México, paraíso trasnacional
Ex funcionarios a su servicio
OHL y Emilio Lozoya Austin
Carlos Fernández-Vega
M
éxico se ha convertido en la salvación financiera de no pocas trasnacionales, especialmente las españolas. Esta república concesionada es su paraíso, su cuerno de la abundancia, no de ahora (pero sí especialmente ahora con la economía global en turbulencia), sino de muchos años atrás, desde que algún merolico dijo que ese era el camino para
modernizaral país y abrir las puertas del primer mundo.
Cierra el sexenio calderonista, en el que a las trasnacionales les fue mejor que en el foxista, y durante éste mejor que en el zedillista, y así en el tiempo, hasta acumular cuando menos tres décadas. En ninguna parte del mundo –por lo menos en ese que llaman
moderno– este tipo de corporativos registra ganancias tan abultadas como en México, a tal grado que no pocas instituciones globales, como la española BBVA, reconocen que cerca de 40 por ciento (en el primer semestre de 2012 esa proporción se elevó a 57 por ciento) de sus ganancias internacionales provienen de una sola plaza: México, país que no hace mucho tenía banca propia.
Pero no sólo es paraíso por las jugosas ganancias, sino porque se les permite la comisión de cualquier cantidad de tropelías sin consecuencia legal, o lo que es lo mismo, impunidad absoluta. Allí están los casos de HSBC (británica) y Wal-Mart (estadunidense); la primera se dio vuelo en eso de lavar dinero para el crimen organizado que opera en el país (cuando menos 7 mil millones de dólares), mientras la segunda repartió riquísimos
confitesa las supuestas autoridades para que le
facilitaranla apertura de nuevas tiendas y controlara una mayor tajada del mercado interno. Nunca pasó nada (apenas unas
multascapta bobos en el caso de la institución financiera).
Como si en el país no existieran ingenieros civiles altamente calificados, el Gobierno del Distrito Federal, los estatales y el federal quedaron maravillados (léase lampareados) con las constructoras españolas, con el consorcio OHL a la cabeza, a las que otorgaron jugosísimos contratos de obra pública, especialmente en materia carretera. Dos gobernantes salientes (Calderón y Ebrard) y uno entrante (Peña Nieto, en sus tiempos de mandatario mexiquense) firmaron envidiables contratos con OHL (con el plus de cobrar la construcción más peaje en el caso de las
autopistas urbanas).
Obviamente los peninsulares están felices con la tercia señalada, porque en unos cuantos años las utilidades obtenidas en esta república concesionada llegaron a representar 15 por ciento de sus utilidades globales, es decir, las ganancias obtenidas por OHL en México equivalen a las registradas por el mismo consorcio conjuntamente en todos los países de Europa Central y del este, más los de Oriente Medio y el norte de África en los que opera. Además, superan a las reportadas en Estados Unidos, y significan cerca del 60 por ciento de las obtenidas en su país de origen, España.
Por ejemplo, con Enrique Peña Nieto en el gobierno del estado de México la trasnacional OHL obtuvo el jugoso contrato del Circuito Exterior Mexiquense (fases 1, 2 y 3). Con Marcelo Ebrard en el gobierno del Distrito Federal se embolsó un racimo de obras, que aquel prometió inaugurar antes de concluir su mandato, pero que aún les falta, como la supervía poniente. La propia trasnacional reconoce que
el crecimiento de la cifra de negocio de concesiones ha sido de 13.3 por ciento, impulsado principalmente por la mayor actividad realizada en México y Brasil, donde tanto las tarifas como los tráficos han aumentado. La evolución de los tráficos ha sido favorable en todos los países salvo en España, y las tarifas han tenido revisiones en el último semestre de 2011 y en 2012 en la mayor parte de las concesiones.
¿Quién regala negocios de ese tamaño? Adivinen. Tarifas crecientes y concesiones ídem autorizadas por el gobierno, que los ciudadanos tienen que pagar por dos vías: la fiscal y la de los peajes. Así, las paradisiacas concesiones (especialmente las otorgadas en México y, caso concreto, el gobierno de Marcelo Ebrard) motivan a la oronda trasnacional OHL para anunciar que de sus utilidades antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (ebitda, por sus siglas en inglés),
el 44.3 por ciento se generan en México. Pero como en su tierra de origen la cosa está que arde, en 2012 las ganancias allí obtenidas se desplomaron a 9.9 por ciento del total. Es de suponer que si como gobernador del estado de México otorgó las concesiones más jugosas a OHL, Enrique Peña Nieto mantenga la práctica ahora como inquilino de Los Pinos.
Como en política, en economía no hay casualidades. Tal como sucede en el caso de otros grandes consorcios, mexicanos y foráneos, un ejército de ex funcionarios gubernamentales está al servicio de la trasnacional OHL, el cual se mueve como pez en el agua aprovechando amistades, cobrando viejos favores y prometiendo nuevos. Tal es el caso de su presidente corporativo en México: José Andrés de Oteyza, secretario de Patrimonio y Fomento Industrial en el gobierno de José López Portillo, ex director de Financiera Nacional Azucarera, ex embajador de México en Canadá y ex director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares.
Pero OHL no sólo voltea al pasado: tiene los ojos puestos en el futuro, y es el caso de uno de los integrantes de su consejo de administración (cuando menos así aparece en el informe anual del corporativo): Emilio Lozoya Austin, es decir, el coordinador de vinculación internacional del equipo de transición de Enrique Peña Nieto, y presuntamente próximo secretario de Relaciones Exteriores a partir del sábado entrante. También participa en los consejos de administración de Infoglobal SA (España) y Rev World Wide (Estados Unidos).
Tampoco es casualidad que en ese mismo consejo aparezca Carlos Ruiz Sacristán, ex titular de la SCT con Zedillo (uno de los responsables del multimillonario
rescatecarretero), y subsecretario de Hacienda y director general de Pemex con Salinas. Por cierto, también participa en el consejo del Grupo México de Germán Larrea (el de Pasta de Conchos).
Y por si alguien faltara en OHL y sus concesiones, allí está Jesús Reyes Heroles González-Garza, director general de Pemex con Calderón, secretario de Energía y embajador de México en Estados Unidos con Zedillo, y director de Banobras con Salinas. Entonces, lo único que falta es oficializar la aparición de Marcelo Ebrard en el consejo de administración de OHL.
Las rebanadas del pastel
Y para no variar, Felipe Calderón concluye su estancia en Los Pinos tal cual la comenzó: en tirolesa.