García Luna: de 20 años a perpetua // AMLO: tres posibles desenlaces // Calderón: cómplice o (y) sinvergüenza
odas las miradas están puestas en el juicio contra Genaro García Luna, cuyo inicio se ha postergado en varias ocasiones a petición de los abogados defensores del ex secretario calderonista de Seguridad Pública, tendencia que se mantiene por los jaloneos a la hora de seleccionar el jurado. En vía de mientras, ya uno de los presuntos implicados en esta espeluznante historia –en la que la supuesta autoridad encargada de proteger a la ciudadanía y garantizar la legalidad en realidad formaba parte de los bandidos– huyó a España, protegido por otro malvado, José María Aznar, el ultraderechista ex presidente de aquella nación.
El inicio del juicio ha resultado más lento que el progreso, pero no cabe duda de que se iniciará tarde que temprano y de él saldrán chispas, porque, más allá de la condena en sí contra García Luna, saldrán a relucir innumerables nombres de los involucrados en el mundillo de la mafia público-privada y en los tejes y manejes de la mano derecha de Felipe Calderón, es decir, los de ex funcionarios y empresarios participantes en los enjuagues, y los de periodistas y medios de comunicación generosamente sobornados por el narcopolicía.
Con conocimiento de causa –porque pruebas hay y en abundancia–, de tiempo atrás el juicio debió realizarse en México, no en Nueva York, pero como desde hace tiempo la justicia
dejó de ser un derecho para convertirse en un privilegio para quienes puedan pagarla, aquí no se le tocó un solo pelo a García Luna y, de pasadita, a la mafia que lo rodea. Hasta ahora, el único beneficiario de tal circunstancia ha sido El Borolas, quien rápidamente buscó refugio y protección con sus pares, los franquistas españoles incrustados en el aparato de Estado. Y ya apercibidos, otros dos se adelantaron en el camino (Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, ahora disfrazados de torerillos).
La Jornada (David Brooks) lo ha reseñado así: la querella, formalmente, “arrancará esta semana, tan pronto concluya la selección de un jurado de 12 ciudadanos, quienes al final del proceso tendrán que decidir si Genaro García Luna es culpable o no de narcotráfico, en el juicio de un funcionario mexicano de más alto rango que se haya presentado jamás ante un tribunal estadunidense. El ex secretario enfrenta una condena máxima de cadena perpetua y una mínima de 20 años de prisión, por cinco cargos criminales federales: cuatro por participar en una conspiración para traficar cocaína y una por hacer declaraciones falsas ante autoridades estadunidenses.
El eje de la acusación es que entre 2001 y 2012, cuando era, primero, director de la Agencia Federal de Investigación durante el gobierno de Fox, y, después, secretario de Seguridad Pública, en el gobierno de Calderón, García Luna aceptó sobornos multimillonarios a cambio de proteger al cártel de Sinaloa. Se afirma que continuó lucrando con ese dinero ilícito hasta su arresto en Dallas en 2019.
El presidente López Obrador dice que de todo esto saldrá mucha información y en el juicio ve tres posibles desenlaces: “que García Luna sea inocente y que Calderón no tiene por qué preocuparse. Y no sólo hablo de la responsabilidad ante la autoridad, sino lo que implica en la conciencia de cada cual. Entonces, esa es una posibilidad, que sea inocente y que se hayan equivocado o hayan actuado mal los que los están juzgando. Ésa es uno.
La segunda, García Luna no es inocente, pero Calderón no está involucrado ni se enteró. Es un hecho que se convirtió en un hombre cercano y de toda la confianza, de eso no hay duda, porque fue como avanzando, avanzando, avanzando hasta que se puso del lado de él, pero tampoco eso significa que Calderón esté involucrado. Ahí lo que pudo haber sucedido, en esa hipótesis, es que él no tuvo cuidado y se dejó engañar o lo engañaron. Esto tampoco se descarta, porque en política los amigos suelen ser de mentira y los enemigos de verdad. Entonces, que lo engañó, que sí estaba involucrado y lo engañó, y sintió que era muy eficiente. Y la tercera, que (Calderón) sí sabía y que estaba involucrado.
Entonces, si Felipe Calderón lo sabía, pues es cómplice; si no lo sabía, es un pendejo (aunque de cualquier forma ambos calificativos son válidos).
Las rebanadas del pastel
Perú está al borde de la explosión y las bases sociales se aprestan a tomar la capital, Lima, mientras los salvajes golpistas no atan ni desatan y mudos permanecen los medios de comunicación (locales y foráneos)… Desastroso, por decirlo suave, el control de daños en la UNAM en el caso de la tesisgate.
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