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lunes, 4 de junio de 2012
La conmoción reciente
Víctor Flores Olea
Se debió, al lado de otros acontecimientos notables, al anuncio de Reforma (por una encuesta debemos suponerla rigurosa) señalando que Andrés Manuel López Obrador alcanzaba, para todos los efectos prácticos, en la disposición del voto ciudadano, a Enrique Peña Nieto, del PRI y anexos, que según un conjunto de sondeos anteriores había punteado desde hace varios meses, por largo trecho, a los candidatos a la Presidencia de la República. La diferencia ahora era sólo de cuatro puntos porcentuales, a diferencia de los 20 o más que se habían registrado todavía recientemente.
Conmocionó la nueva cifra porque esos cuatro puntos se inscriben en los márgenes de error de toda encuesta que se respete, lo cual significa, en buen cristiano, que de hecho AMLO empataba a EPN en las preferencias electorales, con el añadido de que en los últimos tiempos ha tenido un gran empuje su ascenso, en tanto que no hay duda de que la “estrella” de Peña Nieto se ha opacado, o como han dicho algunos comentaristas, su candidatura se está hundiendo (o “despeñando”). Uno sube poderosamente mientras el otro se desinfla, lo cual hace difícil suponer que tales tendencias se van a corregir por arte de magia. Al contrario, todo indica que se reforzarán en el inmediato e inminente futuro (en las próximas cuatro semanas), hasta la elección.
Por supuesto, los enemigos de AMLO, que hace seis años inventaron lo de “peligro para México” y que ahora parecían en relativa calma, aprovecharon los incidentes del camino (se presentó la grabación, seguramente apócrifa, de una supuesta petición a empresarios de 6 millones de dólares para la campaña de AMLO, por un uruguayo que ha aclarado ya que no se pidió ningún dinero, y menos a nombre del candidato de la izquierda). Se trata obviamente de una falsificación sobre la que han pretendido lucrar los otros partidos políticos en campaña.
Por supuesto, otra vez Televisa mostró un oportunismo poco profesional al dedicar al incidente 13 minutos cuando normalmente hubiera merecido de su parte un comentario breve, a lo que se sumó la decisión del PRI de presentar una acusación ante el IFE. A estas alturas, sin embargo, en el terreno de la corrupción y de las corruptelas, puesto que la opinión pública conoce a AMLO, el candidato de la izquierda está vacunado, sin excluir que sus enemigos le estén proporcionando una publicidad positiva adicional (el “tiro por la culata” para los tramposos).
Pero, ¿a qué se debe este viraje de las preferencias electorales? Varias razones explicarían el fenómeno, y mencionaré brevemente algunas:
A) La muy pobre exhibición de Peña Nieto en sus distintas comparecencias recientes, lo mismo entrevistas, discursos o diálogos públicos. En este sentido, desde el primer momento Carlos Fuentes lo “destapó” muy agudamente (desde la presentación de un libro suyo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara), diciendo que, al margen de que no leyera los libros del escritor, a lo cual tenía pleno derecho, resultaba un “presidenciable” muy elemental y limitado intelectualmente para pretender la Presidencia de México.
B) Candidato del PRI, es verdad, pero de un PRI que en estos 12 años fuera del poder se dedicó a cualquier cosa menos a renovarse o refundarse. Y con el fardo de sus 70 años en el poder, de lo que no se puede liberar EPN, a pesar de su tesis del “entreveramiento” generacional, resultaba muy difícil que conservara la apariencia del “impoluto” con que ha pretendido mostrarse.
C) Sin duda, uno de los detonadores más potentes de la actual situación política en México, que probablemente dio en la línea de flotación a la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto, ha sido la movilización estudiantil y universitaria, que cobra ya un perfil nacional y, ¡ojalá!, una amplitud y permanencia que refrescarían y actualizarían extraordinariamente nuestra vida política.
Como se sabe, tal movilización se produjo inicialmente en la Universidad Iberoamericana, pero hoy, con la ayuda de los recursos digitales con que cuentan los estudiantes, la protesta y presencia política de los jóvenes, que fue inmediatamente adversa a Peña Nieto, se extendió a un buen número de centros de enseñanza públicos y privados del Distrito Federal, pero también a buen número de universidades del país.
A partir de entonces los “chispazos” movilizadores se han sucedido rápidamente y, por supuesto, no pueden pasarse por alto las “marchas” o manifestaciones antiPeña Nieto, a las cuales se han sumado contingentes importantes de la sociedad civil. Se crea y consolida, pues, rápidamente, un clima o atmósfera muy contraria a la candidatura del PRI, que muestra ya sus efectos en las “correcciones” importantes de algunas encuestadoras.
Hemos colocado la movilización juvenil y universitaria como uno de los ejes que determinan hoy los posibles cambios políticos del país, sobre todo en este tiempo electoral. Se trata, por supuesto, de un sector importante de la sociedad mexicana que “toma la calle”. Pero creo que lo fundamental es de orden cualitativo y no sólo cuantitativo. Debe reconocerse y admitirse, al escuchar ya sus variadas declaraciones y entrevistas, que realmente se trata no sólo de un profundo movimiento de renovación y “actualización” del discurso político en México, sino de una exigencia dirigida a toda la sociedad para que eleve sus niveles y sea más rigurosa en todos sentidos, desde luego en el de la expresión de las ideas.
Precisamente en un tiempo en que escuchamos discursos o señalamientos políticos a toda hora, no tenemos duda de que el discurso político de los jóvenes universitarios rebasa con mucho los de la mayoría de los políticos “profesionales”: en claridad y calidad, en precisión, en sustancia propiamente dicha. Nada, o muy poco de retórica hueca, a diferencia de la gran mayoría de los discursos de los políticos en esta circunstancia electoral, que parecen abonar todos alegremente los espacios de la vacuidad.
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