El silencio cómplice de García Luna
a sorpresa con la que la Corte en Nueva York decidió concluir el juicio en contra de Genaro García Luna encierra una lógica impecable: el escándalo podría haber alcanzado a los organismos estadunidenses implicados en el tráfico de drogas entre los dos países.
Poner el dedo sobre Felipe Calderón anunciaba que las cosas iban a empeorar. La lista de personajes mexicanos involucrados puede ser vasta y escalar muy alto, tanto que la secrecía con la que algunos de ellos han actuado, hasta ahora, podría romperse y exhibir arreglos inconfesables.
A nadie en la corte le importa qué pase con García Luna o con el propio Calderón o alguien más del lado mexicano, pero que se pudiera tocar a la DEA o a alguna otra instancia del lado gringo, eso sí sería más que preocupante.
La sola idea de que Calderón descubriera los acuerdos bajo los cuales se decidió echar a andar el programa rápido y furioso
y la forma en la que se desvió, implican per se toda una verdad no dicha que entraña cúmulos de acciones corruptas, seguramente, y en las que el gobierno de Estados Unidos está metido hasta el cuello.
Por eso la amenaza de que García Luna declare ha puesto nerviosos a los fiscales, que aparentemente están convencidos de no hacer más ruido y llevar las cosas con calma.
García Luna puede, por ejemplo, mantener el silencio a cambio de que sus propiedades y su familia no sean tocados, porque a fin de cuentas el escándalo no beneficiaría ni al ex funcionario panista ni al gobierno del vecino del norte.
Aunque no tenemos ningún dato que corrobore lo que a continuación les contaremos, las acciones que ha emprendido el gobierno de México nos dan la idea de que algo o mucho se sabe en el Zócalo sobre el juicio.
Las bombas que lanzó el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez, no surgieron de un día para otro; es decir, los datos que logró la investigación y que llevaron a la denuncia de México contra García Luna en la corte de Florida son del conocimiento del gobierno mexicano desde hace rato.
Ahora bien, exhibir la información apoyado en datos duros podría impedir que los acuerdos, algunos de ellos, si así fuera el asunto, se vinieran abajo y el juicio tomara el derrotero que la justicia urge.
El silencio de los medios, aquí y allá, sobre lo que sucede en el juicio augura que un acuerdo que pudiera darse entre autoridades norteamericanas y García Luna bien podría salvar muchas honras, que si bien ya están muy manchadas, no se les quiere más maltrechas. Ya veremos.
Lo que se debe exigir es que el juicio a García Luna continúe, allá o aquí en México, pero de ninguna manera puede quedar impune. Los hechos que dan cuenta de todos los ilícitos cometidos en contra no del gobierno, sino de todos los mexicanos, incluidos aquellos que ahora tratan de argumentar en su defensa, son suficientes para enjuiciarlo y demostrar su culpabilidad.
Ya nada más falta que ahora nos salgan con que al latrocinio (de García Luna) no se le toca
.
De pasadita
Bien hace la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en señalar al panismo no como un partido político, sino como una organización para el saqueo, cuya única oferta política es volver a los años del robo legal
con que el blanquiazul pretende volver a gobernar.
La mala noticia para los azules es que hay muchas posibilidades de que esta vez pierdan no nada más Miguel Hidalgo, que ya ha salido de su control en otras ocasiones, sino su feudo, Benito Juárez, donde los azules se han servido con la cuchara grande de la corrupción, según los datos que hasta ahora se han ofrecido.
El número de panistas prófugos o en la cárcel son una prueba irrefutable del proyecto de gobierno que significa Acción Nacional, así que hay que tener mucho cuidado.
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