Andrés Barreda*
D
esde hace poco más de 30 años México ha sido disciplinado para que todo en él se mueva dentro de dos esferas de realidad separadas, intocables entre sí.
El México descampesinizado o indígena, sin un mercado interno sano, desempleado y lleno de trabajo informal, emigrante, ambientalmente devastado y de consumidores indefensos. El México de las mujeres abusadas, violadas, discriminadas y asesinadas masivamente. El México empobrecido y extorsionado por la alta clase político-empresarial, así como por el crimen organizado y uniformado. El México engañado por los poderosos, marginado y reprimido cada vez que protesta, que es secuestrado, asesinado, masacrado y criminalizado, linchado por los medios, difamado y sin voz, defraudado electoralmente, indignado y colérico, cada vez con menos derechos constitucionales y aterrorizado por la barbarie y destrucción de sus comunidades.
Junto a ese México existe otro supuestamente emprendedor y
triunfador, minoritario, arrogante y racista, que vive en el éter de la Inversión Extranjera Directa. Es un México of shore que especula y recibe inversiones en sus parques industriales, ranchos de agroexportación y esclavitud o en mega centros comerciales y turísticos. Todos paraísos de desregulación del trabajo, el medio ambiente y el consumo, de los privilegios y la corrupción, que comete todo tipo de crímenes y acuerdos secretos entre narcos y autoridades. En él sólo se habla de teoría económica o de gobernanza cuando suben las protestas o las recomendaciones de los organismos internacionales de derechos humanos. Es el México que recibe a Donald Trump de rodillas para suplicarle mantenga en pie el TLCAN. Es el México que le ha declarado la guerra a lo que aún resta de la educación pública.
Lo normal es que estos dos Méxicos no se toquen entre sí. Cuando la red de autoridades y criminales que masacran a los estudiantes de Ayotzinapa se mantiene impávida mientras la gente se moviliza y protesta como nunca. Las organizaciones de los derechos humanos, incluso la CIDH, exigen justicia pero los poderosos en su impunidad le recomiendan a los padres de los asesinados superar su trauma. Crueles y cínicos saben que gracias a ello afluyen más inversiones externas.
Por ello se encienden cuando el pueblo organizado aprende a tocar sus más profundos intereses. ¿Cómo?… si en los centros altamente automatizados donde se valoriza el valor rara vez algo escapa fuera de su control.
Desde hace un par de años la movilización magisterial de Michoacán ha parado en varias ocasiones los trenes del corredor industrial Lázaro Cárdenas-Nuevo Laredo e interrumpido momentáneamente el intenso flujo de contenedores intermodales. No son la única organización social que lo hace en el país y entre enero y febrero de este año han actuado de forma intermitente en Morelia, Pátzcuaro, Yurécuaro, Calzonzin, Uruapan, Maravatío, Múgica y Lázaro Cárdenas. Las autoridades detuvieron y golpearon a numerosos maestros, pero no lograron restablecer los flujos de sus fábricas just in time.
El corredor Lázaro Cárdenas-Nuevo Laredo (mancuerna del corredor carretero Manzanillo-Nuevo Laredo) fue concesionado desde 1996 a la firma Kansas City Southern. Es uno de los flujos intermodales más importantes de Norteamérica, por la excepcional profundidad del puerto Lázaro Cárdenas que ofrece una alta capacidad para recibir buques de cargas descomunales. Esta ruta se ha convertido en la puerta de entrada y salida no sólo de la industria del estado de México, de todo el Bajío ensamblador, maquilador y exportador automotriz, de Saltillo también automotriz y de Monterrey, sino también del mismo estado de Texas. Ferromex, hace uso de las vías para transportar mercancías hacia sus propias redes en el centro de México.
Estos ferrocarriles fueron privatizados y desnacionalizados en 1996 con la complicidad del sindicato ferrocarrilero. Los compradores exigieron que las infraestructuras sirvieran sólo para trasladar minerales, automóviles, conteiners(y veladamente transmigrantes), no para el traslado de pasajeros. El líder ferrocarrilero Víctor Flores –pasando por encima de los derechos constitucionales– se ufana de que en su sindicato él abolió para siempre el derecho a la huelga.
Las dos empresas ferrocarrileras mencionadas, siete grandes armadoras automotrices (General Motors, Ford, Honda, Fiat Chrysler, KIA, VW y otra más), las maquiladoras del Bajío y otras del estado de México y la región de Atlacomulco, se vieron afectadas por las movilizaciones magisteriales con paros industriales, retrasos y perdidas en sus fábricas globales. Todos son negocios que a finales de 2017 estaban a la alza.
Los maestros, el sindicato minero de Lázaro Cárdenas y los habitantes de la región buscaban pago de salarios y bonos del magisterio de 2017, visibilizar la precareidad y exclusión que viven las comunidades, así como obligar a las autoridades a que los escuchen y se sienten a negociar con ellos.
El magisterio busca una negociación política real, como todas las organizaciones sociales marginadas que bloquean calles y carreteras en el país. Las protestas llegan en el momento de la restructuración del TLCAN. El corredor ferroviario podría ser un punto importante de la negociación. Cederle a Trump en ese regateo más del salario de los mexicanos o del medio ambiente no es nada; cederle a las empresas americanas nuevas tajadas de sus propias ganancias… podría ser posible. Pero embarcados como estamos en la empresa histórica de americanizarnos con socios que deprecian racistamente no a las élites nacionales sino al pueblo de México, concederle al país que dicha pesadilla está agrietada, eso sí resulta inaceptable. De ahí la saña con que reprimen a los maestros y atacan a quienes piensan diferente a ellos.
* Facultad de Economía, UNAM
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