jueves, 28 de febrero de 2013

México SA


Elba Esther muerde el polvo

La guerrera, desinflada

Carlos Romero: allí te hablan

Carlos Fernández-Vega

L
guerrera se desinfló. Muchas fueron las intentonas que en su contra libró Elba Esther Gordillo; a golpe de amenazas, chantajes y chequera se quitó de encima a opositores, enemigos y amigos; doblegó a no pocos secretarios de Educación, controló a buen número de gobernadores y pactó con cinco inquilinos al hilo de Los Pinos, quienes en lugar de dejarla hacer y deshacer a sus anchas debieron meterla a la cárcel. La maestra jugó a ser la dueña del Olimpo y perdió toda proporción. El numerito, apoyado con recursos del erario y del SNTE, le funcionó largo rato (24 años), hasta el martes por la tarde-noche cuando el nuevo gobierno enseñó músculo para dejar en claro qué puede pasarle a todo aquel que no quiera modernizarse.
Con la misma sutileza con la que Carlos Salinas de Gortari reventó a su tocayo Jonguitud e impuso descaradamente a la maestra al frente del sindicato magisterial, hace casi cinco lustros, ahora Enrique Peña Nieto, o quienes operan tras bambalinas, no sólo la depone, sino que la enchiquera. Tardaron en cobrarle la voluminosa factura, pero finalmente le pasaron la cuenta, y la primera en colaborar decididamente a tal fin fue ella misma. Ahora, los mismos que aplaudieron su llegada al SNTE, ovacionarán al inquilino de Los Pinos por su encarcelamiento. Esas son las sensibilidades del régimen.
La guerrera se prestó a todo, incluso a ser embajadora del gobierno calderonista y de los barones de la minería (Larrea, Bailleres, Ancira y Villarreal, entre otros) con el fin de convencer a Napoleón Gómez Urrutia para que renunciara al sindicato minero y se lo entregara a los amos de la minería, dejara de criticar al gobierno panista, se hiciera a un lado sin chistar y no incomodara a los señores citados. Con tal propósito, allá por 2009, solícitamente viajó a Vancouver, Canadá, junto con otro candidato al reclusorio, Carlos Romero Deschamps, el líder de los petroleros, para ofrecerle pase de salida a Gómez Urrutia, quien democráticamente los mandó al carajo.
Elba Esther Gordillo debió ser apresada desde muchísimo tiempo atrás, incluso antes de que fuera delegada política en Venustiano Carranza y de allí, por instrucciones de Salinas, se convirtiera en automático en la dirigente del SNTE. Muchas y variadas son las tropelías cometidas por esta señora, pero es importante subrayar que no lo hizo sola, que contó con la complicidad de muchos personajes (entre ellos cuatro inquilinos de Los Pinos), de tal suerte que junto con ella no pocos políticos y empresarios tendrían que estar hospedados en algún reclusorio. De otra suerte, la acción será idéntica a la de Salinas: quitar a un mafioso para poner otro más a modo, y presumir músculo para advertir a todo aquel que ose llevarle la contraria al nuevo gobierno. Es de esperar que Enrique Peña Nieto ya haya sido enterado de todo esto, porque el exitoso operativo de captura y enchiqueramiento de la guerrera desinflada sin duda supera, por mucho, el alcance del inquilino de Los Pinos.
Una fortuna como la acumulada por Elba Esther (2 mil 600 millones de pesos, y contando) no puede esconderse bajo el colchón, ni siquiera en la caja fuerte del edificio central del SNTE, en la calle de Venezuela. Alrededor de 200 millones de dólares no caben en una alcancía ni en un calcetín, de tal suerte que existe complicidad con lavadores bancarios que hasta el momento no han sido mencionados ni por aproximación. La trasnacional financiera Santander (española, obviamente) intenta salir bien parada de todo esto pues, dice, cumplí con la obligación legal de notificar a la autoridad sobre movimientos sospechosos, pero tales movimientos y tal volumen de recursos no se manejaron de un día para otro. De hecho, la acumulación de dicha fortuna llevó varios años y nadie dijo nada, comenzando por la siempre vigilante Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que se enteró del lavado de dinero de HSBC por la prensa gringa.
Sorprende que, de acuerdo con la versión oficial, la dependencia que detectó los movimientos inusuales de Elba Esther haya sido la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda (hoy a cargo de quien fuera procurador de Peña Nieto durante su gobierno en el estado de México, Alberto Bazbaz, destituido por el caso de la niña Paulette Gevara Farah), pues en la guerra contra el crimen organizado no dio una en materia de seguimiento de recursos ilícitos, el camino más corto, dicho sea de paso, para salir victorioso de cualquier enfrentamiento del Estado con la mafia (es decir, lo que Calderón nunca hizo).
La citada Unidad de Inteligencia fue, dicen, la que descubrió el pastel de la guerrera, pero sólo a raíz de los no pocos tarjetazos que la señora dio en prestigiosa cadena gringa de tiendas. Además, según informó el procurador Jesús Murillo Karam, se identificó que durante el periodo de 2008 a 2012 se desviaron sistemáticamente recursos de las cuentas de los trabajadores de la educación, obviamente del SNTE, a cuentas de personas físicas que posteriormente fueron retirados en gran parte mediante cheques de caja y transferencias, triangulando recursos a cuentas de personas físicas y morales, nacionales y extranjeras.
Aparentemente, nadie se había dado cuenta de que la profesora amasó una fortuna envidiable de lo largo de sus 24 años al frente del sindicato magisterial. Y de repente, ¡zas!, con pelos y señales. ¿Cuándo fue que el gobierno identificó el desvío de recursos? ¿Durante la estancia de Felipe Calderón en Los Pinos, o sólo a partir de la llegada de Enrique Peña Nieto? Si fue lo primero, entonces el ahora inquilino de Harvard fue cómplice de la profesora en el trasiego de dinero, y si fue ya con Peña Nieto, entonces, la velocidad es sorprendente.
Por cierto, corre la voz de que Agustín Acosta Azcón, defensor de Florence Cassez y abogado de Germán Larrea (el de Pasta de Conchos), o algún integrante de ese despacho, será el encargado de llevar el caso de Elba Esther Gordillo e intentará sacarla de Santa Martha Acatitla, lo cual se ve más que difícil. ¿Cuál sería la relación de este tinterillo con la guerrera desinflada y el dueño de Grupo México? Pues todo indica que el punto de encuentro está chaparro y pelón.
Las rebanadas del pastel
¿Qué sigue? Una generosa condena contra la guerrera, investigación a fondo y la devolución de los dineros a sus propietarios, que no son otros que los integrantes del magisterio. ¿Quién sigue? Sin duda Carlos Romero Deschamps, si es que en realidad las cosas van en serio, y de allí directo contra los poderosos empresarios que de México han hecho su casino particular.
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