viernes, 29 de mayo de 2020

México SA

Índice de bienestar, en puerta // Generar y distribuir riqueza
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▲ PROTESTA DE TRABAJADORES EN BARCELONA. El humo se eleva sobre la fábrica de Nissan en Barcelona mientras los trabajadores queman neumáticos durante una protesta después que la empresa anunció el cierre de la planta que emplea a 3 mil trabajadores.Foto Ap
E
l presidente López Obrador integra un equipo de especialistas de todas las disciplinas, con el objetivo de dar forma a lo que bien podría denominarse índice de bienestar de los mexicanos, en el entendido de que nuestro país es catalogado (Cepal, por ejemplo) entre los más desiguales del mundo.
En la mañanera de ayer, el mandatario detalló que hay 10 personas propuestas, ya se está hablando con ellos, de todas las disciplinas, ya se tiene este equipo, pero no está cerrado; el propósito es que participen todos los que quieran ayudar. No se va a dejar de tomar en cuenta el producto interno bruto, el famoso PIB; no podríamos, pues es el principal parámetro de medición de los organismos financieros internacionales. Pero vamos a tener nuestro parámetro, más relacionado con el bienestar, no sólo con la creación de riqueza, porque eso no es suficiente, ya lo hemos demostrado: hay crecimiento económico, pero al mismo tiempo más desigualdad económica y social, y más pobreza. Lo importante es crecer con bienestar.
Lo anterior tiene razón de ser, porque mientras el crecimiento del PIB mexicano promedió 2 por ciento anual en los últimos 38 años y en el mismo periodo las fortunas de los magnates aumentaron de forma exponencial, a la par del avance de la pobreza. Mientras la mayoría se repartía las migajas, el selecto club de amigos del régimen se servía con gigantesca cuchara, en medio del repetitivo discurso oficial de que México va por el rumbo correcto.
Por ejemplo, en el periodo 1991-2018 (27 años) la fortuna (marca Forbes) de Carlos Slim creció 4 mil 200 por ciento, a razón promedio anual de casi 56 por ciento anual; la del tóxico Germán Larrea (considerando la herencia de su papá, Jorge Larrea Ortega, alias El Azote) mil 500 por ciento, o si se prefiere 55.55 por ciento cada año; la de Alberto Bailléres 363 por ciento (14.44 por ciento cada doce meses); la de Ricardo Salinas Pliego (ya con Imevisión, hoy Tv Azteca, en el bolsillo desde 1993) mil 200 por ciento (48 por ciento anual) y así por el estilo, sin considerar los guardaditos que todos ellos tienen en paraísos fiscales.
No es gratuito que organizaciones como Oxfam documenten (la siguiente información es de 2015: Desigualdad extrema en México: concentración del poder económico y político) que en nuestro país 10 por ciento de la población concentra cerca de 65 por ciento de la riqueza nacional, mientras que 90 por ciento restante se reparte (de forma por demás inequitativa) el sobrante 35 por ciento. Así, en un inventario de 113 naciones, la nuestra ocupó el escalón 87 en lo que a desigualdad se refiere. Pero no queda allí: el uno por ciento de los mexicanos acapara 43 por ciento de la riqueza total, cuyas fortunas, en la mayoría de los casos –por no decir en todos– están asociadas a la privatización, el usufructo de los bienes del Estado y los jugosos contratos públicos.
Por ello, el presidente López Obrador dijo que no se trata sólo de generar riqueza, se necesita distribuirla. Así como no se puede repartir lo inexistente, tampoco se puede decir que la creación de riqueza por sí misma genera bienestar, que si llueve fuerte arriba va a gotear abajo, como si la riqueza fuese contagiosa, o que no intervenga el Estado en el desarrollo porque el mercado solo va a garantizar el bienestar de la gente. No.
Las rebanadas del pastel
Magistral exposición de Hugo López-Gatell ante legisladores, pero como los panistas no tiene nada que hacer, salvo el ridículo, ahora lo acusan de violencia política de género, porque no les gustó la respuesta que ofreció a Alejandra Reynoso (licenciada en mercadotecnia, que forma parte de la Comisión de Salud del Senado de la República y quien calificó al funcionario de mentiroso, soberbio e improvisado), quien a todas luces no tiene la menor idea del sector salud, de tal suerte que hay que recordarle la máxima salamantina: lo que natura non da, Gatell non presta… La lectoría reclama, porque en la entrega de ayer confundimos a la Chilindrina con la Chimoltrufia, de tal suerte que ofrezco pública disculpa.

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