¡Ole!: Salinas, gachupín // Fiel súbdito de Felipe VI // Corrupto y monárquico
ué guardadito lo tenía: además de destrozar a México y encabezar la mayor depredación y corrupción de que se tenga registro en esta República saqueada, Carlos Salinas de Gortari no sólo presume antepasados sefardíes (los judíos expulsados de España en 1492 por los Reyes Católicos), sino que ahora es fiel súbdito del monarca Felipillo VI. ¡Quién lo viera vestido de torerillo valiente!, pasaporte gachupín en el bolsillo, al grito de ¡viva el rey, viva Franco!
Como el miedo no anda en burro, desde principios de 2021 Salinas de Gortari obtuvo la nacionalidad española, amparándose en sus ancestros sefardíes y en virtud de una ley aprobada por el Congreso de los Diputados de España en 2013, (por medio de la cual) se abre la puerta a los descendientes de los judíos expulsados en el siglo XV a obtener su condición de españoles. El ex mandatario se protege así ante un eventual proceso de extradición por presuntos delitos penales, una vez que la legislación española ampara a sus conciudadanos ante casos de este tipo
( La Jornada, Armando Tejeda).
¡Ole! Lo cierto es que la sucursal priísta en España crece como la espuma, al mismo ritmo de las investigaciones por corrupción de sus integrantes cupulares, Salinas de Gortari en primera línea, que no son pocos, pero sí las multimillonarias cantidades que robaron al país que, según ellos, gobernaron. Bien haría el ahora gachupín en asesorar a unos de sus pupilos más aventajados, Enrique Peña Nieto, porque hasta ahora al copetón, oficialmente, el reino de España sólo le ha concedido una visa dorada, cuantiosa inversión de por medio, porque al parecer no tiene antepasados sefardíes, sólo de Atlacomulco (¿será que Tomás Zerón, entre tantos otros, también tiene ese origen y por ello el Estado de Israel lo protege a capa y espada?)
Hace 28 años que Salinas de Gortari dejó Los Pinos y desde entonces no se le conoce un solo empleo fijo, ocupación remunerada o puesto informal en alguna de las avenidas de la Ciudad de México (es decir, oficialmente no tiene ingreso alguno). Por si fuera poco, desde la llegada de López Obrador a Palacio Nacional le cancelaron la jugosa pensión presidencial, pero lo cierto es que el personaje vive como multimillonario Forbes. ¿De dónde?
La Jornada (Armando Tejeda) nos ilustra, como siempre: “según publicó el diario El País y que el propio ex mandatario confirmó, Salinas de Gortari tiene dos nacionalidades: mexicana y española. Al ser español también adquiere la condición de ciudadano europeo: tiene las puertas abiertas de hasta 27 países para asentarse con los derechos y sin necesidad de iniciar un proceso administrativo para la obtención de un visado. Salinas solicitó y obtuvo la nacionalidad a principios de 2021 y lo hizo gracias a una legislación aprobada hace casi nueve años, cuando entonces gobernaba el derechista Mariano Rajoy. La posibilidad de obtener la nacionalidad española la ha tenido desde 2013, pero decidió solicitarla ahora, cuando coincide con el inicio de diversas investigaciones penales y judiciales para esclarecer los numerosos casos de corrupción, abuso de poder, nepotismo y nexos con el crimen organizado de los anteriores gobiernos”.
Así, Carlos Salinas de Gortari se acercó a la casa y a la práctica con la que se identifica plenamente: un régimen altamente corrupto, como el español, con una monarquía parasitaria e impune que no sirve para nada, salvo para expoliar a los españoles, con gobiernos democráticos
a su servicio. Y de eso el nuevo súbdito da cátedra.
Dice Salinas: de mis motivaciones personales, son de orden genealógico, afectivas y de congruencia con una visión moderna de las interrelaciones compartidas entre naciones y nacionalidades; de orgullo por nuestras raíces, múltiples y diversas. Se trata de un derecho de los mexicanos para cuyo ejercicio no se requiere acreditar ninguna justificación. Todo ciudadano de un país europeo puede asentarse en cualquiera de las 27 naciones de esta gran región. No hay restricciones a sus nacionales en ninguno de ellos. Mi casa familiar y mi familia pertenecen a México; México es mi patria, mi mayor orgullo (y mayores negocios, podría añadirse), mi entrañable tierra natal y siempre lo seguirá siendo
.
En reiteradas ocasiones, el presidente López Obrador ha dicho que mi fuerte no es la venganza
y que, por lo mismo, sin una instrucción popular
no actuará en contra de los ex mandatarios. Pero se trata de justicia, no de venganza, y esa es una asignatura pendiente.
Las rebanadas del pastel
Por el bien de Brasil y de América Latina, ¡Lula presidente!
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