on esta frase contundente comenzó su discurso Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, en la Convención Constitucional de los United Steel Workers (USW) celebrada a principios de agosto en Las Vegas, Nevada. Ustedes, dijo a la audiencia, con su trabajo y la calidad de los productos que elaboran han hecho posible la construcción de esta nación y la mayor parte de suinfraestructura, como los caminos, puentes, puertos, ferrocarriles, barcos y nuestros aeropuertos
. Así, Harris se pronunció tajantemente con una línea discursiva contraria al estilo de muchos gobiernos, que olvidan o ignoran el protagonismo de las y los trabajadores en el desarrollo de países prósperos.
Como hizo el presidente Joe Biden el primer día de la convención, Harris profundizó su intervención al mencionar que la construcción de Estados Unidos estuvo en las manos de la clase media, misma que se formó gracias a los sindicatos. Los denominados United Steel Workers, en colaboración con otras organizaciones, fortalecen a la sociedad estadunidense con su gran esfuerzo y visión, aportando la dignidad de su pueblo. “Y con una pasión inesperada para algunos –remarcó la vicepresidenta en su discurso–, ustedes crearon la prosperidad de este país y lo hicieron el más poderoso: la fuerza que hoy tenemos es por los trabajadores”.
Es inusual escuchar en una conferencia internacional a un primer o segundo mandatario reconocer auténticamente a la clase trabajadora, menos proviniendo de una nación capitalista, considerada por muchos antisindical. Pero en este caso el apoyo fue rotundo y efusivo. El mensaje tiene un impacto mayor porque viene de un país que, supuestamente, pregona los valores empresariales y las prácticas antilaborales; sin embargo, Biden indicó en su misiva que aspira a ser el presidente más cercano a los trabajadores de la historia estadunidense, por lo cual merecen y tienen todo su apoyo.
Similar a nuestros vecinos, la historia de las luchas sociales en México muestra claramente que cuando los trabajadores y los sindicatos están fuertes, nuestro país también lo está; cuando el gobierno confía en la visión de los trabajadores, apoya con fuerza y decisión al sector laboral y a las organizaciones genuinas, es posible crear más empleos, de mejor calidad, con mayor seguridad y con un bienestar compartido. Gracias a lo anterior, se disminuyen las ineficacias, la inflación y la corrupción: el resultado es contrario a lo que argumentan, por desconocimiento o por mala fe, los detractores de la cultura sindical.
Vivimos tiempos difíciles y complicados, no sólo como resultado de la pandemia del covid-19, sino del reacomodo de las relaciones económicas y laborales, tendientes a las nuevas tecnologías, energías limpias y la automatización de los procesos productivos. También es verdad que muchas corporaciones utilizan la crisis de salud para aprovecharse y aventajar a sus trabajadores, gracias a la complicidad de algunos gobiernos en materias esenciales, como la cancelación de la ley que contiene sus derechos fundamentales, el incremento de las horas de trabajo y el retiro de prestaciones de salud y seguridad, revirtiendo décadas de conquistas sindicales. En lugar de velar por la tranquilidad económica de las y los trabajadores, actualmente se sostiene el congelamiento y la caída de los salarios alrededor del mundo. Frente a una inflación creciente y otras severas complicaciones, esta estrategia vulnera gravemente la economía de las familias.
La pandemia nos ha enseñado que por encima de todas las cosas, los trabajadores están hambrientos de formar nuevos sindicatos o de unirse a los más democráticos que existen. La vida sindical nos comprueba, una y otra vez, lo que significa formar parte de una organización libre y democrática, donde los dirigentes se comprometen verdaderamente con sus representados por medio del cuidado y el apoyo permanente, como hermanos de clase, fortaleciendo la unidad y la solidaridad entre todos.
La clase trabajadora se enfrenta hoy a muchos retos. Tenemos que incrementar los programas de capacitación y educación para prepararnos con una visión más amplia y caminar seguros hacia los nuevos proyectos. Este rumbo nos conducirá al nacimiento de una nueva era, liderada por los hombres y mujeres más capaces, auténticos y democráticos, para obtener una mayor justicia social y una fortalecida dignidad.
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