jueves, 8 de abril de 2010

Astillero


Inter-medios


Scherer y el narco

Paulette y las fotos

¿Censura en Facebook?

Julio Hernández López

Cual si se tratase de esos momentos de relajamiento acostumbrados en ciertos espectáculos o representaciones, algunos segmentos de académicos, opinantes y periodistas parecieran estar más empeñados en la degustación analítica de pasajes y episodios secundarios que en el fondo de los casos que estarían provocando esos respingos de pudor selectivo. Entre el caos pareciera más atractivo discutir sobre los efectos nocivos de lo secundario que ir a la raíz y ejercer una crítica vigorosa al poder y sus efectos desastrosos, entre ellos las fotografías y los textos que no se ajustaran a los nuevos Manuales de Carreño en tiempos de guerra” y bazbazidades.
Así, entre las atrocidades diariamente conocidas, entre la creciente constancia de actos criminales cometidos por soldados, entre las decenas diarias de muertos sin proceso ni ley, se reprocha al reportero non, Julio Scherer García, que haya acudido a un encuentro con un periodísticamente interesante jefe del narcotráfico, que haya publicado sus declaraciones (¿periodismo o propaganda?, se preguntan algunos de quienes siempre se han regido por el boletín o la orden de la superioridad) y que en la portada de Proceso el director-fundador haya aparecido en una desafortunada fotografía con el súbitamente mediático Mayo Zambada. La cosecha textual lograda por don Julio fue poca (al menos, lo que se publicó de esta sesión con el Mayo; habrá que ver si además se produjo la medio anunciada entrevista con el Chapo) porque el declarante se encerró en una cortedad de palabras inexplicable si se toma en cuenta que él fue el interesado en el encuentro. Pero Scherer consiguió la estampa de un poder hasta ahora nunca antes visto tan de cerca por ningún periodista y escuchó, sin grabadora funcionando, las consideraciones políticas, policiacas e incluso periodísticas de un factor fundamental del México que hoy vivimos.
Sabido es que ni Scherer ni Proceso han participado de arreglos con poderes como para deslizar la tesis de que pudieran servir de propagandistas o encubridores de intereses mafiosos, y el encuentro Scherer-Zambada fue un ejercicio periodístico de gran valor, en las circunstancias en que fue planteado. Pero los mismos que diariamente practican un periodismo de complacencia frente a los verdaderos responsables del desastre del país (Felipe Calderón, Fernando Gómez Mont, Genaro García Luna y otros jefes policiacos y militares, por citar algunos casos) se convierten en fiscales temerosos de que uno de los pocos ejemplos de periodismo crítico en el país (otro es, evidentemente, La Jornada) se haya “contaminado” del peligroso, fatalmente peligroso, virus de la relación con el narcotráfico.
En otro cómodo inter-medio de “ética y periodismo” se ha avivado una discusión de superficie acerca de la reproducción de fotografías de asuntos criminales en espacios periodísticos relevantes (en el caso, la imagen de la niña Paulette en la primera plana de Milenio de ayer). En un país vertiginosamente instalado en los límites extremos de la crueldad humana, con acciones diarias de creciente innovación aterradora que ganan presencia en los medios porque son hechos periodísticos que documentan lo que está sucediendo, de pronto se pone de moda cuestionar la pertinencia de dar testimonio gráfico de detalles de casos de elite, como sucedió con el jugador de futbol Salvador Cabañas, de quien se reprodujo una fotografía de él en el piso que luego tuvo cierto valor indagatorio porque vestía una camiseta de color distinto al que se le veía en los dosificados videos oficialmente dados a conocer o, ahora, en el caso de la niña muerta en circunstancias que obscenamente pretenden las autoridades y los padres convertir en naturales, cuando a buenas conciencias de lo secundario les parece que debería ocultarse una gráfica que muestra la manera exacta en que fue encontrado el cuerpo de la menor en su extraño e increíble retorno a casa e instalación en un nicho de madera y colchón que produjo el fenómeno de la muerte por asfixia de un cuerpo que además no produjo olores de descomposición ni otros signos naturales de putrefacción. El inter-medio analítico de lo fotográfico quita la vista de lo sustancial: la podredumbre del poder político en general y en particular en el estado de México, las ligas familiares, económicas y “sociales” de la pareja Gebara-Farah, la evidencia descompuesta del tipo de “justicia” que un procurador como Bazbaz ha ejercido en muchísimos otros casos, y el grosero atole con el dedo que ese conjunto de poderes pretende dar a la opinión pública en este caso muy maloliente.
Otro tipo de comunicación, la que se ejerce en las redes sociales, ve con preocupación que en Facebook se multiplican los incidentes que afectan a quienes en ese sistema ejercen crítica, sobre todo al calderonismo. En diciembre de 2009, varias personas crearon el grupo llamado “A que en 30 días juntamos 1,000,000 que quiere que renuncie Calderón”. El optimismo original no se ha cumplido, pues llevan 294 mil 371 adhesiones electrónicas, pero evidentemente han realizado un gran esfuerzo político y social. Sin embargo, ayer fueron dadas de baja las cuentas de tres de los administradores de ese grupo, y ya antes han sufrido cancelación otros opinantes igualmente contrarios a quienes ejercen el poder formal en México. Cierto es que en estas redes existen opciones para que ante quejas de usuarios inconformes con los contenidos se puedan suprimir las páginas polémicas, pero entre los afectados crece la sensación de que en el feisbuc hay una tendencia a censurar lo que afecte a los poderes político y económico.

Astillas

Varios lectores atentos y amables reportaron ayer que habían confirmado lo denunciado aquí desde el lunes pasado respecto al falso contador de registros de teléfonos celulares. Hubo quienes, con dedicación profesional, enviaron a esta columna análisis técnicos que detalladamente explicaban los pasos dados en el Renaut para aparentar la “cauda” de registros. A todos, gracias... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx

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