miércoles, 18 de agosto de 2010

México SA


Licitación 21: juicio político a Molinar Horcasitas

A legisladores, por beneficios fiscales

Mexicana: ¿Hildebrando Zavala ataca de nuevo?

Carlos Fernández-Vega

Los diputados ya no tienen pretexto, si es que quieren honrar su compromiso del pasado 11 de agosto, es decir, aquel que advertía que si el inquilino de Los Pinos no atendía el exhorto” que la Comisión Permanente del Congreso le hizo para declarar desierta la licitación 21 (“porque favorece a Televisa y Nextel al otorgarles frecuencias radioeléctricas para servicios de telecomunicaciones con el pago de apenas 180 millones de pesos, lo que representa un severo daño patrimonial para el Estado mexicano”), los legisladores procederían de inmediato, mediante juicio político, en contra del titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el afamado Juan Molinar Horcasitas.
Pues bien, el pastel está servido: Calderón no atendió el “exhorto” del Legislativo; la Cofetel declaró válida la licitación 21, emitió fallo favorable para los participantes (Televisa-Nextel, Telcel, de Carlos Slim, y Telefónica Movistar, la trasnacional española que en México preside el secretario foxista de Hacienda, Francisco Gil Díaz, hoy también miembro del consejo de administración del BBVA-Bancomer; pura familia, pues), palomeó la entrega de concesiones y ni un sólo pero puso a la abismal diferencia entre el monto ofrecido por la fábrica de sueños y los demás ganadores. Entonces, a los legisladores les limpiaron el camino para proceder en contra de Molinar Horcasitas, según acordaron el miércoles de la semana pasada, y es sabido que si algo honran los inquilinos de San Lázaro y Xicoténcatl es, precisamente, su palabra. Por ejemplo, el 11 de agosto el diputado Javier Corral dijo que el juicio de procedencia contra el titular de la SCT “sería viable si se concreta la licitación 21… Por eso, buscamos primero que no se otorgue, que se declare desierta”. Pues ya se otorgó y no se declaró desierta, así que adelante.
Por módica suma (180.3 millones de pesos), el consorcio Televisa-Nextel se quedó con la rebanada más gruesa del pastel cocinado por la trinca Calderón-Molinar Horcasitas-De Swaan, de tal suerte que explotará comercialmente la concesión durante 20 años, con derecho a prórroga, al igual que en los casos de los otros dos ganadores. Pero eso no es todo, porque los legisladores pusieron lo suyo: en noviembre del año pasado tuvieron a bien “legalizar” un generoso regalo a los participantes en la licitación 21 (léase el traje a la medida para Televisa y los que cupieran en el reparto, que no son otros que Telcel y Telefónica); diputados y senadores aprobaron modificaciones a la Ley Federal de Derechos, por medio de las cuales las empresas que obtuvieran concesiones del espectro radioeléctrico (las citadas) no pagarán ningún derecho por dos años (condonación total), una decisión que para el erario implica dejar de recibir alrededor de 5 mil 700 millones de pesos, de los que mil 900 millones corresponden a Televisa-Nextel y el resto se reparte entre Telcel y Telefónica.
Según la alegre versión de la Cofetel (presidida por Mony De Swaan, incondicional de Molinar Horcasitas, quien a su vez es incondicional del inquilino de Los Pinos, a su vez es incondicional de la fábrica de sueños) con esta licitación las arcas nacionales se cubren de gloria, porque a ellas ingresarían (monto oficial) 41 mil 516.73 millones de pesos. Sin embargo, se le olvidó restar los casi 5 mil 700 millones de pesos que diputados y senadores regalaron a los ganadores (las citadas modificaciones a la Ley Federal de Derechos), con lo que, de entrada, ese río de dinero se reduciría a 35 mil 716.73 millones, de los que sólo 12.6 por ciento del total presumido por la Cofetel se pagaría a corto plazo (no más de 45 días). El resto (ya descontado el “obsequio” por derechos) se prorratea a 20 años (alrededor de mil 786 millones por año, o 5 por ciento anual, si se prefiere, considerando a los tres ganadores).
De entrada, Televisa-Nextel (la primera también se quedó con una gran rebanada del tendido de fibra óptica de la CFE y de la “extinta” LFC) pagaría 180.3 millones de pesos por un ancho de banda de 30 megahertz (6.01 millones por cada uno); Telcel realizará –se supone– un primer pago por 3 mil 793.86 millones por los 10 megahertz obtenidos (379.39 millones por cada uno) y la primera letra para Telefónica –también por 10 megahercios– mil 273.88 millones (127.38 millones por cada uno). Descontado ese primer pago, Televisa pagaría anualidades (durante 20 años) de 906.72 millones; Telcel de 635.02 millones, con tres veces menos de ancho de banda, y Telefónica de 271.7 millones, igual con tres veces menos de ancho de banda.
La Cofetel no tuvo tiempo de explicar el por qué del enorme diferencial de precios entre los tres ganadores (se supone que todo lo repartido pertenece al mismo espacio radioeléctrico), aunque sí lo justificó: se trata de “colocar a los competidores en igualdad de circunstancias sin importar cuestiones de carácter económico”, por mucho que la ley establezca que los funcionarios deben sacar la mejor raja para el país en eso de las concesiones, privatizaciones y conexos. Y para calmar pasiones, ayer mismo Mony de Swaan (léase Molinar Horcasitas, y reléase el inquilino de Los Pinos) lanzó un caramelo a Carlos Slim: “me parece que es momento de revisar el título de concesión de Telmex” (para que incursione en el mercado de la televisión). Todo en familia, pues, que para eso están los bienes de la nación.
Las rebanadas del pastel
Si de noticias empresariales se trata, corre la versión de que los pilotos de Mexicana de Aviación habrían llegado a un acuerdo para que el fondo de inversiones Advent International Corporation inyecte, como nuevo accionista del consorcio, algo así como 49 millones de dólares, y con ello truncar los mañosos planes de quiebra de Gastón Azcárraga Andrade y amigos que lo acompañan en la muerte inducida de la aerolínea más veterana del país. Aparentemente sería una buena nueva. El problema surge cuando se conoce que un hombre famoso, y no precisamente por su pulcritud, aparece entre los socios de Advent International. Se trata de un suertudo contratista de Pemex en tiempos de Felipe Calderón como secretario foxista de Energía. Tal vez recuerden quién es: Diego Hildebrando Zavala Gómez del Campo, hermano de la first lady y cuñado del inquilino de Los Pinos. ¿Será que el de las “manos limpias” aplica la técnica Salinas de Gortari en eso de “rescatar” empresas privadas, o se trata de puras casualidades en un país donde, entratándose de business, éstas no existen?
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