jueves, 10 de noviembre de 2022

Ciudad perdida

 

La extrema derecha neonazi en la CDMX // Falsa defensa del INE // Pocas posibilidades opositoras

H

oy es más obvio que nunca: México, y en especial su ciudad capital, son blanco de un proyecto de las fuerzas de derecha, desde los desvencijados panistas hasta los ultraneonazis, sin olvidar a los X, que con la bandera de una democracia –a la que ellos aplastaron–, pretenden descarrilar un proyecto que equilibre socialmente a uno de los países más desiguales del mundo.

Hoy tomaron como bandera al Instituto Nacional Electoral porque el supuesto era la popularidad del organismo entre los habitantes del país, aunque sabían de cierto que la gente estaba cansada de comparar sus necesidades siempre insatisfechas con los salarios extraordinarios que reciben quienes encabezan ese órgano.

Eso está claro. No nos engañemos. Ni los X, ni los panistas ni los dueños de los organismos autónomos pretenden defender al INE, lo que quieren es derrotar la opción de gobierno encaminada a lograr una mejor distribución de los recursos que aporta la gente; para muestra, basta recordar que cuando se trató de debilitar y desprestigiar lo político eran ellos los que hablaban de lo que se llevaban los consejeros y de lo caro que resultaba nuestra democracia.

Ahora dicen defender lo aborrecido y usan aquello de las libertades, que nunca respetaron, y de la democracia que les lastima porque los pone en riesgo de perder el poder, es decir, la posibilidad de manejar para su cuenta en el banco los negocios proyectados por el gobierno, principalmente a los que llenan de corrupción, pero que defienden porque los convierten en el escudo que requieren para reciclar las formas de la injusticia.

Hoy es evidente que se ha diseñado una estrategia desde la más peligrosa de las derechas para regresar al poder. Sin un proyecto de país que pudiera ser una alternativa creíble y exitosa, frente a la que hoy gobierna, se lanzan a la crítica destructiva y alistan a sus peones, a los que siempre usan para profundizar una guerra, aparentemente ideológica, pero que tiene como meta regresar a los privilegios y la desigualdad donde el vehículo del triunfo es la corrupción.

Por eso no es casual que de pronto desde España lleguen a esta ciudad conjuntos de rock que lanzan mensajes de odio y ensalzan al nazismo, que las cabezas más conspicuas de la derecha mundial piensen en una reunión que impacte la voluntad electoral de la gente o que se organicen para salir, montados en sus mentiras, a cabalgar sobre los hombros de la ignorancia por el Paseo de la Reforma.

Y todo esto por una sola razón. Las posibilidades de que logren su cometido, regresar al poder, en este momento son escasas. Carecen de proyecto, no tienen candidato y sus mentiras cada vez son menos creíbles, es decir, van a llegar a un enfrentamiento para el que sólo tienen el odio como arma y horizonte.

Por eso la Ciudad de México se ha convertido en el epicentro de esa estrategia. No hay mayores ambiciones, preservar el poder de un grupo es la meta, esa es la razón de un concentración dominguera donde maldecir es la consigna. Aguas.

De pasadita

Ahora resulta que en el Congreso de la ciudad un panista será quien presida la Junta de Coordinación Política, el mismo que tiene en la mira tomar todos los organismos administrativos del Legislativo para dejar sin opciones a Morena, el partido mayoritario.

Hay, desde ya, algunas protestas que, sin embargo, no encuentran eco porque la entrega parece ser una acuerdo entre Morena y los azules, cosa que no tendría mayor sentido si no es porque es sabido que el partido en el gobierno carece de un liderazgo fuerte que se haga cargo de dirigir el Congreso para impedir que los azules hagan lo que quieran desde la Jucopo. Ni modo, el que se lleva se aguanta

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