jueves, 2 de febrero de 2023

Ciudad perdida

 

Robo de cable, una verdad a medias // Cuatro años pasaron // Un trabajo de profesionales

V

aya sorpresa causó la noticia en la que se dijo que el culpable de los ataques al Metro es el crimen organizado. Seguramente la afirmación se sustenta en datos muy sólidos que no dejarán duda de que los malosos son los que irrumpen en las instalaciones de ese medio de transporte para cometer, entre otros, el robo de cable.

Esta vez eso del crimen organizado no suena tan convincente; por cierto, pudiera ser porque cuando se habla de una organización criminal regularmente se le pone nombre y apellido, y en este caso no nos han dicho qué cártel es el que realiza los saqueos al Metro.

Y es que la información que se dio a conocer sobre el asunto, y que fue investigada por un grupo de personajes, entre los que estuvo o está el jefe de la policía, Omar García Harfuch, y Tomás Pliego, entre otros, halló que fueron delincuentes profesionales quienes se dieron a la tarea de hurtar partes muy importantes para el correcto funcionamiento del subterráneo.

Durante cuatro años, desde 2019 y hasta ahora, el grupo no identificado de criminales sustrajo 14 kilómetros y medio de cable con alma de cobre, es decir, apenas dos kilómetros menos que la longitud de la línea 1, y nadie se daba cuenta, nadie decía nada; es más, frente a algunas informaciones que denunciaban anomalías en el sistema, la dirección de comunicación social explicaba cosas inverosímiles.

El 12 de diciembre pasado, en una tarjeta informativa, dicha área del Metro trataba de aclarar que los retrasos y los percances que se registraban por aquellas fechas tenían su origen en un grupo de indigentes que encendieron fuego, lo cual afectó el cableado del línea 3, y agregaba que ese equipo se ubica de forma subterránea.

¿Serán esos indigentes los que forman parte del grupo criminal que afecta a las instalaciones del subterráneo? Seguramente se trata de otro grupo, un conjunto de malhechores que han recibido un adiestramiento profesional para saber cómo, cuándo y dónde cortar, porque así como que móchale aquí y nada más podría ser un suicidio por la carga de energía que llevan.

Y sí, tienen que ser unos profesionales para que no los detecten las cámaras, para que nadie se percate de que hay vehículos en los que cargan los rollos y algunas otras cosas que extraen de las instalaciones del servicio número uno de transporte en la ciudad. En fin, sí, solamente un grupo muy bien organizado de criminales podría dañar durante tanto tiempo al STC.

Se tiene que saber, por lo tanto, si se habían hecho las denuncias de robo, y si se efectuaron, por qué las autoridades correspondientes no actuaron en consecuencia. ¿Alguien las dejó pasar?, o ¿alguien es cómplice? ¿Cómo que cuatro años de saqueo? Parece fácil decirlo.

El asunto es que los problemas ahora se han agudizado, y si esto no se resuelve de fondo, algo muy grave podría ocurrir, y entonces no será nada confiable que se le eche la culpa a un grupo de indigentes que mitigaron su frío quemando algunas cosas, con un fuego que traspasa la tierra y llega hasta el cableado. Aguas.

De pasadita

¿Qué favor le deberá Mario Delgado, el líder de Morena, a Ricardo Monreal como para haberlo impuesto entre las corcholatas que van por la Presidencia, aunque sabe que no tiene ni la mínima posibilidad y que juega otro juego en el que no está el Palacio Nacional en la lista?

Y ¿por qué, ya que andaba de dispendioso, no incluyó a Gerardo Fernández Noroña, más cercano a la 4T, y con muchos más argumentos políticos y no de politiquería que los que esgrime el zacatecano. Ya sé, Delgado dirá que porque no es de Morena, sino del PT, y hasta ahí no alcanza la alianza. Vaya, vaya...

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