jueves, 8 de abril de 2010

México SA


Se necesita algo más que dientes

Propuesta copiada del Banco Mundial

Fuerte influencia empresarial en política

Carlos Fernández-Vega

Dice el inquilino de Los Pinos que su pretensión es dotar de dientes” a la Comisión Federal de Competencia para que el imaginario combate a los monopolios, duopolios y oligopolios sea eficaz y trascienda el discurso. Dientes, y no un par de elementos más al sur, es lo requerido para que el motor económico nacional de nueva cuenta funcione, según la tesis oficial plasmada en la correspondiente iniciativa de ley tardíamente enviada a la Cámara de Diputados, donde nada les preocupa, salvo la grilla electoral.
Pues bien, más allá de la escasa posibilidad de avance real que tiene la llamada ley antimonopolios (especialmente en tiempos electorales, si no quién paga las campañas), todo indica que ya apareció el fabricante de la prótesis dental requerida por Felipe Calderón, el cual no es más que la sempiterna fuente de inspiración del gobierno mexicano, con sus cinco gerentes, para infinidad de “propuestas para el desarrollo” y, desde luego, para la referida iniciativa, es decir, el mismísimo Banco Mundial, cuyo objetivo es la desaparición de los monopolios estatales y la “regulación” de los privados.
Si se comparan los textos de la reciente iniciativa calderonista con los análisis y propuestas del organismo financiero multilateral, se encontrarán más que simples coincidencias, especialmente sobre privatización energética, siempre con la idea de “facilitar el progreso”. Por eso vale el ejercicio de recorrer las “recomendaciones” y “observaciones” del Banco Mundial en la materia, con el fin de encontrar algún sentido práctico a la propuesta de “ley antimonopolios” del inquilino de Los Pinos, quien mañosamente la presenta para lavarse las manos y presumir que “ya cumplí” (como en el caso del empleo).
Así, el Banco Mundial asevera que “un elemento que debe reconocerse desde un comienzo es la presencia de intereses creados, que luchan por impedir que los cambios se materialicen, pues la existencia de un régimen de impuestos bajos y alta dependencia de ingresos petroleros funciona a favor de las personas más adineradas”. Por ello, urge “llevar a los monopolios encargados de la prestación de servicios públicos, incluyendo los monopolios de facto, a reducir sus costos y aumentar su eficiencia, mediante la implementación de modificaciones a la ley de competencia, el establecimiento de regulaciones más sólidas e independientes y la eliminación de lagunas como el uso excesivo de los amparos”.
Una de las reformas “sugeridas” por el Banco Mundial es que “Petróleos Mexicanos permita capital privado en sectores reservados (constitucionalmente), pues si bien la condición de Pemex como monopolio del Estado está consagrada en la Constitución, sería necesario encontrar alguna forma de asociarse con otras compañías (privadas) para realizar actividades de exploración, a fin de evitar problemas de seguridad energética en el futuro y generar incentivos al trabajo eficiente en el sector; (la paraestatal) carece de recursos técnicos y financieros para realizar actividades de exploración más intensas”.
La existencia de monopolios, “tanto de personas como de empresas”, genera desigualdad, desacelera el crecimiento económico y profundiza la desigualdad en el país, advierte el Banco Mundial: “en la actualidad los grupos poderosos en México se benefician del estatus y no tienen incentivos para cambiar su conducta; hasta la fecha se ha observado un equilibrio político en el que estos grupos reciben rentas sustanciales a costa del dinamismo del crecimiento… una característica particular de la estructura económica de México que limita su competitividad es el grado de concentración de los mercados en sectores económicos claves, y la existencia de monopolios públicos y privados… Las reformas introducidas durante los años noventa (…) llevaron a una mayor concentración de los mercados y no lograron mejorar la competitividad de la economía… En muchos casos las privatizaciones sólo significaron un cambio de propietario, sustituyendo los monopolios públicos por privados, y sin contar con un marco regulatorio funcional y organismos sólidos que pudieran hacer cumplir condiciones de mayor competitividad” (México: más allá de la captura del Estado y la polarización social, 2007).
Gracias a décadas de acceso privilegiado al poder y a la protección del gobierno, “ciertas elites económicas de México consiguieron posiciones únicas. La clara tendencia de la concentración de la riqueza y la desigual distribución de los beneficios económicos (y de la influencia política correspondiente) ha creado un terreno de juego altamente desigual en términos políticos, donde un número limitado de elites empresariales bien dotadas y conectadas logran obtener concesiones preferenciales del gobierno (normalmente en forma de protección de mercado)… Las privatizaciones y las reformas para la apertura comercial indican la persistencia de una fuerte influencia de los empresarios en la política, aunque con algunos cambios en las identidades de las elites involucradas y el tipo de interacción entre el gobierno y las empresas… El extraordinario nivel de concentración de la riqueza en una economía en la que las manos del Estado aún son visibles, podría ser motivo de preocupación para la incipiente consolidación democrática del país. Con su concentración de la riqueza y sus cercanos contactos con elites políticas, los intereses económicos de México tienen una capacidad única para influir en los resultados políticos.
“Resulta evidente que en el pasado la influencia de las elites ha sido grande, (pero) la evidencia circunstancial sugiere que podría haber aumentado desde la apertura política. En primer lugar, las elites empresariales de la actualidad son mucho más ricas que sus equivalentes de antaño. (Además) las relaciones entre gobierno y empresariado en México han mejorado desde principios de los 90… Podría esperarse que las relaciones más llevaderas de la actualidad mejoren el acceso de las elites económicas a la toma de decisiones del gobierno… El dinero es capaz de influir en la política de muchas maneras y el papel del dinero en la política es, posiblemente, más pronunciado en los sistemas políticos en los que las elites políticas y económicas han mantenido relaciones simbióticas estrechas, como en México… Los multimillonarios mexicanos en general no heredaron su riqueza, la ganaron mediante conexiones políticas y acceso privilegiado a los mercados”.

Las rebanadas del pastel

En pocas palabras, de nada servirá una “ley antimonopolios” (en el hipotético caso de que la aprueben) si paralelamente no se limpia el chiquero completo. Entonces, dientes, sí, pero un par de cosas más.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

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