sábado, 23 de marzo de 2019

México SA

Resbalar con la misma cáscara // Comisiones: historia de 27 años
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ué bueno que el presidente Andrés Manuel López Obrador haga un llamado a la razón, la solidaridad y el necesario contenido social que debe tener la actividad económico-financiera, pero a final de cuentas la voracidad de los barones del dinero de eso no entiende ni le interesa. Los banqueros van a lo suyo, sin importar a quiénes se lleven entre las patas y el costo que implique para el país.
Para ellos la única razón válida es el sonido de su caja registradora, de tal suerte que, con enorme sonrisa y algunos aplausos, los banqueros reunidos en Acapulco rápidamente llegaron a la conclusión: sumamos a otro Presidente de la República que mantendrá intocado nuestro negocio, porque el gobierno no hará una ley que fije porcentajes en el cobro de comisiones (AMLO dixit).
Al clausurar la 82 convención bancaria el presidente López Obrador fue generoso con los banqueros (amor y paz), pero en los hechos resbaló con la misma cáscara: mantener intocadas las comisiones que los barones del dinero cobran a su clientela, porque, dijo, todo se resolverá por medio de la competencia. Es un compromiso que hicimos; si hay competencia, esto va a ayudar a bajar las comisiones.
Si se revisa la historia inmediata de la banca en México (de la reprivatización salinista a la fecha), la constante en el discurso gubernamental y en el de las cabezas visibles de las instituciones financieras ha sido la competencia os hará libres, pero a lo largo de los años el mercado bancario del país se ha mantenido altamente concentrado, con todo y la llegada de nuevos competidores.
Muestra de lo anterior es que en 1994 –concluida la democratización del capital financiero, como Carlos Salinas de Gortari denominó la reprivatización de la banca–, 10 instituciones financieras (de 36 en total) concentraban 80 por ciento del mercado bancario nacional; en 2000 (con 23), esa proporción creció a 90 por ciento; en 2005, ese 90 por ciento correspondió a sólo seis, y en 2010, a sólo cuatro, y en ningún momento gobierno y banqueros dejaron de presumir que la competencia, con mayor número de participantes en el mercado, es fundamental para reducir comisiones y tasas de interés.
En 2018, con 50 bancos en operación, dos de ellos concentraron 43 por ciento de utilidades netas (Bancomer y Banamex), y, si se amplía el abanico, cinco –incluidas las citadas– acapararon cerca de 80 por ciento. Entonces, transcurridos 27 años de la democratización del capital (la reprivatización bancaria concluyó en 1992), ese es el resultado concreto de la competencia promovida por cinco gobiernos al hilo (de Salinas a Peña Nieto).
Como parte de su discurso en la convención bancaria de Acapulco, López Obrador repitió el numerito: que los bancos se regulen con los bancos, con un elemento clave: la competencia. Que antes de pensar en regular se intente mejorar las condiciones para la competencia; que no haya monopolios económicos, financieros ni de poder. Si hay muchos bancos, hay competencia, y los banqueros tendrán que ofrecer mejores condiciones a los clientes, y ello va a permitir que se reduzcan el costo y el cobro de las comisiones. De esta forma mejorarán las cosas y se va a mejorar el servicio con menos costos para los usuarios. Piso parejo a los bancos, que no se fomente el monopolio; que un banco, dos o tres, no se queden con todo el mercado.
En síntesis, de acuerdo con la tesis de López Obrador, el oneroso asunto de las comisiones bancarias no se resuelve reglamentando, regulando; eso podría quedar como última instancia, último recurso, pero hay otros, y el más importante es el que se permita que haya, si es necesario, más bancos, todos los que se requieran, o lo que es igual, el mismo discurso de cuando menos los pasados 27 años. Entonces, ¿con base en qué la clientela debe esperar resultados distintos?
Las rebanadas del pastel
Y mientras un milagro sucede, si es que algún día se da, los usuarios de la banca seguirán pagando y sufriendo por las muchas cuan abultadas comisiones.

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