jueves, 19 de mayo de 2011

México SA


Caramelo retórico vs. realidad

Cordero: por la vía del discurso

Los siete enanos, emocionados

Carlos Fernández-Vega

Sonriente, como siempre, divulgaba el secretario de Hacienda el México de fantasía que el micrófono oficial machaconamente presume todos los días, y celebraba tasas de crecimiento económico (que se registran entre) las más altas en la historia del país”, cuando alguien de su confianza le dijo al oído: “serás lerdo, Ernesto, que el sexenio calderonista no empezó en 2010, sino a finales de 2006, y lo que tú calificas como tasas históricas en realidad se cuentan entre las más bajas, y son equiparables con las registradas en la década perdida (los años 80). ¿Qué te pasa?”

Pero el sordo Cordero del señor siguió y siguió con su crónica de fábula, aplaude que te aplaude los “grandes logros” de los dos gobiernos panistas al hilo, y exigiendo a los blanquiazules “refrendar la Presidencia de la República en 2012” (con él como candidato, desde luego, o como diría Vicente Fox, en pleno proceso electoral de 2006, “no se debe cambiar de caballo a mitad del río”, y ya se sabe cómo le fue al caballo y al río), cuando su amigo insistió: “Neto, no seas terco, que tu patrón prometió una tasa anual promedio de crecimiento económico no menor a 5 por ciento en el sexenio, y en los hechos, si las cosas van bien, alcanzará 1.9 por ciento, casi una tercera parte de lo ofrecido y, ya en el colmo, menor al resultado foxista, lo que ya es decir. ¡No inventes!”

Nada ni nadie lo hizo reconsiderar. En el éter, como acostumbra, Ernesto Cordero continuó con su Cuento (electorero) de la lechera, y de la manga se sacaba “triunfos”, “logros”, “tasas históricas”, “avances nunca antes vistos” y conexos que sólo hacían reír a su audiencia. Y en eso llegó la OCDE, que le apestó su fábula, pues en el mejor de los casos el “crecimiento” mexicano durante el calderonato no pasará de una tasa promedio de 1.9 por ciento, por abajo del 2.3 por ciento de su antecesor, el de las ideas cortas y la lengua larga, y la menor en ocho décadas. Al mismo tiempo, advirtió: “la desigualdad sigue siendo alta en el país, y es necesario fortalecer el potencial de crecimiento a largo plazo en México. Debe aumentar su resistencia ante futuras crisis y garantizar que los niveles de vida se aproximen más a la media de los países integrantes de la organización”. De hecho, subraya que México es un país caracterizado por su lento crecimiento económico y alta desigualdad.

Como al parecer tiene problemas auditivos, Ernesto Cordero no registró nada, y todavía se aventó la puntada de asegurar en público que “hemos avanzado mucho, pero no hemos terminado, (porque el panista) es un proyecto de país humanista donde la familia es el centro de la política pública que todavía no hemos concluido y que todavía no hemos terminado”. Y en eso apareció la Cepal, con la mala leche que la caracteriza (“hablar mal de México” es delito de lesa progenitora, según el inquilino de Los Pinos), e informó que casi 16 millones de niños mexicanos (cuatro de cada 10) “viven en situación de pobreza, con privaciones económicas y sin disfrute pleno de los derechos a que, según convenciones internacionales, todo infante debe tener acceso” (La Jornada, Roberto González Amador). Lo anterior, sin considerar el brutal efecto que en ellos provocó la crisis de 2009 y sus secuelas, ni que el número total de pobres en el México real supera, oficialmente, las 54 millones de personas.

Tan espeluznante información no sirvió de nada, porque el Cordero del señor insistió en lo de “tasas históricas, porque crecimos a 5 por ciento, lo cual significa pues que estamos creciendo a un ritmo acelerado”. Olvidó mencionar un pequeño detalle: un año antes la economía mexicana se desplomó 6.5 por ciento, de tal suerte que el resultado de 2010 no alcanzó para cubrir el hoyo de 2009. Aferrado, presumió la “fortaleza” y “liderazgo” económico mexicano. Ello sin olvidar la promesa calderonista de que en 2040 la mexicana “será la cuarta potencia mundial”. Pero el Banco Mundial le reviró: “México es una de las economías emergentes con menos posibilidades de convertirse en un centro de crecimiento, pese al potencial que tiene el tamaño de su mercado interno. En 2025 no estará entre los principales países emergentes (Brasil, China, India, Indonesia, Corea del Sur y Rusia), y que supondrán la mitad de la economía global. Así, durante esta década el país quedaría rezagado”.

Qué más da, dijo Cordero, si la economía mexicana es abierta y libre a la competencia, pero la OCDE le recordó que existen sectores en lo que “la concentración monopólica u oligopólica constituye un dique a la actividad económica: transporte aéreo, los autobuses foráneos de pasajeros, la banca minorista, los productos farmacéuticos y las telecomunicaciones. En telecomunicaciones, el precio que paga un usuario que utiliza de manera moderada los servicios de telefonía móvil excede en 30 por ciento el promedio de la organización. En las líneas fijas para uso doméstico y empresarial los precios superan en 67 y 82 por ciento, en promedio, a los de las 34 naciones que conforman el organismo. Los servicios bancarios son también mencionados como un sector de alta concentración en pocas firmas. Los intereses cobrados, dice, son altos, si se ponen en una perspectiva internacional”.

El problema, según el alegre funcionario, es que los mexicanos no entienden de qué se trata, porque “lamentablemente la recuperación económica no es algo que se sienta de la noche a la mañana, ése es nuestro compromiso, ésa es nuestra obligación, a eso estamos destinando las 24 horas del día, a que poco a poco la recuperación económica llegue a todos los bolsillos de todos los mexicanos, y hay que trabajar muy duro para esto; hay que tener muy buena política pública”. Bien, pero los tontos habitantes de este país consideran que 30 años no es precisamente un periodo que quepa en el sesudo concepto corderiano de que “la recuperación no se siente de la noche a la mañana”.

En fin, por mucho caramelo que le ponga Ernesto Cordero a su discurso (que no es otro que el calderonista), la cruel realidad siempre lo tira a la basura. Sería mucho más fácil y productivo que con el diagnóstico real se tomaran las decisiones adecuadas, y así sacar del hoyo al país, en el que ha permanecido durante tres décadas. Volumen de discursos no mata realidad, y 30 años lo documentan.

Las rebanadas del pastel

¡Fantástico! Los siete enanos y Blanca Nieves (que ya regresó del Vaticano), piensan “refrendar la Presidencia de la República en 2012” (Cordero dixit) con “propuestas que emocionen a la gente”, según anunció la dirigencia panista. Creatividad ante todo, pero más emocionados quedarán los blanquiazules cuando a patadas los saque el electorado de Los Pinos.

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