ste domingo, 5 de junio se celebrarán elecciones en seis entidades federativas: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo. Si los candidatos abanderados por el partido Morena ganan en las seis contiendas, el partido de Andrés Manuel López Obrador terminará por dominar de manera absoluta al tablero electoral nacional. Hoy Morena junto con sus aliados del Partido Verde ya gobiernan 18 entidades federativas. Con seis más, el partido oficial tendría el control sobre 24 entidades, dejando al PAN con sólo cuatro, al PRI con dos y a MC con otros dos.
En 2023 habrá elecciones en las dos entidades todavía malgobernadas por el PRI: Coahuila y el estado de México. Existe alta probabilidad de que estos dos estados por fin saboreen las mieles de la alternancia después de 90 años de un partido único. Así, Morena arribaría a las elecciones presidenciales de 2024 con 26 de las 32 entidades federativas en la bolsa.
Las únicas excepciones serían los bastiones panistas en Guanajuato, Querétaro, Chihuahua y Yucatán, así como los estados de Jalisco y Nuevo León, hoy comandados por los populistas neoliberales Enrique Alfaro y Samuel García del movimiento anticiudadano.
Este nivel de control político territorial nunca lo tuvo ni Obama, como diría el clásico. De hecho, ningún partido político ha gobernado tantas entidades federativas desde los viejos tiempos en que el PRI fungía como partido casi único de Estado. Este aniquilamiento de los rivales electorales de Morena implicaría la consolidación definitiva de la primera etapa de la Cuarta Transformación de la República.
Habría que celebrar esta conquista histórica, pero simultáneamente prepararnos para afrontar los enormes retos de la segunda etapa. Después de las victorias electorales, viene el arduo trabajo de gobernar sin corrupción y en favor de los intereses del pueblo. Después de la movilización de los votantes, se impone la urgente tarea de construir partido y fomentar la organización social desde las bases.
Las inercias de nuestro sistema político son mayúsculas y existe el riesgo palpable de que Morena se convierta en un nuevo PRI. Por ejemplo, el acarreo de militantes es cada vez más común en los eventos y las movilizaciones electorales del partido. Para alcanzar las amplias convocatorias que antes se lograban estrictamente a partir del convencimiento y la emoción social, hoy se recurre cada vez más al dinero y el chantaje. De esta manera, se van desgastando los principios del movimiento y se va reproduciendo la antigua cultura política del clientelismo y el intercambio de favores.
Otro vicio del viejo sistema que empieza a asomar su cabeza es el de la subordinación del partido al gobierno. A pesar de que López Obrador haya señalado una y otra vez que debemos evitar a toda costa la construcción de un nuevo partido de Estado al estilo priísta, muchos dirigentes partidistas y funcionarios gubernamentales actúan como si Morena debiera ser un brazo más de los gobiernos municipales, estatales o federal.
Un tercer vicio priísta que pone en peligro el proyecto originario de Morena como un partido-movimiento democrático y popular es la exigencia de acatar en silencio la línea
de los dirigentes, así como la tendencia a silenciar los críticos internos. Por ejemplo, el periódico oficial del partido, Regeneración, se limita a publicar textos propagandísticos en favor de las políticas del gobierno federal (https://morena.si/regeneracion/). Ella es sin duda una labor importante en el contexto del violento embate de noticias falsas de parte de la derecha. Sin embargo, este importante medio también tendría que abrir sus páginas al sano debate interno sobre el carácter y el destino del partido político de la Cuarta Transformación.
Fue muy simbólico, por ejemplo, que recientemente dos fundadores del movimiento con visiones diferentes sobre la situación actual del partido, Epigmenio Ibarra y un servidor, tuvimos que recurrir a los micrófonos de un férreo opositor, Ciro Gómez Leyva, para intercambiar nuestras opiniones (https://www.youtube.com/watch?v=m1LLN6pJ25A). Dicen que la ropa sucia se lava en casa
. Sin embargo, ello solamente es posible cuando haya una casa dentro de la cual se puedan llevar a cabo las urgentes labores de aseo.
Si queremos que la segunda etapa de la Cuarta Transformación sea aún más luminosa que la primera, que la culminación del sexenio de López Obrador no nos deje huérfanos y sin timonel, debemos iniciar desde ahora con la urgente tarea de afianzar este proceso histórico no solamente en el gobierno, sino también en el partido y en la sociedad.
Ningún líder o candidato en particular podrá llenar los zapatos de López Obrador. Solamente la activa participación de todos nos permitirá pasar de las victorias electorales a la revolución de las conciencias, tarea urgente antes de que el glorioso proyecto de la Cuarta Transformación se hunda bajo el peso de los burócratas y los chapulines que solamente buscan satisfacer intereses propios.
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