sábado, 9 de abril de 2011

México SA

Convención bancaria: flores y miel Crédito productivo: inferior a 1994 ¡Felicidades!: cuarto gasolinazo Carlos Fernández-Vega En la siempre idílica convención bancaria –ahora en su edición número 74– el intercambio de piropos se convirtió en una verdadera alberca de miel: barones y gobierno se lanzaron flores sin rubor alguno: el sistema financiero que opera en el país no es perfecto, sino lo que le sigue, y sus dueños son algo así como patriotas que sólo ven por el interés nacional, aunque nunca aclararon de qué nación hablaban. En su discurso de ocasión, el eminente doctor “catarrito”, Agustín Carstens, hoy en funciones de gobernador del Banco de México, celebró que “todas las condiciones parecen dispuestas para que veamos en el futuro inmediato una extraordinaria contribución del sistema bancario al desarrollo de México”, algo que en los hechos ha brillado por su ausencia en los últimos 16 años, cuando menos. Si tal contribución se midiera por el volumen de utilidades netas acumuladas, entonces sí, la banca que opera en México sería la octava maravilla mundial, pero si se estimara por el crédito productivo otorgado (no por las cuantiosas comisiones que cobra y los elevadísimos intereses que aplica), la banca africana se la llevaría de calle. La duda es si en el cónclave bancario de Acapulco fue mayor el intercambio de piropos o el número de pretextos para intentar ocultar la notoria ausencia del sistema financiero en lo que Carstens llamó “contribución al desarrollo” del país”. Por ejemplo, el presidente saliente de la Asociación de Bancos de (en) México aseguró que “el crédito no puede crecer artificialmente y no se puede incrementar como porcentaje del producto interno bruto de un día para otro porque sería muy irresponsable de parte de la banca. Subir rápida y agresivamente la penetración del crédito como porcentaje del PIB requeriría de un milagro o de un comportamiento irresponsable, porque duplicar el tamaño en un periodo corto es un problema con consecuencias normalmente lamentables para un ser vivo o una empresa”. Pues bien, cierto es que “de un día para otro” no puede incrementarse el crédito “artificialmente”, pero 16 años parece no ser un periodo que pueda calificarse de “un día para otro”. En 1994, poco antes del estallido de la crisis bancaria, el crédito total otorgado por el sistema bancario en México representaba 40 por ciento del PIB; en 2010, a duras penas llegó a 13.3 por ciento. De hecho, en ese último año, el de la “sólida recuperación” (Calderón dixit) la proporción fue ligeramente menos a la reportada en plena crisis (2009), cuando fue de 13.5 por ciento (un nivel similar al de 1996), de acuerdo con un análisis del BBVA-Bancomer, con base en información del Banco de México y del Inegi. Raquítica, en el mejor de los casos, la “contribución al desarrollo” de México de la banca que opera en el país, y prolongadísimo, inacabable, el citado “de un día para otro” que pretextan los banqueros. No prestan para las actividades productivas, y cuando milagrosamente lo hacen aplican tasas de interés verdaderamente de agio, de tal suerte que sus utilidades de cuentos de hadas ni de lejos se justifican en razón del “progreso nacional”. De acuerdo con el citado análisis, como proporción del PIB el crédito autorizado directamente a los sectores productivos del país está en la lona, tres tantos por abajo del registrado en 1994. En esta pujante economía, que está en “sólida recuperación” (ya saben quién dixit), tal financiamiento apenas representa 7.1 por ciento del producto, contra 21.7 por ciento de 1994, con lo que se confirma que el calendario de los banqueros (“de un día para otro”, como asegura Deschamps) no corresponde al de los mortales que les solicitan crédito. En vivienda pasa lo mismo: de 1994 a 2010 el crédito a este sector, fundamental para el bienestar social y la generación de empleo, cayó de 5.5 a 2.8 por ciento del PIB, por mucho que se presume su “vigoroso crecimiento” (0.9 por ciento en el calderonato). El único financiamiento que reporta crecimiento real en el periodo es el relativo al consumo: de 2.2 por ciento del producto pasó a 3 por ciento entre un año y otro, con un pico máximo de 4 por ciento en 2007 (con Felipillo ha caído un punto porcentual). En fin, a los mexicanos pagadores (les guste o no, con cuenta bancaria o sin ella) les cargaron un muerto valuado en aproximadamente 120 mil millones de dólares (léase el Fobaproa) que se mantiene sobre sus espaldas, y se supone (versión y promesa oficiales) que al endilgárselos el sistema financiero del país “volverá a contribuir al desarrollo nacional” (esta frase puede encontrarse en todos los sexenios, desde el zedillista, pronunciada por todos los secretarios de Hacienda del periodo y, desde luego, en todas las convenciones bancarias, aunque también fue utilizada en el salinato para justificar la privatización, con el añadido “democratización del capital”). En los hechos, jugoso negocio de intereses y comisiones, y prácticamente nula participación en el “desarrollo nacional”. De cualquier suerte la número 74 no es la primera convención bancaria en la que gobierno y banqueros intercambian flores y derraman miel por doquier. Tampoco la última en la que se asegura que “todas las condiciones parecen dispuestas para que veamos en el futuro inmediato una extraordinaria contribución del sistema bancario al desarrollo de México”. Ahora que si de pingües negocios se trata, con Iusacell Ricardo Salinas Pliego ha concretado uno maravilloso: en 2003 pagó 10 millones de dólares por la adquisición de la telefónica; le sacó jugo por todas partes, con tarifas y servicio igual de elevadas y de malo que las de Telcel; se endeudó hasta la coronilla, y ocho años después la súper fábrica de sueños llega a su “rescate” y se hace cargo de tal débito (de paso se queda con 50 por ciento de la empresa y amplía su de por sí vasta participación en las telecomunicaciones) como parte de la estrategia contra el otro poder, el de Telmex, en una “guerra” cuyo objetivo no es ampliar la participación y la competencia, ni aligerar la carga a los consumidores, sino acabar con el otro monopolio para fortalecer el propio, mientras la supuesta autoridad se mantiene en el éter. Pura “democracia de, para y por los empresarios” (Fox dixit). Las rebanadas del pastel ¡Felicidades!, mexicanos sumisos, que “para vivir mejor” el gobierno federal les entrega otro regalito: a partir del primer segundo de hoy, subieron los precios de las gasolinas y el diesel. Arranca el cuarto mes del año, y entró en vigor el cuarto gasolinazo de 2011, cuyos aumentos acumulados triplican la inflación oficial. ¡A gozar! cfvmexico_sa@hotmail.com • http://twitter.com/cafevega

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