Construcción del partido Morena
Evidente carencia de liderazgos
Los epítetos de siempre
Miguel Ángel Velázquez
L
as novedades en la construcción de un nuevo partido de izquierda, a partir del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), quedaron pendientes. Si bien es cierto que muchos de los militantes de esa formación estaban a la espera de caras y nombres menos paseados en las carreteras de la política formal, también lo es que existe gran carencia de liderazgos emergentes que permitan, si así se quiere, airear un tanto los enrarecidos ambientes de la izquierda en el país.
Y no obstante, y tal vez por eso, más que producir sarpullido en las pieles atemorizadas de quienes sólo miran a la derecha, esos señores hoy padecen ronchas, y se rascan con la manita bondadosa del PRD, esa derecha vestida de rojo y prostituida en el alma, que no encuentra salida por la derecha que los protege a su conveniencia, sin aceptarlos, ni por la izquierda, donde ya no tienen cabida.
Pero lo que merece un análisis muy profundo, muy en serio, es la carencia de liderazgos construidos con las bases teóricas de la izquierda, con la fortaleza que da o debería solventar y orientar el trabajo en el campo. Está visto que eso no existe, y si lo hay no se reproduce de manera tal que hiciera de la parte ideológica el muro de contención frente a las constantes tentaciones del mercado, que se ha tragado a buena parte de la militancia de izquierda.
El asunto es más que delicado porque hasta ahora no se sabe si Morena logró una vacuna que le permita estar a salvo de los contagios frecuentes que ha sufrido, por ejemplo, el mismo PRD. El discurso de López Obrador dejó en claro que no se permitirá ninguno de los ismos que tanto han perjudicado el transitar de la izquierda hacia un cambio en el sistema de gobierno, pero, frente a la marrullería de muchos de los actores ya presentes en Morena, lo más seguro es que las tribus vuelvan a tomar un sitio protagónico en esa nueva formación.
Quizá por eso mismo muchos esperaban nueva sangre por las venas del partido en construcción, pero, si no hay remedio, lo único que queda por hacer es extremar la vigilancia para impedir que el clientelismo, por citar sólo uno de esos ismos, se monte en los lomos de Morena.
Se requiere, sí, una vida nueva, porque por ahora hasta las críticas que se hacen al nuevo partido son las mismas que se han levantado en contra de López Obrador desde siempre. Otra vez se habla de mesianismo, una vez más de cacicazgos, y de todo lo demás a lo que ya nos tienen acostumbrados los enronchados.
De pasadita
Tal vez sea el vacío, producto de la inseguridad que trae no encontrar al líder que encauce una serie de problemas que se viven en las delegaciones de la ciudad. Tal vez sólo se trate de una copia de la asociación de gobernadores que inventó el PRI para nivelar poderes, pero lo cierto es que entre los delegados del GDF se dio ya una división interna que tiene que ver, por un lado, con el nombre de quien encabece a ese grupo, y por otro, con el peligro de engendrar desde ese grupo un monstruo político incontrolable para el próximo gobierno.
Ayer, la Comisión de Gobierno de la ALDF convocó a los delegados a una reunión para discutir los problemas presupuestales que padece cada demarcación. En la sede del Club de Banqueros estaban los representantes de los partidos en la ALDF y cuatro delegados, además de los representantes de otros tantos, y a la misma hora, en el hotel NH del Centro Histórico, se reunían, con el mismo propósito, los delegados que no hicieron caso a la convocatoria de la ALDF. En esa reunión Raúl Flores, suponemos que representando a Miguel Ángel Mancera, parecía encabezar al grupo NH.
La división tiende a crecer. Por un lado estará el grupo de Bejarano, que busca el liderazgo, y por otro, quienes se alinean con Mancera para impedir que el perversor se siga comiendo el pastel-gobierno. Y ya no se trata de preguntarse quién ganará, sino quién va a gobernar el DF. Mientras, Mancera sigue atento a los pasos de Peña Nieto para acompañarlo, claro.
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