viernes, 28 de agosto de 2020

México SA

 

¿No más importación de gasolina? // Más de 230 mil mdd // ¿Refinación no es buen negocio?

S

i los cálculos gubernamentales no fallan, entre 2023 y 2024 México retomaría la autosuficiencia en producción de gasolinas y diésel (algo no registrado desde la década de los 80), de tal suerte que el larguísimo cuan costosísimo periodo de importación de combustibles pasaría a formar parte del tétrico inventario de los malos recuerdos neoliberales.

El presidente López Obrador se dio una vuelta por la refinería de Cadereyta, Nuevo León (las más joven del sistema nacional de refinación, inaugurada en 1979), y allí anunció que en 2023 estará en operación la nueva planta productora en Dos Bocas, Tabasco, para procesar 340 mil barriles adicionales, con lo que el país tendrá una capacidad de refinación de un millón 530 mil barriles por día, y pensamos poder ampliarla con un nuevo tren de refinación en Cangrejera. De modo que, para finales del gobierno, 2023, 2024, vamos a ser autosuficientes en producción de gasolinas y de diésel, vamos a dejar de comprar estos combustibles en el extranjero.

Solo así, dijo el mandatario, “vamos a lograr la autosuficiencia en la producción energética, porque es garantizar nuestra soberanía nacional. Nada más pongámonos a pensar qué hubiese sucedido si cuando quisieron jugar a las vencidas los que se dedicaban al robo de combustible, que se robaban 80 mil barriles diarios… Aprovecho para decirles que ya se redujo ese robo en un 96 por ciento de lo que se robaban, si ustedes recuerdan, hubo resistencias y hubo sabotaje, nos rompían los ductos para dejarnos sin abasto de gasolinas”.

La autosuficiencia en la producción no sólo es un asunto económico de los que dicen que el negocio está en vender petróleo crudo, no en refinarlo, que yo no estoy de acuerdo con eso. ¿Cómo vamos a estar vendiendo naranjas y comprando jugo de naranja? ¿Por qué no darle valor agregado a nuestra materia prima? Pero no sólo es el rendimiento económico. Hay utilidad si se manejan bien las refinerías, se genera empleo, pero además se mantiene nuestra soberanía. Un país que depende de gobiernos extranjeros para su desarrollo nunca va a ser completamente soberano, libre, independiente.

Meses atrás, el propio López Obrador explicó que en gobiernos anteriores había refinerías que llevaban meses sin operar, porque no apoyaban a los técnicos, a los trabajadores, a pesar de que cada planta tiene un taller mecánico y que son muy buenos. No se les daban recursos, no había presupuesto suficiente o costaba mucho lo que hacían y por la corrupción seguían las cosas igual, y detalló que el ejemplo más claro de corrupción en las refinerías es que en 15 años se invirtieron 8 mil millones de dólares en la rehabilitación de tres de ellas; le llaman proceso de reconfiguración; 8 mil millones de dólares; tres: Minatitlán, Cadereyta y Madero, y no se reconfiguraron las otras tres: Salina Cruz, Tula y Salamanca.

Y el resultado concreto fue que las tres refinerías que no se reconfiguraron tenían más producción que las tres supuestamente reconfiguradas, en donde se invirtieron los 8 mil millones de dólares. Se derrochó el dinero, no se utilizó adecuadamente; al final encontramos que trabajaban, en promedio, a 38 por ciento de su capacidad instalada, mientras la importación de combustibles crecía a paso veloz.

Los tecnócratas decían que refinar no es negocio, por lo que dejaron en el olvido la posibilidad de construir nuevos centros productores. Pero el punto es ¿para quién no es negocio?, porque tan sólo en los últimos tres sexenios de las arcas nacionales salieron más de 200 mil millones de dólares para importar gasolina y 30 mil millones adicionales por diésel. Sólo para dar una idea, las cifras de Pemex indican que de 1979 a 2018 la producción interna de gasolina se redujo cerca de 30 por ciento, mientras la demanda aumentó más de 2 mil por ciento.

Las rebanadas del pastel

Y mientras Andrés Manuel enfila baterías contra los gánsteres de AHMSA, van besos, apapachos y pellizcos a la dueña de mi sistema cardiaco por la velita número 22. ¡Salud!

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