martes, 28 de junio de 2022

Indigenismo para neoliberales


E

n los textos con los que explicó la idea oficial del orbe neoliberal sobre el V Centenario del Encuentro de dos mundos/Descubrimiento de América, don Miguel León-Portilla afirmó que la idea del encuentro no excluye la violencia y el sojuzgamiento, pero que lo esencial es la otra realidad, o sea, la fusión de pueblos y culturas, el punto de partida del ser de nuevas naciones. Edmundo O’Gorman respondió: “En otras palabras, sosláyese también la realidad de la guerra de conquista, y del sometimiento, explotación de los pueblos autóctonos y destrucción de sus culturas, y festéjese –tapándole el ojo al macho, digo yo– el surgimiento de las naciones iberoamericanas”… que ocurrió en el siglo XIX, dice O’Gorman (y añadimos, en guerra contra España. Sigo glosando los textos ya citados https://www.jornada.com.mx/2022/06/ 14/opinion/016a2pol).

Para O’Gorman es ridículo pensar el surgimiento de las naciones hispanoamericanas como fruto del Encuentro/Descubrimiento y es inaceptable celebrar la fusión cultural, porque resultan de un juicio equivocado y porque tal fusión no existió. El mal juicio consiste en atribuir al hecho una consecuencia necesaria y de alcance universal, fatal: la fusión, el surgimiento de los países iberoamericanos. O’Gorman riza el rizo: A esa cuenta, los judíos deberían festejar el Holocausto, porque, consecuencia de alcance universal de ese horror, fue el surgimiento del Estado de Israel. Y para lo que hoy nos interesa termina diciendo con claridad que la idea leonportillista y gubernamental de Encuentro/Descubrimiento es la verdad histórica sólo para los efectos pragmáticos o políticos que inspiran esa necesidad o el deseo de conmemoración. Reiteró: un trabajo de reinterpretación tan descuidado y mal fundamentado no era propio de un académico, sino del discurso histórico del gobierno o para el gobierno.

A la crítica de O’Gorman le siguió el silencio, hasta que en 1987 (luego de que le hicieran el vacío en la Academia Mexicana de la Historia, que se plegó a la postura oficial y respaldó a León Portilla) don Edmundo renunció a la presidencia de la Academia y a la Academia misma. Sólo después de eso respondió León-Portilla, pero no de frente. No tiene sentido que nos detengamos en su respuesta: es un prodigio de argumentación falaz llena de descalificaciones personales, de la que si acaso, vale la pena rescatar el carácter teleológico, esencialista y fatalista de sus propuestas... don Edmundo regresó a sus clases, don Miguel se fue a París, como representante de México ante la Unesco.

Mientras tanto, fuera del radar de los festejantes y de los medios de comunicación al servicio del poder, que se preparaban jubilosos para el V Centenario del Encuentro/Descubrimiento (recordemos: los poderosos de España, Estados Unidos, El Vaticano, Gran Bretaña, Francia y la América Latina neoliberal), la efeméride fue un vehículo para articular el movimiento indígena latinoamericano (al que se incorporarían también los indígenas de Estados Unidos y Canadá y los movimientos de afrodescendientes).

En 1988 se realizó en Bogotá el primer Encuentro de Mujeres Campesinas, Indígenas y Negras de América Latina y El Caribe. Ellas convocaron al Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Campesinas e Indígenas, reunido también en Bogotá, del 7 al 12 de octubre de 1989. Ahí arrancó la campaña 500 años de resistencia indígena, negra y popular: ni Descubrimiento, ni Encuentro ni Invención, la palabra clave es Resistencia. Hubo un segundo y tercer encuentros continentales culminados el 12 de octubre de 1991, en Xelajú (Quetzaltenango), Guatemala, y el 12 de octubre de 1992, en una Managua que vivía la euforia de la revolución… y la brutalidad de la agresión estadunidense.

El día que los poderes mundiales celebraron el V Centenario del Encuentro con su fusión y su mestizaje, y mientras en Managua casi 700 delegados de 26 países cancelaban el encuentro 500 años de resistencia, el mismo día, decimos, 10 mil indígenas, vestidos con sus trajes propios o ataviados como guerreros mesoamericanos, ocuparon las calles prohibidas de San Cristóbal de las Casas con el mismo lema, bajo la misma bandera, 500 años de resistencia. Derribaron la estatua del conquistador Diego de Mazariegos, símbolo de la opresión colonial y el etnocidio, dos términos que los indígenas en rebeldía comenzaban a usar, así como la contundente frase: no fuimos conquistados: seguimos resistiendo.

Ese mismo día se alzó otra voz que, como las anteriores, fue ignorada por los poderosos: desde el Reclusorio Norte, los presos políticos de los remanentes de las guerrillas de la década de los 70 publicaron el Manifiesto 500 años de resistencia PROCUP-PDLP que inicia así: “Este 12 de octubre se conmemoran 500 años de que llegara Cristóbal Colón a América, el inicio de la conquista y sometimiento de los indios, de la matanza, de la esclavitud, de la explotación más despiadada…”, y que en su tercer párrafo dice: “no hubo un sólo día en los 300 años de coloniaje que no estuviera levantado en armas un pueblo indio: coras, tarahumaras, seris, pimas, zapotecas, mixes, mayas, chiapas, tarascos, otomíes y huastecos, entre otros, combatieron el yugo colonial (https://www.memoriapoliticademexico.org/ Textos/7CRumbo/1992-M-500-RIP-PROCUP.html).

Menos de 15 meses después se levantó en armas el EZLN… y ya no hubo manera de fingir que no estaban ahí.

Pd: Aún falta saber qué significan para nosotros las tesis leonportillistas y su vigencia hoy. Acompáñenme a una tercera y última vuelta.

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