IECM e INE, cortados con la misma tijera // Los viejos vicios // Día decisivo en el Congreso local
ería muy difícil decir que el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) no ha cumplido con el trabajo para el que fue creado, pero no cabe duda que, a la sombra del organismo a nivel nacional (INE), se convirtió en una entidad muy onerosa, maniquea y vieja que requiere de un cambio profundo.
Los partidos políticos enquistados en el organismo decidieron dejarse llevar por una inercia dañina y, sin protestar, permitieron que los males que aquejan al IECM crecieran hasta transformarlo en una entidad burocrática cada vez más anquilosada.
Si bien los cambios que desde la jefatura de Gobierno se han propuesto para aliviar el problema del organismo, tampoco parecen atender el de tipo político que también padece el instituto. Son cambios importantes que atacan a la casta divina que dirigió y dirige al órgano capitalino, pero que soslayan el quehacer político que desarrolla el que fue creado para organizar y hacer creíbles los comicios.
El INE y el IECM han construido redes de complicidad con los partidos políticos y con ellos juzgan y condenan, envilecen el quehacer político y deciden un muy importante tramo de la vida electoral del país que va más allá incluso de los resultados en los comicios a partir de ciertos protocolos que anulan la decisión ciudadana.
Así las cosas, la revisión del trabajo del IECM resulta a voluntad. Es más, sin los cambios en las reglas del juego político la trasformación prometida se quedará corta y frustrará la construcción de nuevos horizontes con institutos electorales más justos y más cercanos a los requerimientos ciudadanos.
Hoy se discutirá eso que bien podría convertirse en el primer paso hacia las transformación de las reglas de actuación electoral. El escollo que parecía el más difícil, el asunto salarial de algunos trabajadores y la anulación de un centenar de plazas da idea del camino que se pretende recorrer por como ya alguien lo dijo: no todo es dinero, lo político es de suma importancia.
Bien haría la oposición, cuando menos sus integrantes inteligentes, en sumar esfuerzos para que el cambio suceda. A ellos tampoco les puede convenir que se retrase la transformación. El peso económico y el extravío del quehacer político que hemos señalado también apuntan a los opositores. Por eso se requiere de una visión menos cerrada y más política para avizorar futuros menos dañinos de los que ahora promete el IECM.
Lo que ahora se decida en el Congreso señalará la ruta del cambio o la cancelará, pero cualquiera de las opciones obrará formas diferentes de entender lo que tienen como tarea las entidades encargadas en materia electoral, mientras no se olvide que el voto y el ciudadano tienen que y deben respetarse para que esa democracia tan llevada y tan traída sea una realidad.
De pasadita
México no pertenece al grupo ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que sesionará en Cuba dentro de unos días, y es que cuando se fundó en 2004 la nación padecía el mal del alto vacío
: Vicente Fox, que entiende muy poco de todo.
Por eso nuestro país no acudirá a la reunión en La Habana, donde se discutirá y se optará por un camino frente a la Cumbre de las Américas. Para el gobierno de Cuba la asistencia a Los Ángeles, sede momentánea de la cumbre, ya no tiene importancia y no irá.
Esa determinación podría haber liberado a México del compromiso de no asistir si no estaban todos los países vetados por Washington –Cuba, Venezuela y Nicaragua–. Este último y ahora el gobierno isleño están fuera, en una aparente decisión propia lo hicieron antes de recibir el rechazo de Estados Unidos, y aunque no se puede apostar por eso, lo más probable es que México y el presidente López Obrador sí vayan. Parece que ya no hay pretexto.
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