martes, 21 de febrero de 2023

Pancho Villa y la leyenda negra


E

l 22 de noviembre de 1915 la última columna operativa de la División del Norte fue vencida a las puertas de Hermosillo. El Boletín Militar… de los carrancistas victoriosos consignó: Todos los prisioneros yaquis cogidos con las armas en la mano fueron fusilados inmediatamente, comprobando que el mejor yaqui es el yaqui muerto. También los oficiales villistas presos fueron ejecutados. Pancho Villa tuvo que regresar a Chihuahua cruzando la sierra, con la derrota definitiva y la sangre de los suyos en la piel.

En esas condiciones, los vecinos del pueblo de San Pedro de la Cueva dispararon contra una columna villista que se acercaba, abatiendo a 16 a la primera descarga. Los villistas los rechazaron y entraron al pueblo buscando a los matones emboscados. Varias horas después se dio aviso de lo ocurrido al general Villa, quien marchó a San Pedro, donde ordenó que se catearan todas las casas, pero desde las orillas del pueblo algunos vecinos abrieron fuego y mataron a un sobrino del Centauro. Pancho, enfurecido, reaccionó violentamente y ordenó ejecutar a todos los que tomaron parte en la refriega, lo que se hizo en el costado poniente de la iglesia. Según testigos supervivientes, ante la ira del general, los vecinos del pueblo señalaron a los culpables. Una versión muy posterior (que no consta ni siquiera en el monumento que el pueblo erigió a los fusilados) habla de violaciones. Hay que reiterar que en la División del Norte la violación se castigaba con la muerte.

Eso pasó en San Pedro de la Cueva: el inicio de la violencia reactiva contra la despiadada violencia contrainsurgente y la participación de civiles armados en la misma (llamados defensas sociales).

Luego Villa evacuó Chihuahua, disolvió su ejército (16 mil hombres, entre ellos muchos generales afamados aceptaron la amnistía ofrecida por Carranza), y planeó la manera de provocar a Estados Unidos para evitar lo que él creía una traición a la patria (https://rb.gy/jakwj7). El genial diseño de su campaña contra los invasores se truncó cuando una bala fría le astilló un hueso de la pantorrilla, y por más de dos meses, entre atroces sufrimientos y fiebres agudísimas, se escondió en la cueva del Coscomate, cerca de Satevó.

Al salir de la cueva ya no era el caudillo de un proyecto revolucionario, sino un guerrillero acosado y feroz. Ante la despiadada violencia contraguerrillera, Villa no se quedaba atrás. ¿Cómo explicar la conversión de un caudillo revolucionario en un violento guerrillero? Hay quienes dicen que siempre fue así, que no hay diferencia entre esta etapa y las anteriores. En realidad, durante la revolución constitucionalista Villa desobedeció las órdenes de Carranza de fusilar oficiales prisioneros, y resultó más humano y respetuoso de la vida que la mayoría de los jefes federales y los comandantes de los otros contingentes constitucionalistas. Sus grandes ofensivas y sonadas victorias se caracterizaron por la prohibición de cualquier vejación a la población. Quizá la inflexión fue su encierro casi enloquecedor en la cueva del Coscomate.

La innegable violencia oculta el que una guerrilla no puede ejercerla irracionalmente contra los pueblos de los que depende su supervivencia, a diferencia de un ejército de ocupación o contraguerrillero. La violencia real fue elevada al absurdo por la propaganda carrancista (y la novela de la Revolución al modo de los gobiernos de Carranza, Obregón y Calles, o anticardenistas, de Mariano Azuela a Rafael F. Muñoz pasando por Guzmán y Vasconcelos, recientemente refriteados por Arturo Pérez-Reverte) y algunos la creen de modo acrítico (siempre la teoría de la historia de me contó mi abuelita que). ¿Cómo se hace? Dos ejemplos: en julio de 1916, en Ciudad Jiménez, fue asesinada la viuda del coronel Miguel González, valiente villista muerto en combate en 1914, sus hijas Sara y Antonia, y un niño pequeño. La leyenda negra, que culpa a Villa, agrega detalles inverosímiles. Pancho ordenó una investigación –conducida por Nicolás Fernández– que halló que el crimen fue una venganza personal del capitán José Delgado, que fue encarcelado.

Después, en Satevó, Villa ordenó fusilar al hermano del general José Ruiz Núñez, que lo había traicionado. La abuela de los Ruiz, Ludgarda Barrio, lo increpó llamándolo cobarde y desagradecido. Según Belén Prieto, también hermana del general y que en el momento de los hechos estaba en Chihuahua, Villa mandó quemar viva a su abuela, testimonio que dan por verdad cuantos se adscriben a la leyenda negra. El propio general José Ruiz Núñez, que seguía siendo enemigo de Villa, negó los hechos esperpénticos.

Y así por el estilo. ¿Fusiló mujeres? Sí, en dos ocasiones: soldaderas carrancistas que le dispararon a sus hombres ya terminado el combate.

La crueldad que existió fue la de las guerrillas vencidas, siempre menor que la de los ejércitos de ocupación. La violencia de las guerras civiles. Cuando lo estudiamos, encontramos que lo que odian en Villa no es que haya sido un terrible guerrero. Lo que odian en Villa es la reivindicación de la ira popular, la encarnación de la justicia y la venganza del pueblo. Lo que odian en Villa es la revolución social. Regreso al final de mi primer artículo: que no se repita (https://rb.gy/v0eik0).

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