sí hay presupuesto e interés por generar empleo, pero allende nuestras fronteras.
Cinco sexenios al hilo apostándole a la privatización de Pemex, con “inversiones” sólo para el mantenimiento de las instalaciones (en el mejor de los casos), desclasificando la producción de petroquímicos (léase privatizando), sin construir una sola refinería en 32 años, y recurriendo a la cada vez más onerosa maquila externa, pero se quejan del constante aumento en los volúmenes de importación de gasolinas. Entonces, si el llamado “proyecto del sexenio” en tiempos de Vicente Fox (la construcción de un nuevo aeropuerto) fue un sonado fracaso político-administrativo, el “proyecto del sexenio” calderonista, la refinería del Bicentenario, resulta ser una verdadera tomadura de pelo.
Pero no os preocupéis, mexicanos silenciosos, que al final de cuentas todo lo aguantan, de nada se quejan. A pagar, pues, el nuevo gasolinazo.
Las rebanadas del pastel
Muy contento está el senador Beltrones por la “aceptación” empresarial que ha tenido su gata fiscal revolcada, es decir, su “nueva” propuesta de IVA parejo, más reducción de ISR. Según él, los alimentos que seguirán sujetos a tasa cero serían: “animales y vegetales que no estén industrializados, carne en estado natural; tortillas, masa, harina y pan, sean de maíz o trigo; pastas secas; leche natural y huevo, cualquiera que sea su presentación; azúcar, mascabado y piloncillo; sal; aceite comestible; y atún y sardinas enlatadas”. Es de suponer que los “alimentos” chatarra dejarían de estar exentos, lo que no es despreciable, pero en su propuesta no queda claro si las medicinas y la educación quedarían a salvo de los colmillos del SAT. ¿Será?
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