Alberto Bailleres y el enorme "sufrimiento" de los grandes empresarios
Por: Redacción (@revistapolemon)
13 de noviembre de 2015.- Alberto Bailleres González es un hombre rico, digamos que muy rico. De los más ricos de este país. Y también del mundo. Sus empresas son boyantes y tiene capacidad para acrecentar, cada día, sus ingresos.
Bailleres ha ha hecho su fortuna con legalidad y humildad. Legalidad para que, a través de las leyes, haga lo que le venga en gana y explote a quien desee. Y humildad ante todo con sus trabajadores (por ejemplo los mineros que laboran en sus empresas en condiciones paupérrimas), sí, que continúen siendo “humildes”.
Que la Cámara de Senadores haya decidido otorgarle la medalla Belisario Domínguez a este ricachón que, según Forbes, posee una fortuna de 12,400 millones de dólares y que lo hace acreedor a ocupar el lugar 121 entre los personajes más ricos de todo el orbe (es el tercer hombre más rico de México) evidencia lo importante que para la clase política mexicana son los grandes empresarios.
Bailleres está muy agradecido con el actual gobierno mexicano: y es que, al abrir al sector energético a la inversión privada, este hombre respetable de negocios, ni tardo ni perezoso, decidió crear su propia petrolera. La llamó Petrobal, y concursa ya por jugosos contratos. Es decir, este hombre encomiable y admirable, seguirá haciéndose más rico.
En 2013, en la revista Forbes, el empresario escribió un artículo titulado “La vida de los empresarios nunca es apacible”, y que bien podríamos renombrar como “El gran sufrimiento de los grandes empresarios mexicanos”. Si uno lo lee el texto llora al enterarse de las muchas penurias que este tipo de personajes sufren para hacer de México una nación boyante.
En Polemón, como homenaje muy humilde a un hombre tan importante como Alberto Bailleres, citamos algunas de sus frases y las comentamos con el ánimo de evidenciar la admiración que, desde nuestra condición de clase (humilde), le profesamos.
La vida de la empresa y de los empresarios es apasionante, pero no es plácida ni mucho menos. Está llena de dificultades, retos y amenazas. No hay tiempos serenos, sólo cambios en la intensidad de los apuros.
[Sí, los grandes empresarios sufren mucho. En realidad son los que más sufren en este país. Para lograr sus objetivos se enfrentan a “dificultades” constantes y grandes “amenazas”. Los empresarios, a diferencia de los pobres de México, no sufren por nimiedades como que no haya dinero para comprar comida para mañana, o que a uno lo vayan a echar del cuartucho en el que vive con todo y familia. No, el sufrimiento de los empresarios es más agudo, más profundo, más trascendental, por ejemplo, sufren cuando un día “aciago” pierden unos cuantos milloncitos de dólares en la bolsa de valores. Pero, más allá de esos problemas, el mayor sufrimiento de los grandes empresarios no es la incapacidad para seguir haciéndose ricos, sino el no poder “dar empleo” a la gente”. No cabe duda, los grandes empresarios de este país sufren, y mucho].
Toda inversión conlleva riesgos y sin ella no hay prosperidad venidera.
[Ah, ¿qué seríamos los mexicanos sin esos empresarios tan arriesgados que, por el bien de la nación y de la gente, asumen grandísimos riegos?].
Si uno confía en su país –como yo lo hago, porque pienso que México es una nación llamada a la grandeza–, no debe perderse el rumbo ni flaquear ante el pulso que nos marca nuestra prospección del país.
[Sí, así se habla, así, de esa forma. No cabe que Bailleres confía en el país y en su gente, y claro, confía que pueda seguir haciéndose millonario gracias a todos los pobres que habitamos aquí y que somos explotados por las grandes empresas de “responsabilidad social”]
La honestidad, el apego a las reglas, el respeto a los demás, la lealtad y la responsabilidad, son guías indispensables para lograr la eficacia y la sustentabilidad social y económica de la empresa.
[Por ejemplo, apegarse a la legalidad de no pagarle lo justo a los empleados o de evadir impuestos, o apegarse al “respeto” a las “reglas” (no escritas) de invertir en un candidato que proporcione seguridad para seguir haciendo negocios y que no ande jodiendo. O la “responsabilidad” de seguir haciendo más dinero para escalar en la lista de Forbes. Sí, esos grandes empresarios, tan dados a la “honestidad”].
Polemón, pues, felicita a Bailleres por el otorgamiento de la medalla Belisario Domínguez, pero más que eso, Polemón le da el pésame a todos los mexicanos que soportan las condiciones de iniquidad, injusticia, desigualdad y explotación que permiten a estos richachones hacerse más y más ricos.
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