Manú Dornbierer
Éste es un documento escrito que debe conocer el lector y guardar para la Historia. Es de los que marcan un hito, un suceso especial que determina otros sólo explicables por él. Ejemplo: Conocimos al “estadista” Vicente Fox con aquel “Comes y te vas”, dicho a Fidel Castro. Recuperé en mi libro Foxtrot de 2002 la conversación entre ambos presidentes, famosa para siempre. La crónica que hoy rescato puede ser definitiva en la vida del país. Da cuenta del nacimiento del movimiento estudiantil “ Yo soy 132” .
LO SUCEDIDO enla UNIVERSIDAD IBERO AMERICANA. (Testigo presencial)
“Enrique Peña Nieto, con los brazos y las piernas cruzadas, tiene el rostro desencajado. Sentado entre dos académicos dela Universidad Iberoamericana , al centro del escenario, es imposible disimular la boca apretada, los ojos fulminantes y el gesto cada vez más endurecido por los embates de los estudiantes, que cada cinco minutos lo abuchean.
Tiene de frente un escenario desconocido para él en 46 días de campaña presidencial: No le habla a “eactivistas”, simpatizantes mujeres que se mueren por un beso suyo; la mayoría de los ocupantes de las 300 butacas del auditorio José Sánchez Villaseñor lo critican, lo espetan, lo repudian y hasta se burlan de él a unos metros de su cara.
El presidenciable no puede ni siquiera hablar sin interrupciones. “¡Asesino!, ¿y Atenco?”, “¡Ignorante, ponte a leer!”, “¡Telecandidato basura!”, le vociferan los alumnos, quienes interrumpen al ex gobernador cada vez que pueden. Si no le pueden gritar, sacan cartulinas con leyendas como “¡Peña, entiende, la gente pensante no te quiere!” o máscaras con el rostro del ex presidente Carlos Salinas, que distraen al priísta.
Cada crítica a Peña Nieto es festejada con una ovación; cada respuesta del candidato es castigada con un “¡Buuu!”; cada tímido aplauso de una minoría que simpatiza con el priista es superada sonoramente por silbidos contra el mexiquense, iluminado por una luz blanca que le acentúa las facciones descompuestas. Peña Nieto suda, se mueve en la silla, sonríe con una mueca y regresa a su rostro desencajado. Nadie pensó que ese día que comenzó tan bien se convertiría en un desastre.
La mañana de este viernes, el equipo de la coalición “Compromiso por México” sentía que su candidato presidencial había salido airoso de una entrevista en radio con la periodista Carmen Aristegui; aseguraban que, pese a la animadversión que hay entre él y ella, Peña Nieto había salido sin rasguños del encuentro. Con esa certeza, llegaron sonrientes a las instalaciones dela Universidad Iberoamericana , en el poniente de la Ciudad de México. Los recibió una comitiva encabezada por el rector José Morales Orozco y, a prisa, afinaron los detalles del encuentro, que preveía 300 alumnos dentro del auditorio y el resto en la explanada, donde podrían ver a las 10:00 horas el foro “Buen Ciudadano Ibero” en pantallas gigantes.
A las 08:00 horas, con la explanada repleta, comenzó el primer incidente: Un grupo de estudiantes acusaron que un hombre de traje oscuro y corbata azul, integrante del equipo de Enrique Peña Nieto, ofrecía 250 pesos a cada joven para que no hiciera preguntas incómodas.
Una hora más tarde, varios estudiantes confirmaron el rumor que circulaba en la universidad y en redes sociales: Habría una protesta dura contra el candidato presidencial, que consistía en sacar mantas, cartulinas, gritar consignas y pintarse de color rojo para simular un sangrado profuso.
Así que circularon máscaras de cartón, plumines, cartulinas y mantas para recibir con protestas a Peña Nieto. Un alumno de la carrera de Ciencias dela Comunicación , Sergio Villanueva, encendió los ánimos cuando tiñó de sangre artificial un copete plastificado que usan los simpatizantes del ex gobernador. En respuesta, otros jóvenes corrieron al estacionamiento, abrieron las cajuelas de sus autos y sacaron láminas – idénticas a las de los mítines del PRI – para apoyar a su candidato.
Unos y otros se enfrentaban a gritos. “¡Jodidos!”, les gritaban unos; “¡ustedes ya ni son alumnos”, respondían otros. Ante la acusación, los que coreaban a Peña Nieto no quisieron mostrar sus credenciales vigentes de alumnos a la prensa. “¡Los llamó el PRI, aquí ni estudian!”, reviraban los quejosos.
Con ese ánimo, Peña Nieto entró por una puerta lateral al auditorio, se sentó e inauguró sonriente el encuentro. Pensó, equivocadamente, que lo peor había pasado. El candidato presidencial comenzó puntual a las 10:00 horas. Habló cerca de una hora y expuso su proyecto de nación en temas como crecimiento económico, combate a la pobreza, seguridad, apoyo al campo y turismo. Lo hizo interrumpidamente, entre interpelaciones de quienes estaban dentro del auditorio y de los abucheos de quienes estaban en la explanada y que colaban sus gritos cada vez que alguien abría la puerta del foro.
“¡La Ibero está con AMLO, no con Peña!”, “¡La prole de la Ibero no te quiere de presidente!”, “¡Hijo de la chingada, asesino de pobres!”, “¡Obrador, presidente!”, “¡Atenco no se olvida!”, vociferaban los estudiantes más activos, que recibían aplausos generalizados de alumnos y hasta profesores que siguieron las palabras de Peña Nieto hasta en los pasillos.
Afuera del auditorio, la diputada federal Carolina Viggiano, cuñada del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y coordinadora de Vinculación conla Sociedad Civil en la campaña de Peña Nieto, estaba furiosa. Pedía a gritos que alguien controlara a los jóvenes.
“¡Somos invitados, no nos pueden tratar así!”, reclamaba Viggiano, quien en respuesta recibió la negativa de callar a los alumnos en su universidad. Cuando los medios de comunicación le pidieron su nombre a la legisladora, respondió de manera brusca. “¡Investiguen, no les voy a decir!”.
Pero no hubo quien detuviera a los alumnos. Siguieron así durante una hora, al centro de la explanada, gritando hasta desgañitar la garganta, con las manos manchadas de rojo y sosteniendo carteles. Como Renata Espinosa de los Monteros, de la carrera de Arquitectura, muchos sacrificaron el “look”, manchar su ropa de marca, arruinar el bronceado y despeinarse… para demostrarle a Peña Nieto que ellos no son “gaviotas” ni “copetudos”.
Adentro del auditorio, el ambiente no era menos tenso. En la sesión de preguntas y respuestas, al ex gobernador del Estado de México le llovieron cuestionamientos incómodos: Los feminicidios, el operativo en Atenco, la pobreza de su entidad, su relación con Elba Esther Gordillo, la deuda en Coahuila que dejó Humberto Moreira y su relación con las televisoras.
Moisés, Anaís, Raúl, Adrián, Mariano, Alejandra, entre muchos otros alumnos, integraron las preguntas de los cinco bloques que llevaron el enojo de Peña Nieto al máximo. Cada cuestionamiento difícil arrancaba aplausos y el presidenciable arrugaba cada vez más la frente.
Protestas, ironías, interpelaciones… así pasaron 30 largos minutos de preguntas y respuestas para Peña Nieto. Con alivio, dio por terminado el foro al filo de las 11:38 horas y se despidió mientras caminaba por la puerta lateral del auditorio.
“¡Fuera, fuera!”, “¡Asesino, asesino!”, coreaban los alumnos. El grito resonó en toda la universidad.La Universidad Iberoamericana vibraba corriendo a gritos a quienes las encuestas ven como el más cercano político a la Presidencia de la República.“Por fin, acabó”, dijo un miembro del equipo de seguridad de Peña Nieto. Pero no; lo peor aún estaba por venir.
Para evitar que se topara de frente con sus detractores, el candidato presidencial salió corriendo del auditorio, rodeado de guardaespaldas. Atravesó la puerta del auditorio, cruzó un pasillo solitario en la biblioteca, entró al edificio de la carrera de Arquitectura y subió al segundo piso para llegar al Departamento de Diseño Ambiental, donde lo esperaba el rector. Se despediría e iría a una reunión en el Club de Industriales en Polanco.“Es para que vean que somos fresas, pero no pendejos”, comenta la estudiante, quien mira con orgullo la manta en la que se lee “Todos somos Atenco”.
Satiricosas @gmail.com
LO SUCEDIDO en
“Enrique Peña Nieto, con los brazos y las piernas cruzadas, tiene el rostro desencajado. Sentado entre dos académicos de
Tiene de frente un escenario desconocido para él en 46 días de campaña presidencial: No le habla a “eactivistas”, simpatizantes mujeres que se mueren por un beso suyo; la mayoría de los ocupantes de las 300 butacas del auditorio José Sánchez Villaseñor lo critican, lo espetan, lo repudian y hasta se burlan de él a unos metros de su cara.
El presidenciable no puede ni siquiera hablar sin interrupciones. “¡Asesino!, ¿y Atenco?”, “¡Ignorante, ponte a leer!”, “¡Telecandidato basura!”, le vociferan los alumnos, quienes interrumpen al ex gobernador cada vez que pueden. Si no le pueden gritar, sacan cartulinas con leyendas como “¡Peña, entiende, la gente pensante no te quiere!” o máscaras con el rostro del ex presidente Carlos Salinas, que distraen al priísta.
Cada crítica a Peña Nieto es festejada con una ovación; cada respuesta del candidato es castigada con un “¡Buuu!”; cada tímido aplauso de una minoría que simpatiza con el priista es superada sonoramente por silbidos contra el mexiquense, iluminado por una luz blanca que le acentúa las facciones descompuestas. Peña Nieto suda, se mueve en la silla, sonríe con una mueca y regresa a su rostro desencajado. Nadie pensó que ese día que comenzó tan bien se convertiría en un desastre.
La mañana de este viernes, el equipo de la coalición “Compromiso por México” sentía que su candidato presidencial había salido airoso de una entrevista en radio con la periodista Carmen Aristegui; aseguraban que, pese a la animadversión que hay entre él y ella, Peña Nieto había salido sin rasguños del encuentro. Con esa certeza, llegaron sonrientes a las instalaciones de
A las 08:00 horas, con la explanada repleta, comenzó el primer incidente: Un grupo de estudiantes acusaron que un hombre de traje oscuro y corbata azul, integrante del equipo de Enrique Peña Nieto, ofrecía 250 pesos a cada joven para que no hiciera preguntas incómodas.
Una hora más tarde, varios estudiantes confirmaron el rumor que circulaba en la universidad y en redes sociales: Habría una protesta dura contra el candidato presidencial, que consistía en sacar mantas, cartulinas, gritar consignas y pintarse de color rojo para simular un sangrado profuso.
Así que circularon máscaras de cartón, plumines, cartulinas y mantas para recibir con protestas a Peña Nieto. Un alumno de la carrera de Ciencias de
Unos y otros se enfrentaban a gritos. “¡Jodidos!”, les gritaban unos; “¡ustedes ya ni son alumnos”, respondían otros. Ante la acusación, los que coreaban a Peña Nieto no quisieron mostrar sus credenciales vigentes de alumnos a la prensa. “¡Los llamó el PRI, aquí ni estudian!”, reviraban los quejosos.
Con ese ánimo, Peña Nieto entró por una puerta lateral al auditorio, se sentó e inauguró sonriente el encuentro. Pensó, equivocadamente, que lo peor había pasado. El candidato presidencial comenzó puntual a las 10:00 horas. Habló cerca de una hora y expuso su proyecto de nación en temas como crecimiento económico, combate a la pobreza, seguridad, apoyo al campo y turismo. Lo hizo interrumpidamente, entre interpelaciones de quienes estaban dentro del auditorio y de los abucheos de quienes estaban en la explanada y que colaban sus gritos cada vez que alguien abría la puerta del foro.
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Afuera del auditorio, la diputada federal Carolina Viggiano, cuñada del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y coordinadora de Vinculación con
“¡Somos invitados, no nos pueden tratar así!”, reclamaba Viggiano, quien en respuesta recibió la negativa de callar a los alumnos en su universidad. Cuando los medios de comunicación le pidieron su nombre a la legisladora, respondió de manera brusca. “¡Investiguen, no les voy a decir!”.
Pero no hubo quien detuviera a los alumnos. Siguieron así durante una hora, al centro de la explanada, gritando hasta desgañitar la garganta, con las manos manchadas de rojo y sosteniendo carteles. Como Renata Espinosa de los Monteros, de la carrera de Arquitectura, muchos sacrificaron el “look”, manchar su ropa de marca, arruinar el bronceado y despeinarse… para demostrarle a Peña Nieto que ellos no son “gaviotas” ni “copetudos”.
Adentro del auditorio, el ambiente no era menos tenso. En la sesión de preguntas y respuestas, al ex gobernador del Estado de México le llovieron cuestionamientos incómodos: Los feminicidios, el operativo en Atenco, la pobreza de su entidad, su relación con Elba Esther Gordillo, la deuda en Coahuila que dejó Humberto Moreira y su relación con las televisoras.
Moisés, Anaís, Raúl, Adrián, Mariano, Alejandra, entre muchos otros alumnos, integraron las preguntas de los cinco bloques que llevaron el enojo de Peña Nieto al máximo. Cada cuestionamiento difícil arrancaba aplausos y el presidenciable arrugaba cada vez más la frente.
Protestas, ironías, interpelaciones… así pasaron 30 largos minutos de preguntas y respuestas para Peña Nieto. Con alivio, dio por terminado el foro al filo de las 11:38 horas y se despidió mientras caminaba por la puerta lateral del auditorio.
“¡Fuera, fuera!”, “¡Asesino, asesino!”, coreaban los alumnos. El grito resonó en toda la universidad.
Para evitar que se topara de frente con sus detractores, el candidato presidencial salió corriendo del auditorio, rodeado de guardaespaldas. Atravesó la puerta del auditorio, cruzó un pasillo solitario en la biblioteca, entró al edificio de la carrera de Arquitectura y subió al segundo piso para llegar al Departamento de Diseño Ambiental, donde lo esperaba el rector. Se despediría e iría a una reunión en el Club de Industriales en Polanco.“Es para que vean que somos fresas, pero no pendejos”, comenta la estudiante, quien mira con orgullo la manta en la que se lee “Todos somos Atenco”.
Satiricosas @gmail.com
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