EU, débil y a la baja
¿Recesión en puerta?
Deuda, 100% del PIB
Carlos Fernández-Vega
N
oticias nada gratas llegan del destartalado norte, pues el más reciente reporte económico estadunidense revela un descenso en tal actividad que en nada ayuda al de por sí estancado
navío de gran calado(Calderón dixit) mexicano, dependiente en grado sumo de lo que ocurra en aquel país. La economía del otrora
motor del mundocayó en el último trimestre del año pasado, y no hay visos de mejoría a corto plazo.
En su más reciente
informe de perspectivas económicas, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, revela que la información sobre el comportamiento del producto interno bruto del vecino del norte
ha sido una mala noticia para quienes estimaban que la desaceleración económica había llegado a su fin, toda vez que por primera vez en poco más de tres años volvió a presentar una caída: 0.1 por ciento. La verdadera relevancia de la cifra no radica en su proporción, sino en las causas que han provocado esta marcada desaceleración.
Así, apunta el CIEN, lo anterior indica que la tendencia de crecimiento se ha roto, y que hoy la economía estadunidense
se encuentra en la encrucijada sobre cuál será su evolución, es decir, si en los próximos meses estará en nueva recesión o si por el contrario volverá a la senda del crecimiento. Estados Unidos se encuentra en una posición de mayor debilidad de la que se puede inferir por los resultados que se presentan en algunos segmentos de su actividad económica, particularmente en los mercados financieros más especulativos. Lejos del aumento que se percibe en las bolsas de valores, la producción de su sector real pone el dedo en la llaga: los efectos de la más reciente recesión no se han ido, y acechan a los países que orbitan alrededor de su desempeño, como México comprenderá.
Los recortes al gasto y el nuevo techo de endeudamiento serán el nuevo campo de batalla entre la administración del presidente Obama y los estadunidenses, apunta el CIEN. El primero tendrá argumentos a su favor para evitar que se apliquen políticas más restrictivas, pues para el cuarto trimestre de 2012 la economía volvió a dar señales de que podría ir a la recesión. El elevado desempleo, el modesto aumento en la dinámica de la construcción y los vaivenes en el sector de las manufacturas podría ayudar a apuntalar su posición: debilitar el gasto de gobierno propiciaría una desaceleración mayor, o incluso una recesión.
Se podría adicionar uno de los factores que llevaron a la caída; un fuerte retroceso en las exportaciones estadunidenses, reflejo de que sus principales compradores se encuentran en crisis. La canasta exportadora de Estados Unidos se encuentra fuertemente influida por la evolución de la Unión Europea, región que difícilmente saldrá de su letargo económico en los próximos dos años. Por tanto, el presidente Obama cuenta con argumentos para intentar convencer a un Congreso dominado por los republicanos de que es importante conservar uno de los motores de crecimiento: el gasto de gobierno.
Por el otro lado, los republicanos opondrán una férrea resistencia, basada en que el gobierno demócrata no ha sido capaz de hacer funcionar la economía. Aumentar el techo de deuda es algo sobre lo que ya se había discutido, de hecho hace casi dos años se negoció tal incremento a cambio de que para este 2013 se comenzara a implementar una política fiscal de mayor austeridad, el problema fue que Obama no ha sido capaz de revertir la debilidad productiva de Estados Unidos. Además, desde 2009 la administración pública de aquel país ha incurrido en un déficit fiscal que supera el billón de dólares por año, es decir, casi el PIB mexicano. Lo anterior ha repercutido en una elevación, programada, de la deuda, la cual ha llegado a un punto histórico: supera el 100 por ciento del PIB estadunidense.
La cuestión de fondo es que la aplicación creciente de recursos fiscales a la economía, y sobre todo al sector financiero, no ha solucionado el problema.
En otras palabras, ha sido una medicina que ha mitigado parte del dolor pero donde la enfermedad sigue presente y avanzando sigilosamente, la baja en el PIB así lo refleja. En consecuencia, las medidas adoptadas por la administración del presidente Obama han sido insuficientes para solventar la crisis de empleo y producción que enfrenta Estados Unidos, no ha tenido éxito en recomponer su economía y no se vislumbra una estrategia que modifique esto. Paradójicamente ello constituye la mayor fortaleza de su argumento, las cosas van mal y no se puede aplicar un recorte al gasto, porque ello afectaría a la ya de por sí alicaída economía.
Para México la lección es clara, pues su dependencia respecto a lo que pase con su principal socio comercial es determinante. De igual manera se tiene que el mercado interno se encuentra altamente concentrado, un número creciente de personas pobres no participa de los beneficios del crecimiento, y su consumo se limita a lo más básico, comida, ropa y transporte. Dentro de este contexto aún existe un faro de esperanza para nuestro país, pero que se encuentra más allá de nuestras fronteras: la revisión por componentes del PIB estadunidense permite observar que los recortes al gasto de gobierno, principalmente en defensa, fueron un factor que inhibió el buen desempeño, por lo que algunos detonantes de la actividad industrial mexicana tuvieron un mejor desempeño que el resto de la actividad productiva de Estados Unidos.
Por tanto, si bien existe una señal para revisar las expectativas de crecimiento, aún hay tiempo para corregir parte de los desequilibrios que afectan a nuestro país, aunque ello implica revisar elementos sensibles para quienes piensan que el actual modelo económico funciona. En primera instancia se tiene la actividad industrial, particularmente las manufacturas: los efectos de la desaceleración pasan por ahí, y ya se sienten en las exportaciones, puntualiza el CIEN.
Las rebanadas del pastel
Sufren porque quieren: dice el jefe de la Unidad de Planeación Económica de la Secretaría de Hacienda, Ernesto Revilla, que sin los gasolinazos mensuales que propina el gobierno federal
el subsidio a los combustibles hubiera sido mayor a 203 mil millones de pesos en 2012. Pues sí, pero olvidó un pequeño detalle: si esa misma autoridad hubiera construido un par de refinerías, tal subsidio sería de cero pesos con cero centavos.
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