martes, 30 de septiembre de 2014

Ciudad Perdida

Horror sin remedio
Fracaso temprano del gobierno de Peña Nieto
México, en situación de emergencia
Miguel Ángel Velázquez
L
o sucedido en Guerrero durante el pasado fin de semana nos obliga a nosotros, pero debería obligar a todos, sin distingos, a levantar la más enérgica protesta por el estado de la vida cotidiana en todo el país. Y lo peor, el horror parece no tener remedio, por el contrario, todo indica que empeorará.
Más allá de los mensajes en que el relato de la situación mexicana parece alejada de la realidad de nuestro país, la muerte de los jóvenes en Guerrero, hace unos días en el estado de México, o cualquier día en Michoacán o en distintas partes del país, nos habla con claridad del fracaso temprano –apenas dos años– del gobierno priísta de Enrique Peña Nieto, y de la angustia que vive casi toda la población en este país.
Y, además, el miedo. Sí, el temor del aparato de gobierno hacia la población que no lo elegió por la buena, sino que encontró la forma de aliviar alguna de sus necesidades ofertando su voto a quien lo comprara, y ya sabemos quiénes tienen el dinero para aprovechar la oferta, pero que no están de acuerdo con la forma de gobierno que se les ha impuesto, porque si bien comieron un día, han tenido que mantenerse a dieta durante los dos siguientes años. El resultado de la ecuación es simple: la gente perdió la elección.
Por eso los más sesudos logran explicarse que la seguridad es el mejor pretexto para que se esculque a un niño que aún no puede andar, o que se ataque desde los aparatos represivos a los jóvenes que manifiestan su oposición a las líneas de gobierno que se dictan desde Los Pinos. El paso arrollador del priísmo neoliberal por todo el país deja casi siempre algún titular que habla de otra desgracia para México.
Los tonos de violencia que se viven, principalmente en la provincia, empezando por el estado de México, han roto con todas las redes de seguridad legal que deberían contenerlos. No hay ley, no hay orden. Ningún recurso retórico podría hallar un rincón para esconder toda la desgracia, toda la desesperanza, todo el fracaso.
Ya se pueden contabilizar dos años más de crecimiento de la pobreza. El motor del gobierno que con sus inversiones debería ser el primer impulsor de la economía, en todos los sentidos, sigue sin poder arracar, y eso se traduce, se quiera o no, en mayores grados de violencia, y ya no es tiempo de darle la vuelta a la hoja. Violencia, nulo crecimiento económico, vivimos, debería entenderse ya, en una situación de emergencia que debe llamar la atención de todos, ya.
Esperar a que las cosas mejoren sin hacer nada para componer los problemas, sería tanto como arriesgar a que todo empeore y que el o los remedios se vuelvan aún más complicados. Lo que ocurrió en Guerrero, lo que pasó en el estado de México, lo que se presenta en Michoacán, por citar sólo algunos de los lugares donde recientemente reventó la violencia, no debe volver a ocurrir, o ¿será que lo que viene estará peor?
De pasadita
La bomba de la corrupción explotó, al parecer, en la Oficialía Mayor del Gobierno del Distrito Federal. Hay algunas versiones, grabadas, en las que se dice que el funcionario pide un sobreprecio en las llantas que se deben comprar para los vehículos del GDF. La contraloría, por su parte, se dio a la tarea de investigar a Édgar González, el mismo oficial mayor que por su parte asegura que el fusilamiento mediático al que se le ha sometido es fuego amigo, pero lo cierto es que a ese señor en los pasillos del mismo GDF lo conocen como Don Kin, mejor dicho Don quince por ciento que es lo que pide a quienes pretender vender algo al gobierno de la capital. ¿Será?

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