lunes, 22 de noviembre de 2010

México SA


Municipios: pobre, uno de cada dos

Geografía del hambre y presupuesto

¿En serio lo peor de la crisis ya pasó?

Carlos Fernández-Vega

Vidas en la marginación en el predio los Hornos la Presa, en la delegación Álvaro Obregón, del Distrito FederalFoto Carlos Ramos Mamahua
En el México pleno y feliz que machaconamente promueven desde Los Pinos, los que tienen una percepción equivocada” (Calderón dixit) de la realidad nacional no cuentan. En ese encantador país del “camino correcto” y las “decisiones dolorosas, pero necesarias” –ahora aderezado con multicolores cuan onerosos actos conmemorativos por el Bicentenario y el Centenario–, más de la mitad de los municipios de la República no sólo fueron excluidos de las idílicas evaluaciones y las pomposas celebraciones, sino que literalmente permanecen en el olvido. De hecho no existen, por mucho que el más reciente descubrimiento del secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra, indique que “el hambre es un desafío para la paz, la gobernabilidad y la seguridad en nuestro país”.

Pues bien, precisamente en el hambre y todo lo demás permanecen en el olvido mil 251 municipios (52 por ciento de los 2 mil 439 en los que se divide el país), 32 regiones de la República y 2 mil 106 localidades urbanas clasificados todos ellos oficialmente como de muy alta y alta marginación. Así, para las fiestas del Bicentenario y el Centenario se destinaron alrededor de 3 mil millones de pesos; para los más de 26 millones de mexicanos que, según su “percepción”, sobreviven miserablemente en dichas localidades, sólo 200 millones de pesos, por un acuerdo del Legislativo a la hora de determinar las Zonas de Atención Prioritaria para el año 2011, de acuerdo con lo estipulado por el presupuesto de egresos de la Federación para el año referido.

Dada la brutal diferencia, en lo económico y en lo conceptual, entre la asignación de recursos a las fiestas del Bicentenario y el Centenario, y la aprobada para la referidas zonas prioritarias, todo apuntaría a que el interés de la clase gobernante es que se traspasen ostentosamente las fronteras delimitadas en el brillante hallazgo del secretario de Desarrollo Social, es decir, se estimula el hambre para poner en riesgo la paz, la gobernabilidad y la seguridad. Lo mejor del caso es que el secretario de Desarrollo Social asegura que “para el año 2015 se erradicará en México la pobreza alimentaria”.

Tan sólo un lustro atrás, el municipio de Metlatónoc, Guerrero era, de acuerdo con el Banco Mundial, el más depauperado entre los depauperados del país. Pero en eso de la pobreza existe una feroz competencia intermunicipal por el primer sitio. De acuerdo con la clasificación de zonas prioritarias (imagínense sí no lo fueran) elaborada por la Cámara de Diputados, en 2011 el municipio más jodido entre los jodidos (una suerte de inventario Forbes, pero en riguroso sentido contrario) es Cochoapa el Grande, en el estado de Guerrero, en el que alrededor de 16 mil habitantes sobreviven de milagro.

Es la localidad de mayor grado de marginación municipal en el país; ocupa el primer lugar nacional en rezago social, en porcentaje de pobreza alimentaria (74 por ciento de la población no tiene con qué), en pobreza de capacidades (79 por ciento), en pobreza de patrimonio (88 por ciento) y en pobreza multidimensional (68 por ciento). El segundo escalón corresponde a Sitalá, Chiapas, con indicadores prácticamente iguales, con la salvedad de que la pobreza multidimensional es aún mayor en esta última población. De allí en adelante se desgranan mil 249 municipios adicionales con marginación muy alta y alta, donde la “percepción de la realidad nacional (según el inquilino de Los Pinos) es equivocada”, en donde sus habitantes consideran (erróneamente, desde luego) que la crisis, lejos de desaparecer, se acentúa cotidianamente, y se aferran a negar que la economía nacional “está en franca recuperación” (el mismo dixit).

¿Qué separa a un municipio de muy alta marginación de otro de alta marginación a secas? El citado Cochoapa el Grande está en la primera clasificación; San Marcos, Guerrero, en la segunda, y sus cifras municipales son las siguientes: posición número 366 en marginación; 52 por ciento en pobreza alimentaria; 59 en pobreza de capacidades; 75 en pobreza patrimonial y 68 por ciento en pobreza multidimensional.

De las 32 regiones del país de muy alta marginación, la de los Altos de Chiapas, con 21 municipios, ocupa el primer lugar; le sigue Cañada, Oaxaca, con 38 municipios, y en la tercera posición Centro, Guerrero, con ocho municipios. En la geografía del hambre se repiten las regiones y los municipios de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, San Luis Potosí, Veracruz, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Puebla y demás estados que aparecen, desde tiempos inmemorables, en el inventario de la marginación y el olvido. Y aún se desconoce por qué los pobladores de estas regiones marginales no creen en el discurso oficial, en aquello del “vamos por el camino correcto” que de siempre escuchan decir al gobernante en turno.

El caso de las 2 mil y pico zonas urbanas con marginación muy alta y alta es más democrático, porque va de la A (Aguascalientes) a la Z (Zacatecas): los pobres se distribuyen generosamente por todas las ciudades de la República, y son igualmente tercos que los sobrevivientes en los municipios y en las regiones miserables, al hablar mal de México y negar los inocultables avances en el idílico México de la propaganda oficial.

Donde no cuadran las cifras es en lo que a número de pobres se refiere. Si en las descritas zonas prioritarias que presupuestalmente ubicaron en la Cámara de Diputados (de marginación muy alta y alta), sobreviven 26 millones de mexicanos, ¿dónde y en qué condiciones sobreviven los otros 26 millones? ¿En municipios, regiones y localidades de “baja” y “muy baja” marginación? Lo anterior, porque las cifras oficiales reconocen cerca de 52 millones de depauperados en el país, y en la geografía del hambre sólo aparece la mitad, sin considerar los que cruzaron la frontera.

¿Qué hacer, entonces, con los millones y millones de mexicanos que habitan en más de la mitad de los municipios de la República, 32 regiones del país y 2 mil 106 localidades urbanas de marginación muy alta y alta (más los que no aparecen en el inventario), que terca y cotidianamente niegan las bondades del sistema, rechazan que “vamos por el camino correcto”, que niegan aquello de que la economía nacional “está en la ruta del crecimiento”, y que de plano se carcajean con dichos como el más reciente de Heriberto Félix Guerra (“para el año 2015 en México se erradicará la pobreza alimentaria”)?

Las rebanadas del pastel

Las matracas de vuelta al clóset, apagados los discursos patrioteros y en pleno sufrimiento por la cruda de la fiesta revolucionaria, los mexicanos regresan a la terca cotidianeidad y vuelven a preguntarse: ¿en serio, lo peor de la crisis ya pasó?

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