jueves, 9 de octubre de 2014

México SA

Muere la Bicentenario
El vodevil transexenal
Boicot a Luis Estrada
Carlos Fernández-Vega
¿Q
ué fue de aquel compromiso de campaña electoral, firmado ante notario público, que haría realidad lo que el calderonato descaradamente incumplió? Pues terminó donde suelen depositarse todas las ofertas de los candidatos a un cargo de elección popular, es decir, en el bote de la basura.
El 20 de mayo de 2012, en la plaza de toros de Pachuca, el abanderado priístaEnrique Peña Nieto ofreció a los hidalguenses dos cosas concretas: construir la refinería Bicentenario, en Tula, y un aeropuerto en Tizayuca, obras que sólo han sido promesas que nosotros haremos realidad, según dijo.
Pues bien, 29 meses después de aquel compromiso torero, y a casi dos años de haberse instalado en Los Pinos, el gobierno peñanietista anuncia que si los mexicanos (con los hidalguenses a la cabeza) saben contar, pues que no cuenten con la refinería Bicentenario en Tula (ni en ninguna otra parte) por la simple y sencilla razón de que no se construirá (tampoco el nuevo aeropuerto en Tizayuca, porque se hará en Texcoco).
Y lo anterior no es una ocurrencia, como dijo el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, sino que no habrá nueva refinería porque es lo que más conviene al país y a Petróleos Mexicanos, o lo que es lo mismo, exactamente lo contrario de lo anunciado allá por los tiempos de la campaña electoral.
En noviembre de 2013 este mismo personaje anunció que la construcción de la refinería Bicentenario estará supeditada a la aprobación de la reforma energética, que fue aprobada por el Congreso, y en lugar de ponerle fecha al primer ladrillo Pedro Joaquín Coldwell anunció, el pasado 6 de octubre, que aquel compromiso del candidato Peña Nieto en la plaza de toros de Pachuca y la respectiva firma ante notario público no trascendieron el discurso, como en tantas otras ocasiones.
Las vueltas que da la vida: en septiembre de 2009 el entonces gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, reclamaba airadamente porque su administración (léase los hidalguenses) se endeudó con mil 500 millones de pesos para adquirir las 700 hectáreas de terreno en las que se construiría la Bicentenario y así cumplir con los requerimientos de Pemex, para que al final de cuentas –en ese entonces– la obra presentara un desesperante retraso y los prometidos empleos por tal acción se mantuvieran brillando por su ausencia.
Hoy, Osorio Chong es el secretario de Gobernación de Enrique Peña Nieto, quien, por medio del titular de Energía, anuncia formalmente que no se construirá la Bicentenario, que no se concretará la multimillonaria inversión prometida a los hidalguenses y que éstos se quedarán sin los empleos que generaría tan magna obra (alrededor de 50 mil, entre directos e indirectos) y sin la multimillonaria derrama económica asociada a la refinería.
Y ahora el inquilino de Bucareli está obligado a defender la decisión de EPN, aunque sea contraria a los hidalguenses. Pero finalmente no hay de qué preocuparse, pues Pedro Joaquín Coldwell ya dijo brillantemente que a los citados terrenos adquiridos se les puede dar un uso distinto al original, con todo y sus mil 500 millones de pesos de deuda adicional, los cuales, obviamente, pagarán los que se quedaron sin refinería y sin empleos. A cambio, mayor importación de petrolíferos.
El origen de este vodevil se remonta a los tiempos de Felipe Calderón, quien el 18 de marzo de 2008 anunció que dada la creciente importación de petrolíferos he girado instrucciones a la Secretaría de Energía y al director general de Pemex para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional. Esta es una buena manera de celebrar el 70 aniversario de la expropiación petrolera.
En el recuento, Felipe Calderón anunció en cinco ocasiones distintas (en todas ellas como si se trata de una novedad) la construcción de la Bicentenario. Si ese nefasto personaje hubiera cumplido, por estas fechas México estaría a punto de inaugurar la primera refinería en 35 años y la importación de petrolíferos se hubiera reducido en aproximadamente 300 mil barriles diarios. Además, no pocos mexicanos contarían con empleo formal y el depauperado estado de Hidalgo contaría con un nuevo pulmóneconómico para su desarrollo.
Por aquellos ayeres, la entonces secretaria de Energía, Georgina Kessel, aseguró que no hay retrasos ni está en duda la construcción de la refinería Bicentenario, y sólo se registraban algunos ajustes en el calendario. El también por esos tiempos director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles junior, decía lo mismo y negaba cualquier posibilidad de que el proyecto abortara.
Aún más, la señora Kessel advirtió que para satisfacer la creciente demanda interna de petrolíferos, México requerirá construir una nueva refinería cada tres o cuatro años, durante las próximas dos décadas, además de concluir la reconfiguración de las refinerías existentes. Importamos cuatro de cada diez litros de la gasolina que consumimos, y de no hacer nada en el crecimiento de la demanda, muy pronto la mitad de nuestro consumo de gasolina será cubierta con importación. Bajo este esquema estamos trasladando empleos, inversiones e impuestos al extranjero en vez de generarlos en México; no hemos aprovechado que la industria de la refinación mundial se ha mantenido en la parte alta del ciclo, con rendimientos superiores a 20 por ciento.
Ambos personajes fueron expulsados del gabinetazo calderonista, y a estas alturas (como tantos otros ex funcionarios) afanosamente trabajan para las trasnacionales energéticas que están más que puestas para clavar los colmillos al petróleo otrora mexicano, mientras los ajustes de calendario no fueron otra cosa que la cancelación definitiva de la Bicentenario.
Calderón incumplió descaradamente en la refinería Bicentenario, pero llegó el chapulín tricolor y prometió enmendar el tiradero dejado por su antecesor que sólo prometía obras que nosotros haremos realidad. Y, como se documenta, EPN cumplió a cabalidad.
Las rebanadas del pastel
El gran Luis Estrada (La ley de Herodes, El infierno) denuncia el boicoteo de Televisa a su nueva película La dictadura perfecta, en la que denuncia la relación perversa de un poder con otro poder para proteger sus intereses (léase el inquilino de Los Pinos y la propia televisora). Era más que previsible, porque Emilio Azcárraga y su fábrica de sueños se especializan en censurar, desinformar y boicotear. Entonces, el mejor apoyo que puede darse a la difusión de esta cinta, que se estrena el próximo 16 de octubre, es asistir y promover para que la censura se la metan por donde les quepa.
Twitter: @cafevega

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