esde el inicio de su mandato, AMLO introdujo una marcada preferencia en valores y prioridades distinta a lo anterior. La distancia se vio, de golpe, con el retorno a los clásicos principios de la diplomacia tradicional mexicana. La petición de reconocer errores y atropellos, cometidos en el pasado, fue solicitada, por carta y a pleno pulmón pero con resonancias y concordancia política. Las misivas las dirigió al Vaticano por los muchos dolores y muertes de naturales ocasionados por los curas y monjes de esa grey. La siguiente la dirigió al rey de España por las muchas tropelías genocidas a partir de la llamada conquista y seguidas durante el virreinato. Se obtuvieron respuestas a medias y titubeantes desde Roma. Nula palabra oficial desde la llamada madre patria.
En lo interno, el gobierno actuó en consecuencia. Ha sido desde entonces casi constante postura el solicitar perdones varios por heridas, olvidos y agresiones infligidas a distintos grupos o pueblos, a veces, durante siglos. La misiva principal fue escriturada al borbón español en su representación de la monarquía que preside. No hubo la respuesta esperada, directa y contrita. Pero la corajuda solicitud de AMLO quedó inscrita y abrió un tajo difícil de sanar. Se oyeron varios alegatos indirectos de personajes plagados de colas ya bien pisadas. Todas ellas envueltas en la tradicional postura de continuar con su ilusión conquistadora, de excelsos aventureros. Ahora hasta bautizados como civilizadores. Ellos fueron y son, en esa narrativa heroica, los triunfadores. Los nuestros sólo alcanzan a figurar como derrotados servidores, carne de explotación inmisericorde.
El ambiente y la comprensión vigente en España acerca de lo sucedido a partir del año 1500 de esta era es de larga data, décadas por decirlo con precisión. Se ven a sí mismos como insignes soldados, magistrales generales de un reino que fue imperio global. De ahí nace y se reproduce una soberbia imagen de hidalgos que se arraigó con fuerza en el fascismo franquista para quedar enquistado desde esos terribles tiempos. Jamás han aceptado el saqueo desmedido llevado a cabo con cinismo rampante en sus territorios y colonias. También desconocen los genocidios perpetrados contra los diferentes pueblos de estas sufridas tierras, versadas en contactos con tan agresivas conductas. La excusa de los distintos tiempos continúa sirviendo para disculpar delitos y tragedias Los saldos que se obtienen del recuento histórico no dejan rincón hacia dónde hacerse: más destrucción que desarrollo, más dolor que paz y contento, más pobreza y hondas divisiones de clase. Se adicionó arraigado racismo que sujetó a colonizados respecto a los actores venidos de la metrópoli. Racismo que, desafortunadamente, se ha bifurcado en incontables meandros y vertientes en el presente.
El haber incidido en estas lides de perdones y claridades de relatos novedosos, al despuntar de un nuevo gobierno, dio cuerpo a la interrelación externa-interna de la política exterior. Cavando en esas honduras llenas de pliegues de supuestas inferioridades, corajudas resistencias y fracasos, se inscribe la distinta versión que ha calado en un nervio vital de la actualidad. Pero a la consagrada tertulia local, injertada ya en feroz oposición, tal petición le pareció un grito de ignorante de la historia y las buenas maneras. Un simple desplante de provinciano carente de los significados y de serias líneas de una política exterior sana, inteligente y moderna. Nada hay de eso, alegan los opositores que catalogan a la petición como tontera, aunque vaya insertada de reconstrucción de principios y afanes independientes. Una en verdad política definitoria de soberana intención de fincarse desde los meros orígenes en la defensa de los injustamente sometidos. Una interpretación que pretende acunarse en un horizonte de dignidad propia.
A partir de estos llamados, saldados con los perdones internos a yaquis, pueblos mayas, desaparecidos y demás actos de contrición, se hilvanaron palabras y actos concurrentes. Ya fuera en Nueva York como, después, en Washington de todos los poderes admirados. La inesperada postura de AMLO, oteando el horizonte y las realidades del poder mundial, postuló sin ambages compleja alternativa de competencia integrada, como estrategia continental. Y lo hace frente a las rivalidades, ya en marcha con oriente, con el aliento capaz de evitar futuras confrontaciones agresivas. Pero la intención de ensanchar la mirada y relacionarla con oportunidades de un mercado de trabajadores capaces y disponibles, abrió puertas que, hasta hoy, permanecen torpemente cerradas a los flujos migratorios. La cátedra local ha callado ante el inusitado despliegue de ideas y propuestas de AMLO, sin reconocer y recapacitar en el aluvión de epítetos y augurios de pleitos inevitables y catástrofes inminentes que atiborraron con sus voces los aires comunicativos.
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