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miércoles, 11 de mayo de 2011
México SA
Riqueza minera: ¿para quién?
Concentración y evasión fiscal
Clase política y ventas de jabón
Carlos Fernández-Vega
En la industria minera que opera en el país sucede exactamente lo que en otros sectores económicos: la norma es la concentración de la producción y las ganancias en unas cuantas empresas, y la característica es el mínimo, por no decir nulo, beneficio para la nación, propietaria de la riqueza extraída del subsuelo. En la misma dinámica, los grandes consorcios –crecientemente extranjeros– exigen el cumplimiento de la ley, pero son los primeros en violarla en materia laboral y ambiental, cuando menos.
Como inquilino de Los Pinos, en 1992 Carlos Salinas de Gortari modificó las reglas en materia minera, y en 1993 desapareció el “tope” al capital privado foráneo para participar en este sector (justo antes de la entrada en vigor del TLC); en 1996 Zedillo metió el acelerador hasta el fondo; Fox hizo lo propio (2005) y todos, Calderón incluido, entregaron concesiones sin ton ni son al capital privado (nacional y foráneo). Este grupo de “gobernantes” eliminó impuestos a la actividad minera, y son mínimas las normas que aplica –si las aplica– a los beneficiarios, mientras la “autoridad” se hace la ciega en materia laboral, fiscal, normas de higiene, seguridad y medio ambiente.
De ese tamaño es el éxito de la “reforma” a la ley minera. Pero, ¿quiénes se han quedado con los recursos mineros propiedad de la nación, y nada, prácticamente, le regresan? De acuerdo con la estadística oficial (en este caso de la Secretaría de Economía), las grandes empresas mineras –especialmente canadienses– se quedan con 95 por ciento del oro mexicano; 95 por ciento de la plata y 97 por ciento del cobre, por citar sólo algunos casos. La mediana y pequeña minerías se reparten las migajas.
Los nombres de los grandes consorcios mineros se repiten: Gold Corp. (Canadá); Grupo Fresnillo y Peñoles (Alberto Bailleres, líder mundial de plata primaria, y segundo lugar nacional en oro); Minera Frisco (Carlos Slim); Grupo México (Germán Larrea, el de Pasta de Conchos); Minera Autlán (José Antonio Rivero Larrea); Alamos Gold (Canadá); Coeur d´Alene Mines (Estados Unidos); Gammon Gold Resources (Canadá); New Gold (Canadá); Minefinders Corporation (Canadá); Agnico Eagle Mines (Canadá). En ellas se queda el grueso de la riqueza minera mexicana, y a cambio pagan –si en realidad lo hacen– cuotas que van de 5 a 111 pesos por hectárea concesionada (más de 25 millones de ellas), sin importar el monto ni el valor del mineral extraído.
No es casual el resultado del informe presentado por la Familia Pasta de Conchos (La Jornada, Patricia Muñoz): “tras revisar la situación de más de 5 mil títulos mineros entregados en la década de gobiernos panistas, el análisis evidenció que hay un total desorden, negligencia y omisión en el manejo de las concesiones por parte de la Secretaría de Economía. Las concesiones se otorgan sin control, pues tal dependencia pública no verifica la existencia de las empresas a las cuales entrega títulos de explotación; incluso los mineros y poceros que las reciben tienen elevados adeudos con los gobiernos federal y estatales, ya que no pagan lo correspondiente a los títulos. Al menos 50 por ciento de los empresarios carecen de actas constitutivas que acrediten que los socios inversionistas son mexicanos; sólo una décima parte está regularizado ante el fisco. Además, estas empresas ejercen una permanente defraudación ante el IMSS, que a su vez tolera las violaciones de los empresarios mineros y no realiza auditorías de ningún tipo”. Eso sí, la “autoridad”, que avala todas estas violaciones legales, se queja en público de que no hay recursos para tal o cual urgencia y de que el IMSS está al borde la quiebra.
En vía de mientras, la Cámara Minera de México aporta las siguientes muestras (datos de 2009) sobre cómo les va a los grandes consorcios: la trasnacional canadiense Goldcorp se mantiene como la principal productora de oro, con 646 mil onzas producidas en sus cuatro unidades mineras (Los Filos, El Sauzal, San Dimas y Peñasquito), que representa el 36 por ciento de la producción minera en México. En 2010 habría incrementado la producción a 745 mil onzas. También se dedica a la plata: en su unidad Tayoltita, Durango, totalizó 5 millones de onzas (154.4 toneladas). En Peñasquito, Zacatecas, sumó 2.6 millones de onzas (80.8 toneladas)
La mina La Herradura (la más grande de oro en México), operada por Fresnillo (Alberto Bailleres) y localizada en Caborca, Sonora, alcanzó durante 2009 un récord histórico al producir 258 mil 839 onzas (8.08 toneladas) representando el 15 por ciento de la producción nacional, mientras la producción de la mina La Ciénega, Durango, añadió 100 mil onzas, 3.1 toneladas. Al ritmo de producción actual, esta mina garantiza 13.5 años de producción y La Herradura, en Sonora, 11.9 años. En cuanto a la producción de plata, la suma da mil 178.8 toneladas. Del mismo empresario, la unidad Tizapa del Grupo Peñoles reportó una producción de plata para 2009 de 4.08 millones de onzas (132 toneladas), lo que representó un incremento de 38 por ciento con respecto al periodo anterior.
En producción de oro, Frisco (Slim) reportó una producción de 97 mil 583 onzas de oro, provenientes de sus minas El Coronel y Tayahua en Zacatecas, San Francisco en Chihuahua, y Asientos en Aguascalientes, además de 4 millones 391 mil onzas de plata. Alamos Gold (Canadá) produjo en su mina Mulatos, Sonora, 5.55 toneladas, 18 por ciento más que en 2008. La estadunidense Coeur d’Alene Mines obtuvo 1.8 toneladas. Gammon Gold Resources (Canadá) obtuvo más de 4 toneladas de oro. New Gold (Canadá) se llevó casi 3 toneladas. Minefinders Corporation (Canadá) 2.4 toneladas, y Agnico Eagle Mines (Canadá) se quedó con 5.2 toneladas de oro y 77.7 toneladas de plata.
Germán Larrea (Grupo México) no sólo el zar del cobre (cuyo precio se incrementó 116 por ciento en 2009) en México. Se quedó con 13 millones 872 mil onzas de plata. First Majestic Silver (Canadá) 118.1 toneladas de plata, y Coeur d’Alene Mines (Estados Unidos) 245.7 toneladas. Y así por el estilo, sin beneficio alguno para la nación.
Cualquier similitud con otros sectores de la actividad económica, no es coincidencia.
Las rebanadas del pastel
Los fabricantes de jabón de tocador están de plácemes, porque sus ventas crecen con una rapidez inaudita: inquilino de Los Pinos, gabinetazo, voceros oficiales y oficiosos, legisladores de todos colores, partidos ídem, y, en fin, la clase política en su conjunto, se lavan las manos sobre la creciente violencia, su complicidad con el crimen organizado y el sostenido avance de la inseguridad en el país. Con “gobernantes” así, México no requiere de enemigos… Un abrazo para todas las jechus.
cfvmexico_sa@hotmail.com • http://twitter.com/cafevega
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