Bernardo Bátiz V.
E
n su libro Derecho Constitucional Mexicano, el jurista Felipe Tena Ramírez dijo hace ya 70 años algo que nos sirve hoy para entender y juzgar lo que vive nuestro parlamento local: la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.
Tena escribió:
El parlamento es cortesía, tolerancia, discusión política, es pues sistema exótico en régimen de caudillaje.
No pude menos que recordar al maestro ante hechos penosos que en días pasados y aun éstos, son motivo de debate, de crónicas en medios y menciones en redes, todo alrededor de un inmenso negocio que el jefe de Gobierno, a punto de separarse de su cargo, pretende legar a sus sucesores. Se trata de comprometer al gobierno capitalino por 30 años, mediante un contrato multimillonario por el que se privatiza el tratamiento de la basura en la ciudad.
Primer acto, la Secretaría del Gobierno capitalino presentó un oficio solicitando la afectación de fondos de un fideicomiso irrevocable, que maneja recursos para el Metro, con el fin de destinarlos a pagar un proyecto que tiene como finalidad
diseñar, construir, poner en marcha, operar y mantener una planta de aprovechamiento de poder calorífico de residuos sólidos urbanos. Los diputados de Morena objetan que tratándose de un asunto financiero la propuesta debió hacerla el jefe de Gobierno y no una secretaría de despacho.
Un comentario adicional es que esa planta, que costará a la ciudad bastante más de 2 mil millones de pesos al año por tres décadas, ha sido objetada por defensores del medio ambiente, la tachan de muy contaminante e inadecuada para la ciudad, asentada en un valle alto y cerrado; entre los críticos está Greenpeace.
No obstante los cuestionamientos al proyecto y que éste apenas se va a
diseñar, la solicitud se turnó a dos comisiones de la Asamblea, la de Hacienda, se trata de pesos y centavos (es un decir, son miles de millones) y a la de Presupuesto y Cuenta Pública; agrego que como suele suceder el oficio está redactado en un lenguaje oscuro, complicado y difícil de entender fácilmente. Cuentan que Nerón u otro como él, fijaba muy altos los edictos que emitía para que los ciudadanos romanos tuvieran dificultad para leerlos; la técnica mejora, pero el fin es el mismo.
El martes siete de este mes, el delicado asunto se listó en el orden del día de la Asamblea; cuando llegó su turno, la presidenta Flor Ivone Morales anunció que se había presentado una moción suspensiva y dio la palabra al diputado Cesar Cravioto; ambos son de Morena. El legislador abrió el debate apoyando la moción. Otros integrantes del PRI y del Verde participaron objetándola y de pronto, en medio de un procedimiento ya iniciado, un militante del PRD pidió que se le mostrara el escrito en que se interpuso la moción; la presidenta lo solicitó al secretario de Servicios Parlamentarios, quien es el que por usos y costumbres recibe ese tipo de documentos, pero resultó que la solicitud había desaparecido.
Fumanchu en la Asamblea; nada por aquí, nada por allá, el escrito desaparece. Se alteran los ánimos, Suárez del Real que es conocido por su integridad y caballerosidad, aseguró que lo entregó firmado por él, esa es la práctica parlamentaria.
Otros insistieron en que se presente lo que ya había sido escamoteado y ante el alboroto (en mi barrio le llaman
pleito ratero) la presidenta llamó al orden y ante la imposibilidad de imponerlo, levantó la sesión, facultad que la ley le reconoce.
Por ahí andaba entre las curules el secretario jurídico y de servicios legales del gobierno; les urgía la aprobación y sin quórum claro, sin cumplir formalidades ni debate, vacía la mesa de presidencia, sin analizar en serio, se aprobó el proyecto rompiendo viejos protocolos.
Luego de aprobado lo que les urgía, depusieron de su cargo a la presidente; Tena se revuelca en su tumba. Lo importante es cerrar el trato y formas, leyes, reglamentos no importan, el sistema de caudillaje se sale con la suya.
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