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miércoles, 27 de julio de 2011
México SA
Minatitlán: ¡por fin!
Doble presupuesto
Retraso: 43 meses
Carlos Fernández-Vega
¡Albricias! Con un retraso de apenas tres años y siete meses, y un presupuesto 120 por ciento superior al originalmente estimado, por fin concluyó –cuando menos eso dice el discurso– la reconfiguración de la refinería Lázaro Cárdenas, en Minatitlán, Veracruz. Rapidez ante todo, porque los dos gobiernos blanquiazules involucrados utilizaron muchísimo más dinero y hojas del calendario para concluir una obra anunciada por Vicente Fox el 12 de mayo de 2003, e inaugurada apenas ayer por Felipe Calderón.
En la primera fecha referida, el de las ideas cortas y la lengua larga con bombo y platillo en la residencia oficial anunció el inicio formal del proceso de reconfiguración de la refinería Lázaro Cárdenas, para lo cual el erario destinaría mil 600 millones de dólares (17 mil millones de pesos al tipo de cambio de esa fecha); la obra concluiría –según dijo– en diciembre de 2007 y la inversión permitiría ampliar de 186 a 350 mil barriles diarios la capacidad de refinación de esta planta industrial.
En la segunda fecha referida, el ronco inquilino de Los Pinos (“perdón que no pueda hablar con toda la emoción que quisiera, porque ando un poquito mal de la garganta”, explicó ayer a su auditorio), también con bombo y platillo, anunció (apenas con 43 meses de retraso, o, si se prefiere, casi el doble del tiempo originalmente previsto para concluir la obra) el final feliz de la reconfiguración de la refinería Lázaro Cárdenas, aunque para ello la inversión total superó los 3 mil 500 millones de dólares (42 mil millones de pesos al tipo de cambio actual), un monto 120 por ciento mayor al anunciado aquel 12 de mayo de 2003, dato este último, que, desde luego, quedó fuera del discurso calderonista.
En efecto, fueron necesarios (es un decir) dos inquilinos de Los Pinos (Fox y Calderón), seis secretarios de Energía (Martens, el propio Calderón, Elizondo, Canales, Kessel y Meade) y cuatro directores generales de Petróleos Mexicanos (Muñoz Leos, Ramírez Corzo, Reyes –Heroles– González y Suárez Coppel), para que, por fin, se diera por concluida la desesperantemente lerda reconfiguración de la refinería más antigua de América Latina (en funcionamiento desde 1906 y propiedad de la compañía petrolera trasnacional El Águila, hasta el 18 de marzo de 1938) con el fin de ampliar sus capacidades, aunque en esto, en sentido contrario de lo sucedido con tiempo y dinero, los gobiernos panistas se quedaron cortos, toda vez que en el planteamiento original se comprometió crecer el potencial de 186 a 350 mil barriles por día (90 por ciento de incremento), y en la celebración de ayer se presumió una capacidad de 285 mil barriles (42 por ciento de aumento).
Lo mejor del caso es que aquel 12 de mayo de 2003, el entonces director de Petróleos Mexicanos, Raúl Muñoz Leos, presumió que “la conclusión de todas las obras de la reconfiguración de la refinería de Minatitlán se estima hacia el año 2007. La inversión será de alrededor de mil 600 millones de dólares, es un esfuerzo que se ha desarrollado para mejorar la operación conjunta del sistema nacional de refinación. El proyecto de reconfiguración de esta refinería está concebido con un enfoque nuevo que busca como resultado final no sólo combustibles de mejor calidad, sino un mayor volumen de producción (y) un desarrollo esmerado que evite dificultades para culminar las obras” (¡!).
Fox informó que “está previsto que la reconfiguración completa finalice en diciembre de 2007, (porque) se abatirán tiempos y costos. Cumplimos y así vamos a seguir cumpliendo” (¡!). A su vez, el entonces director general de Pemex Refinación, Juan Bueno Torio (presente ayer en el acto de Calderón, aunque en su nueva calidad de senador de la República), y el director corporativo de Ingeniería y Desarrollo de Proyectos de la paraestatal, Andrés Moreno Fernández, explicaron el proyecto y detallaron que “la reconfiguración será concluida en un periodo estimado de 48 meses… la capacidad de proceso de crudo pasará de 186 mil a 350 mil barriles por día, con un porcentaje de 60 por ciento de petróleo pesado Maya y 40 por ciento de ligero Istmo”. Se busca, dijeron, “asegurar la calidad, tiempo y costo de las obras” (¡!).
En esa fecha el secretario de Energía del gobierno foxista era Ernesto Martens, no Felipe Calderón (él se instaló en la Sener el 2 de septiembre de 2003 y fugazmente la dejó el 31 de mayo de 2004). Eso es claro para todos, menos para el despistado titular de la cartera en el sexenio de “para vivir mejor”, José Antonio Meade, quien ayer sin sonrojarse aventó el siguiente cebollazo: “le tocó al Presidente como secretario que se gestara este proyecto en su inicio. Le tocó ver, al principio de su administración, cómo este proyecto encontraba complejidades, y le tocó instruir a todo el sector energético, al sector petrolero; que le echáramos ganas para que hoy tuviéramos en México una refinería que refleja lo mejor que esta industria puede ofrecer”. Quedó bien con el patrón, pero ¿explicó las razones del enorme retraso, del vertiginoso crecimiento del presupuesto originalmente previsto, o algo por el estilo? Nada. Total, es dinero de los mexicanos.
Ante tal lisonja, el inquilino de Los Pinos humildemente fingió amnesia para no desperdiciar la flor de Meade. Si alguien sabe cuándo Felipe dejó la Secretaría de Energía ese es, precisamente, el propio Calderón, pero hizo como que no recordaba: “este proyecto, que hoy finalmente inicia, tuvo, como dijo el secretario Meade, innumerables vicisitudes y problemas. Inició, efectivamente, allá por el año 2003-2004, en que desempeñé, efectivamente, el cargo de secretario. Y a mi llegada a la Presidencia de la República, como ha dicho el secretario Meade, la refinería, la reconfiguración llevaba ya un significativo retraso”, aunque él mismo prometió concluir los trabajos en 2009. Lo importante, pues, son las promesas y los cebollazos
Es tal la felicidad, que no hubo tiempo para que alguien de los involucrados en todo esto se tomara la molestia de explicar a los mexicanos las causas del enorme retraso y de la duplicación del presupuesto. Por cierto, se fue Fox con su equipo y llegó Calderón con el suyo, pero el único que permanece inamovible es Carlos Romero Deschamps.
¿Y la Refinería Bicentenario? Al ritmo que llevan, para el siglo L.
Las rebanadas del pastel
Bara, bara: se publicó en este espacio que entre 2000 y 2011 partidos políticos e instituciones electorales se repartieron un botín de 153 mil 528 millones de pesos (todos, recursos fiscales). Pues bien, habrá que considerar otro bombón: 15 mil 905 millones, monto requerido por el IFE para 2012, año de elección presidencial. Esta cantidad resulta casi 35 por ciento mayor al presupuesto utilizado en el proceso de 2006 y 92 por ciento mayor al de 2000. Sin duda, nuestros impuestos trabajan.
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