miércoles, 24 de julio de 2013

Astillero

 Pirro en la Segob
 Beneficios colaterales
 Napolitano se despide
 Michoacán, sin gobierno
Julio Hernández López
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Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, junto a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, en la que será la última visita oficial de la estadunidense   Foto Reuters
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e los daños colaterales a los beneficios colaterales. Del permanente tono funerario del calderonismo al falso enfoque positivo de la nueva administración de la desgracia nacional. El presuntamente todopoderoso secretario Osorio Chong convertido en la edición en tres colores de Pirro, el rey de Epiro (un Estado de la antigüedad helénica), pero no en los momentos cumbre de su historia militar sino en aquellas circunstancias de triunfos formales que en el fondo eran derrotas a causa del costo real.
Lente peligrosamente distorsionado del secretario de Gobernación que ha creído encontrar avances de la política federal contra la delincuencia organizada a las puertas del palacio municipal de Los Reyes, Michoacán, donde miembros de un cártelametrallaron este lunes a ciudadanos que protestaban por la inseguridad, con saldo de cinco muertos y siete heridos de gravedad. Decidido a ser optimista aun en las peores circunstancias (ver el vaso sangriento de Los Reyes medio vacío y no medio lleno), el ex gobernador de Hidalgo respondió a reporteros respecto al mencionado ataque en territorio michoacano: Por supuesto es en respuesta a lo que ha venido avanzando el gobierno de la República, y por supuesto el estado de Michoacán, a favor de los ciudadanos, restablecer el orden, la paz y la seguridad.
Usuario reiterativo de un porsupuestismo galopante, el Señor de Bucareli se mostró confiado en sus futuros logros positivos casi inevitables, fatales: lo sucedido en Los Reyes, por supuesto, no nos va a hacer retroceder sino todo lo contrariopor supuesto que daremos con los responsables, y por supuesto, no vamos a permitir que ellos vulneren la seguridad y la vida de los ciudadanos. En sus respuestas, sin teleprompter, a periodistas, MAO también insistió en precisar que no habrá retrocesos, ni se retrocederá, ni se irá hacia atrás.
El entendimiento de las ma­sacres como prueba de avances tuvo como peculiar escenario la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, férreamente ocupada por fuerzas federales para garantizar que la secretaria de Seguridad Nacional (o del Interior) de Estados Unidos pudiera tomarse una foto de despedida en uno de los puntos emblemáticos del poderío de los Zetas y de sus rivales, antes hermanos, del cártel del Golfo.
Janet Napolitano anunció dos semanas atrás que dejará esa cartera estratégica del gobierno de Barack Obama para pasar a presidir la Universidad de California. Está en espera de que el hombre asentado en la Casa Blanca nombre al relevo, pero en tanto ha creído conveniente hacer una muy vigilada y también muy breve gira de despedida que simbólicamente pusiera pie en uno de los principales territorios donde se libran las guerras entre los cárteles de origen fronterizo tamaulipeco, con el Z-40 en la cárcel como demostración de que el gobierno peñista sí está intentando llegar a un reordenamiento del gran negocio trasnacional que pacifique al país aunque el trasiego de drogas, obviamente, continúe.
Osorio y la secretaria declinante (es decir, Napolitano, no la Secretaría de Gobernación), firmaron en el Matamoros querido del difunto maestrazo Rigo Tovar un convenio de entendimiento fronterizo, en el que la parte mexicana utilizará los lentes oscuros disimuladores de ceguera, al estilo del autor de El sirenito, y la estadunidense se convertirá en lazarillo armado, por la vía de los patrullajes reforzados, al otro lado de la línea limítrofe, los drones capaces de ubicar capos negociadamente caídos en desgracia a los que se pueda detener con tersura, y el equilibrado intercambio de datos en el que los mexicanos contestarán lo que les pregunten los gringos, tan recelosos de fugas de información que hasta esas interrogaciones las formularán con extrema cautela a sus vecinos, a los que consideran profundamente infiltrados por los intereses del narcotráfico que, según esos baños de pureza con pecas, no alcanzan a contaminar a la contraparte de las barras y las estrellas, como si la corrupción fuera vía de un solo sentido.
En las vías michoacanas de comunicación, mientras Osorio Chong proclamaba sus victorias pírricas, continuaban los ataques con armas de fuego a policías federales y los narcobloqueos (con la versión a toda velocidad, y sin pagar en alguna caseta de peaje verificador, de que ciertas regiones se habían calentado porque habían estado a punto de detener a Servando Gómez, La Tuta, jefe de Los caballeros templarios). En comunidades curtidas por el miedo se vivía una calma engañosa, mientras los políticos federales y estatales hacían discursos tratando de convencer de que no está sucediendo lo que todos los demás están viendo.
Así como Tamaulipas vive una gobernabilidad falsa, derivada de la instalación sucesoria del priísta Egidio Torre como gobernador a la sombra, confinado a hacer como que manda aunque el único poder real sea el de los cárteles, luego que fue asesinado su hermano Rodolfo cuando era candidato en campaña, totalmente encaminado al triunfo (crimen hasta ahora sin esclarecimiento y, por consecuencia, sin castigo), en Michoacán se ha preferido sostener el desvencijado aparato de poder priísta aunque la entidad esté constantemente en llamas, con los ciudadanos desesperados por las extorsiones y agresiones de los grupos criminales y la abulia cómplice o la acción facciosa de los gobernantes.
Michoacán exige a gritos un gobernador verdadero, una recomposición política y social, un resurgimiento económico, pero los arreglos entre las cúpulas partidistas (con el PRD fungiendo como vergonzoso cómplice del tricolor) han permitido que continúe la farsa de la licencia renovada por seis meses más a Fausto Vallejo, el gobernador formal, siempre afectado en el cargo por graves problemas de salud y ahora en situación de extrema delicadeza. Jesús Reyna, el sustituto, tampoco puede gobernar de verdad, condicionado por su temporalidad, amenazado por los poderes reales, sin fuerza suficiente ante los mandos nacionales. Uf, se acabó el espacio: ¡hasta mañana!
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