Gobernadores, el rostro amable del crimen organizado
DESFILADERITO
Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
4 de noviembre de 2015. “En Michoacán ya no hay cárteles del crimen organizado”, afirmó anteayer el general Felipe Gurrola Martínez, comisionado de seguridad estatal. Los Caballeros Templarios “están completamente desarticulados” y los narcos “ahora desempleados, se dedican a cometer robos a casa-habitación para subsistir”, explicó mientras el nuevo gobernador, Silvano Aureoles Conejo, libraba órdenes de aprehensión contra 59 maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y estudiantes normalistas.
“En el Distrito Federal no opera ningún cártel”, declamó, días antes, el regente Miguel Ángel Mancera, que en menos de tres años al frente del gobierno capitalino ha teñido la ciudad de azul, porque hay granaderos con el escudo y la macana listos en donde uno ponga la vista, sin que por ello ceda la violencia, se reduzcan los femicidios, se persiga la corrupción, ni los narcos dejen de cobrar piso, ni florezca la venta de todas las drogas en todas partes.
En Veracruz hasta los niños saben que el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, es el brazo armado del gobernador Javier Duarte de Ochoa. Después de organizar varias manifestaciones en el puerto de Coatzacoalcos, en las que denunció a Bermúdez con insistencia, el pasado lunes fue asesinado con ráfagas de cuerno de chivo el abogado Rodolfo Zapata Carrillo, de 43 años de edad.
“Este video es para hacer crítica, constructiva o destructiva, me vale madres”,dijo el pasado viernes 30 de octubre, a través de su cuenta de Facebook, el activista José Luis Rodríguez Muñiz, en Ciudad Juárez, para lanzar puyas contra el gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, el presidente municipal juarense, Enrique Serrano, y el aspirante a gobernador, Héctor Murguía, a los que llamó “bola de ratas”. Horas después fue ametrallado mientras viajaba en su camioneta.
A la hora que el joven de 31 años era asesinado con alevosía, Enrique Peña Nieto, en la capital del estado, improvisaba sin sonrojarse: “En Chihuahua hemos encontrado un ejemplo de lo que se puede hacer. Aquí se pone el ejemplo para el país. Ciudad Juárez poseía altos índices de criminalidad y hoy es un ejemplo vivo y testimonio de que, cuando hay coordinación de esfuerzos, los índices disminuyen”. Sonaba muy bonito pero al día siguiente, cinco personas fueron asesinadas a balazos en Ciudad Juárez, el lugar que Peña alabó de lejecitos pero no tuvo el valor de visitar.
La banda de los 31 gobernadores de los estados y un regentito, es el gabinete externo de Enrique Peña Nieto. Para ellos, toda la impunidad del mundo. Y para sus votantes, todo el desprecio. He ahí el caso de Jaime Rodríguez Calderón, el súper macho que en su campaña anunció las peores calamidades para Rodrigo Medina, su antecesor en el trono de Nuevo León. Sin embargo, al llegar al poder, se degradó como el huracán Patricia y empezó a traicionar sus promesas de inmediato, aparte de lanzar las primeras estupideces que se le ocurrieron.
“Debemos cambiar la letra del himno nacional porque es muy violenta”, fue su primer rebuzno. El 4 de octubre, día de su toma de posesión, ladró: “Hay requisitos para estar en el gobierno. El primero, que le pidan permiso a su esposa o a su esposo. El segundo, que no militen en ningún partido político (…) porque nosotros no vamos a trabajar para la siguiente elección sino para las siguientes generaciones (…) El otro requisito es algo muy simple: hacer su declaración patrimonial pública”.
Un mes más tarde –ayer para ser precisos– cambió de opinión. “Si la gente se enterca en que yo juegue, en 2018 jugaré”, dijo sin explicar lo que esto significa. O sea, que en dos años dejará botada la gubernatura y será candidato presidencial, confiado en que es más estúpido que Fox y más inmoral que Calderón y sabiendo que eso ya no es impedimento, sino requisito, para llegar a Los Pinos.
En un descarado guiño a la extrema derecha, ayer mismo, insultó a un sector clave de sus electores, el de las familias que tienen personas desaparecidas, con el que se comprometió “a morir” en su campaña: “Hay muchas madres que no quieren decir en qué andaba su hijo, decir que estaba en el lugar equivocado es la excusa perfecta”. Y deslizó la típica insinuación de los fascistas: “Si los desaparecieron por algo sería”.
Molestísimos, los integrantes del grupo Fuerzas Unidos por Nuestros Desaparecidos le respondieron en cuestión de horas con una carta abierta: “Ingeniero Rodríguez: Hemos leído hoy tus declaraciones en una entrevista pública donde hablas sobre las y los desaparecidos, las hemos leído sin sorpresa, con indignación y tal vez con tristeza por la esperanza que habías generado. No entendemos cómo ni por sentido común pudiste haber pensado mejor lo que estabas declarando.
“¿No sabias acaso que México vive una crisis humanitaria de personas desaparecidas por la guerra contra el narcotráfico? ¿Nadie te dijo que la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han condenado al país por esta tragedia? ¿Nadie te ha informado que Nuevo León es el tercer estado con más personas desaparecidas de México y eso sólo contando los casos denunciados? En la campaña electoral pedías el voto diciendo el dolor que sentías por tu hijo que había desaparecido y muerto, hoy, ya en la gubernatura, le dices que era un cabrón”.
Quien traiciona la memoria de un hijo desaparecido tan sólo cuatro semanas después de llegar al poder, traicionará al resto del mundo, excepto a quienes presentó como sus supuestos adversarios: el sistema, los partidos, el presidentito de la inexistente república, y será, desde luego, el más fiel y ardiente defensor de la dictadura.
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