sábado, 11 de octubre de 2014

Los de abajo

No fueron afectados
Gloria Muñoz Ramírez
N
o fueron afectados, presidente, fueron asesinados. Ahora resulta que todo el mundo lo sabía y que nadie dijo nada. Dicen arriba que es cosa del crimen organizado coludido con unos cuantos policías, un alcalde de poca monta, su esposa y su cuñado. Y la versión de la guerrilla local no es muy distinta. Brigadas de ajusticiamiento contra el grupo delincuencial Guerreros Unidos, como si fuera nota roja, como si no se tratara de un crimen de Estado.
¿Qué se puede aportar en un ambiente tan enrarecido? Que si Cuauhtémoc Cárdenas fue agredido por la gente que lo ubica como lo que es: el fundador y figura moral del Partido de la Revolución Democrática, el mismo al que pertenecen el gobernador defendido hasta la ignominia por sus correligionarios, el alcalde prófugo y toda la bola de cómplices de la matanza. Inadmisible la agresión. Sí. Pero por qué no hay un análisis que ubique la indignación de los jóvenes y familiares en el rechazo total a esa institución electoral y electorera que no se ha tentado el corazón para incluir en sus filas a potenciales delincuentes. Decirlo es políticamente incorrecto y una puede ser acusada de alentar la violencia. Y no es así. El pueblo tiene memoria.
Los estudiantes sobrevivientes a lo innombrable narran la persecución y la matanza. Circulan videos en los que detallan la angustia y el terror vividos. Ofrecen pruebas gráficas de las patrullas involucradas. Y rechazan una y otra vez la versión oficial que circula como adelanto de lo que viene. Ellos y los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos niegan que sean de sus hijos y compañeros los cadáveres encontrados en ahora nueve fosas clandestinas. El Vivos se los llevaron, vivos los queremos es más que una consigna. ¿Qué más se puede decir después de esto?
La condena nacional e internacional llegó, aunque con 14 días de retraso. Mientras los estudiantes del Politécnico acaparaban las cámaras y la interlocución, los indígenas y campesinos de Ayotzinapa eran relegados. Tuvieron que aparecer las fosas para dimensionar la tragedia y para que la prensa internacional se diera su vuelta. Y luego eldescubrimiento de lo que ahora, dicen, todo mundo sabía.
¿Qué pedir ahora? ¿La renuncia del gobernador Ángel Aguirre? Es nada y ni eso quieren dar. Si Zedillo pasó a la historia como el responsable de la matanza de Acteal, por qué ahora no se fincan responsabilidades presidenciales. ¡Qué se vayan todos!, como dicen los argentinos.

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