Tasas de interés: objetivos y riesgos
a Reserva Federal de Estados Unidos (Fed, banco central) incrementó ayer su tasa de interés referencial en 0.75 puntos porcentuales, su mayor aumento desde noviembre de 1994, en un intento por contener una inflación que ha resultado más persistente de lo anticipado y que este mes alcanzó 8.6 por ciento anual, cifra no vista desde hace cuatro décadas.
Apenas a principios de mayo, tras elevar la tasa en 0.5 por ciento (lo cual ya había sido un aumento récord en lo que va de siglo), el presidente de la Fed, Jerome Powell, estimó que la inflación tocó techo
y descartó un alza de la magnitud de la dictada ayer, pero ahora es evidente que se vio rebasado por la realidad. Esta subestimación es sistémica y viene de tiempo atrás: hace 15 días, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, admitió en entrevista que se equivocó el año pasado al sostener que la inflación no era una amenaza a largo plazo, una manifestación de humildad inusual entre los funcionarios que manejan la política económica.
La lógica detrás de las alzas a las tasas de referencia de los bancos centrales consiste en encarecer el dinero y reducir la cantidad circulante, lo cual debería desincentivar la toma de créditos y de este modo desacelerar la economía, todo ello con el propósito de frenar las alzas de precios. Se trata de un proce-dimiento ortodoxo dentro del manual de la macroeconomía, pero entraña el riesgo de que el freno se pise demasiado a fondo y se desate una recesión, como ya ha ocurrido en reiteradas ocasiones en que la Fed echó mano de las tasas como medida antinflacionaria.
Para los llamados mercados emergentes, como México, el anuncio de la Reserva Federal implica una presión adicional para elevar sus propias tasas a fin de evitar fugas de capitales hacia destinos que se han vuelto repentinamente atractivos. Así, la gobernadora del Banco de México informó ayer mismo de la disposición del banco central a encarar un incremento adicional de la tasa en el orden de los tres cuartos de punto porcentual, como ya habían anticipado dos subgobernadores.
Además del impacto en personas y empresas que dependen del crédito para gestionar su actividad cotidiana, el aumento continuo en las tasas podría golpear la difícil recuperación tras la pandemia y dar paso a una nueva crisis de global de gran magnitud. Al mismo tiempo, está claro que no puede considerarse la opción de permanecer impávidos ante niveles inflacionarios que afectan al conjunto de los ciudadanos, en particular a los de menores recursos, quienes disponen de un margen muy reducido de ajuste en sus gastos. En estas circunstancias, sólo queda esperar que las decisiones de política monetaria sean tomadas con acierto, poniendo en todo momento por delante el bienestar de las mayorías y no los intereses de los grandes capitales.
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