sábado, 11 de octubre de 2014

Riesgo de contagio y balance

Bernardo Bátiz V.
C
on el título no me refiero al publicitado ébola, que se cierne como una amenaza sobre el mundo, me refiero a la descomposición en todo el país que parece a punto de contagiar a la ciudad de México, que aún es, más por sus ciudadanos que por algunas de sus autoridades, un fuerte que resiste al asedio. Atento a lo que pasa en el estado de México, Morelos, Guerrero, en el norte y en prácticamente todos lados, tenemos que estar alerta para mantener sin contagio a nuestra capital.
Pensando en eso, me propuse por mi cuenta, sin ser auditor ni contralor, un balance subjetivo de lo que percibe un ciudadano cualquiera, pero pensante, sobre la situación del Distrito Federal: cuáles son los pros y los contras; el debe y el haber; cuál el ser y cuál el deber ser.
En cuanto a las políticas que orientan la administración del Distrito Federal, en el haber ocupan lugar fundamental los programas sociales ya consolidados y arraigados, que bien abastecidos por el gobierno local dan vida a la economía popular, contribuyen al equilibrio social y a la igualdad, que es un factor de estabilidad y, por tanto, un antídoto contra la violencia.
En este punto, en el debe, está el descontento ciudadano por los aumentos en la tarifa del Metro, los incrementos en cobros de luz, agua y predial, que alteran con justa razón el buen ánimo de los capitalinos; también enojan y deben revisarse y atenuarse las disposiciones del Hoy no Circula sabatino, que pegó en la línea de flotación de la economía popular de una buena parte de la población, la que usa sus vehículos utilitarios para ganarse el sustento.
Otra buena, del lado del haber, es la propuesta oportuna de revisar e incrementar el salario mínimo, solo que proponer debe ir acompañado de medidas que contrarresten el debe, constituido por el gran número de trabajadores por honorarios dentro de la burocracia local y el atraso en los pagos de salarios; son negativos también los horarios desordenados y arbitrarios, y la terrible contratación de empresas intermediarias para servicios de limpieza, mantenimiento y seguridad.
La insistencia sobre la constitución de la capital, sin duda, está del lado del haber; en otros tiempos menos turbulentos, sería un as en la mano del jefe de Gobierno, de gran valor para el juego del futuro, hoy pierde relevancia porque la atención está puesta en otros temas más cercanos al bolsillo y a la tranquilidad de los citadinos, no deja de ser, sin embargo, parte de un patrimonio político que queda en reserva.
La contrapartida la veo en el descontento creciente frente a una falta de atención, especialmente de las delegaciones, en cuanto a servicios públicos y molestias por la proliferación de dos plagas citadinas: los centros para jóvenes de consumo de alcohol, en especial cerveza, que proliferan como hongos en la humedad, y la aparición casi repentina de condominios multifamiliares en predios pequeños, que cuando están a la venta son una hermosa promesa y al ocuparse una penosa realidad. No hay autoridad que vigile el cumplimiento en espacios, medidas de seguridad, áreas comunes, calidad de materiales de construcción y acabados.
Forman el lado negativo, la atención irregular a parques, jardines y drenaje, calles llenas de baches y falta de señalamientos adecuados.
En el haber cuenta que el crimen organizado no actúa con tanta libertad como en otros lugares del país, la policía tanto preventiva como de investigación cumplen aceptablemente su papel y se respira cierta paz, más perceptible por el contraste con los vecinos. Esto se obscurece un tanto porque están incrementándose abusos policiacos, la práctica irritante de encapsular manifestantes y el que grúas y arañas empleadas sin criterio de servicio a la ciudadanía, sino con voracidad y mal talante, acosan a los citadinos.
No resulta negativo el balance, pero es necesario atender, gobernar, estar a las vivas frente a ciudadanos informados y politizados.

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