Estela de Luz, desfalco interminable // Borolas: emblema de una nueva era
ás lento que el progreso, finalmente el Tribunal Federal de Justicia Administrativa falló en contra de algunos de los responsables de la onerosa Estela de Luz construida en el sexenio de Felipe Calderón, por lo que Andrés León Reguera y Juan Alberto Bravo Hernández, ex asesores técnico-administrativos de la empresa III Servicios (filial de Pemex), tendrán que devolver a la hacienda pública federal cerca de 447 millones de pesos por la compra de acero inoxidable de mayor precio al pactado, lo que encareció la construcción de la estructura.
Lo anterior, de acuerdo con la información publicada por La Jornada (César Arellano García), resarciría al Estado algo del dinero que supuestamente se canalizó a una de las obras más caras e inútiles del sexenio calderonista (y miren que esas abundaron), en la que no sólo el retraso fue ostentoso, sino que se infló a grado sumó el presupuesto originalmente autorizado. Nada justificó la construcción de ese bodrio, salvo como pretexto para efectos de la corrupción galopante.
El 7 de enero de 2012 el comandante Borolas inauguró lo que originalmente fue bautizado como Arco del Bicentenario, que devino en una pinchísima cuan inservible Estela de Luz (conocida como la galleta), cuando originalmente se programó para 2010 como parte de los festejos de los 200 años de la Independencia nacional, para lo cual, dicho sea de paso, se destinó un voluminoso cuan creciente presupuesto, que con el correr de los meses terminó multiplicándose por tres (de 400 a mil 200 millones de pesos).
En esa ocasión, el socio de Genaro García Luna dijo que tal obra era emblema de una nueva era
para el país, pues reflejaba la fuerza y convicción con la que los mexicanos estamos labrándonos un mejor futuro; simboliza la grandeza de México y la luz, especialmente la luz, que siempre debe irradiar sobre ésta, nuestra gran nación
. Y se quedó tan tranquilo, porque supuso que con ello enterraba la estela de corrupción que, como parte de su sexenio, reflejó dicho bodrio.
Ocho años después de tal inauguración, por fin alguna autoridad se pronunció al respecto, aunque sólo parcialmente, porque los involucrados en el cochinero conocido como Estela de Luz son mucho más que los dos ex asesores técnico-administrativos ahora notificados de que deben regresar al erario cerca de 447 millones de pesos. Esto, porque en la construcción de la citada obra participaron la Secretaría de Educación Pública (con Alonso Lujambio en la oficina principal), III Servicios (filial de Pemex, cuando a la cabeza de la entonces paraestatal estaba Juan José Suárez Coppel) y la constructora Gutsa (de negro historial desde su fundación; recuérdese, por ejemplo, la interminable Autopista del Sol), con Juan Diego Gutiérrez Cortina al frente de ella, entre otros.
La Auditoría Superior de la Federación, prácticamente desde el inicio de la obra, recomendó a la Secretaría de la Función Pública (por entonces a cargo de Salvador Vega Casillas, quien, impune, terminó en el Senado de la República) realizar las investigaciones pertinentes y, en su caso, iniciar el procedimiento administrativo correspondiente, por los actos u omisiones de los servidores públicos que en su gestión incurrieron en que a noviembre de 2010, el monumento Arco del Bicentenario (Estela de Luz) no se concluyera, no obstante que originalmente se tenía prevista su inauguración para el 16 de septiembre de 2010
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La ASF detectó un cúmulo de irregularidades cuya responsabilidad es atribuible en términos generales a la SEP, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y a Banjercito, porque no cumplieron con las disposiciones normativas aplicables a la gestión financiera del Fideicomiso del Bicentenario. Desde 2008 (dos años antes de los festejos patrios) se detectaron diversas irregularidades en la operación del citado fideicomiso, además de que existió inobservancia de la ley en los procesos de adjudicación y de subcontratación
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Las rebanadas del pastel
Entonces, a ver si algo se puede 12 años después.
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