martes, 13 de septiembre de 2011

El genocida y el otro


Pedro Miguel

En la primera ronda de las elecciones presidenciales, realizada el domingo en Guatemala, el general (r) Otto Pérez Molina, candidato del Partido Patriota (PP), obtuvo 37.16 por ciento de los sufragios (867 mil). En segundo lugar quedó Manuel Baldizón, de Libertad Democrática Renovada (Lider), con 22 por ciento de los votos (510 mil). De acuerdo con la ley, ambos disputarán la presidencia en una segunda vuelta comicial, prevista para el próximo 6 de noviembre.

Pérez Molina es responsable de cuando menos 20 masacres perpetradas en el municipio de Nebaj, Quiché, entre 1982 y 1983, cuando era mayor del ejército. Por ese entonces era capaz de torturar y asesinar a sospechosos de pertenecer a la guerrilla y de hacer declaraciones a cámara, con una frialdad ejemplar, frente a los cadáveres, o de mostrar a periodistas extranjeros los campamentos en los que se recluía a los sobrevivientes de los pueblos víctimas de las carnicerías. Recitaba como loro pasajes de la doctrina contrainsurgente (la parábola del agua y del pez, por ejemplo) y elogiaba la capacidad de destrucción antipersonal de la artillería israelí reglamentaria entre las fuerzas bajo su mando y de los helicópteros artillados estadunidenses desde los cuales se podía diezmar a la población civil sin correr riesgos. Para ver tales escenas basta con buscar en YouTube el nombre “Otto Pérez” o el programa “Titular de hoy: Guatemala”.

Su profesionalismo le permitió subir con agilidad por el escalafón de las fuerzas armadas, de modo que para 1996 apareció, ya con uniforme de general, como firmante del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, al lado de los comandantes guerrilleros de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), se tomó la foto con Rigoberta Menchú y se hizo llamar “el general de la paz”.

Año y medio después, en la ciudad de Guatemala, fue brutalmente asesinado el obispo Juan José Gerardi, defensor de derechos humanos y antiguo titular de la diócesis de El Quiché. Desde ese cargo, Gerardi denunció los crímenes del ejército y exigió el cese de las matanzas, por lo que fue amenazado de muerte. Tras unos años de exilio, Gerardi formó parte de la Comisión Nacional de Reconciliación, en representación del Episcopado, y encabezó el proyecto REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica), cuya documentación fue presentada el 24 de abril de 1998. Dos días más tarde, Gerardi fue hallado en el interior de su residencia con el cráneo destrozado a golpes. Investigaciones subsecuentes demostraron la participación en el crimen de militares del Estado Mayor Presidencial, y uno de los testigos del proceso informó que Otto Pérez Molina había participado en la supervisión del asesinato. Los fiscales y jueces a cargo del caso recibieron amenazas de muerte y tuvieron que abandonar el país.

Al igual que Pérez Molina, Manuel Baldizón promete gobernar con “mano dura”. Este populista de derecha, con experiencia en sacar provecho de las obras públicas e importador de cerveza mexicana Tecate, es, además, un comprador de diputados en el Congreso, donde conformó, a punta de sobornos, la segunda fuerza, lo que le otorgó un formidable poder de negociación. De acuerdo con el cable 09GUATEMALA969 de Wikileaks (WL), el candidato presidencial pagó 60 mil dólares por cabeza a nueve legisladores de la aún gobernante Unión Nacional de la Esperanza (UNE) para que defeccionaran y se unieran a su partido. Otra de sus prácticas, como presidente de la Comisión de Finanzas del Legislativo, era usar el puesto “para asignar fondos para los distritos de algunos diputados y así ganarse su lealtad”, según WL 08GUATEMALA150.

Hay indicios de que Baldizón podrá traficar algo más que influencias. Una mácula escandalosa en su expediente es su vieja relación con los Mendoza Matta, quienes tienen fama pública de narcotraficantes. Forman parte, a decir del todavía presidente Álvaro Colom, de “los narcos que nadie toca”.

Entre sus más prominentes promesas de campaña, Baldizón ha ofrecido ejecutar a 10 delincuentes por mes durante su primera etapa de gobierno y lograr que su país clasifique a un Mundial de futbol. De acuerdo con un estudio de InSightCrime.org, la familia de Baldizón controla en El Petén hoteles, restaurantes, talleres mecánicos, distribuidoras de bebidas, transportes terrestres y aéreos, constructoras, centros comerciales, hospitales y medios informativos. Una de las semillas de la fortuna familiar, a decir de ese documento, es el saqueo y tráfico de piezas arqueológicas de la región.

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