Felipe Calderón, el mal padrino // Canta, y luego regatistas fallan // García Luna, ¿cantará? // El general subsecretario
ntre otras de sus comentadas aficiones (el automovilismo de Fórmula 1, por ejemplo), Felipe Calderón Hinojosa ha tenido la de las regatas, a tal grado que mientras estuvo en Los Pinos llegó a disponer de embarcaciones de propiedad gubernamental para sus privilegiadas prácticas de aficionado y en más de una ocasión fue orador inaugural en competencias de ese tipo.
Tal propensión hacia lo acuático le ha llevado en estos días a participar en un importante torneo de regata en Alicante, España, país al que se ha trasladado por invitación académica
de una fundación patrocinada por políticos derechistas y empresarios beneficiados por el ex panista michoacano.
Pero resulta que Calderón, como padrino, no es muy recomendable. A sus apadrinados en España les fue mal luego de que apareció en redes sociales como poco afortunado cantor con mariachi en una fiesta de presentación de la competencia de embarcaciones. The Ocean Race, organizadora de la vuelta al mundo en vela
, reportó este lunes que el equipo Viva México
se dirigía a puerto por daños en su vela mayor
. El patrón mexicano, Erick Brockman, reportó: Debido a una rotura en la vela mayor que no puede repararse a bordo nos dirigimos a Almería y allí estudiaremos las opciones. Toda la tripulación se encuentra a salvo
(https://bit.ly/3XyFJTf).
En la noche del viernes anterior, Calderón, padrino de este equipo mexicano de regata, había tratado de entonar la canción de corte cristero Este martes me fusilan. Una estrofa reza: Me encontraron una estampa/ de Jesús en el sombrero./ Por eso me sentenciaron,/ porque yo soy un cristero
; otra de sus predilecciones musicales es el corrido El hijo desobediente (así bautizó a su autobús de campaña en 2006), que habla de un mancebo peleonero que, echando mano a sus fierros,
advierte, cuasi parricida: Quítese de aquí mi padre,/ que estoy más bravo que un león,/ no vaya a sacar mi espada/ le traspase el corazón
./
Las andanzas cantadas de Felipe Calderón y la referencia al martes de fusilamiento llevan a otro ejemplo de padrinazgo naufragante: hoy empieza en Estados Unidos (si no hay arreglos de última hora) la fase presencial del juicio contra quien fue secretario de Seguridad Pública durante todo el sexenio fraudulento de Calderón, Genaro García Luna, acusado de poner el aparato gubernamental al servicio de un cártel, el de Sinaloa. El padrino Felipe tampoco ha llevado buena suerte a su asociado Genaro: aparte del eventual golpe judicial (que podría ser negociadamente atenuado) queda el histórico, irremontable, de la complicidad con el crimen contra el cual se montó una falsa y perdurable guerra
institucional.
El presidente López Obrador designó al general en retiro Luis Rodríguez Bucio como subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana en sustitución de Ricardo Mejía Berdeja, quien dejó el cargo para buscar la gubernatura de Coahuila. Rodríguez Bucio fue comandante de la Guardia Nacional (GN) que se promovió legislativamente como instancia de carácter civil
(artículo cuarto de la ley de la GN) pero se mantiene como inequívoca fuerza militar explícita.
La instalación del general Rodríguez Bucio en dicha subsecretaría civil
es una confirmación del proceso de militarización que se ha impulsado en la actual administración federal. Los civiles titulares de la Secretaría (Alfonso Durazo, primero, y luego Rosa Icela Rodríguez) poco han podido hacer de verdad ante la evidente fuerza de los militares que sólo obedecen a su mando jerárquico real.
El cuadro se completa con la designación de otro general, David Córdova Campos (en retiro desde febrero de 2020, cuando era oficial mayor de la Sedena) como comandante de la citada Guardia. Todo ello mientras el gobierno mexicano precisa cómo habrá de actuar con mayor fuerza para frenar los envíos de fentanilo a Estados Unidos y si, en el cumplimiento de este objetivo derivado de la reciente cumbre norteamericana, México habrá de modificar su política de abrazos, no balazos
. ¡Hasta mañana!
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