miércoles, 16 de noviembre de 2011

Frente amplio y suma de causas progresistas, bases del acuerdo



Terminar la confrontación AMLO-PRD, en la agenda futura

Frente amplio y suma de causas progresistas, bases del acuerdo
El mandatario capitalino plantea crear un partido-frente

Arturo Cano

Periódico La Jornada
Miércoles 16 de noviembre de 2011, p. 3
Un frente amplio, la suma de causas progresistas (¿no más “primero los pobres”?, la creación de un nuevo partido donde se fundan las “izquierdas” existentes, una dirección colegiada y de consenso, y el fin de la confrontación entre López Obrador y la dirigencia del PRD. Es la agenda tras las encuestas, las condiciones de Ebrard, si así se quieren ver. Las enlista, las explica brevemente el jefe de Gobierno y remata: “Hay acuerdo sobre esas bases”.

El otro punto, de suyo importante y más aún tras el domingo michoacano, no lo frasea el gobernante sino López Obrador: “Respaldaré a Marcelo Ebrard en la orientación política que él defina, en el marco de la legalidad y de la democracia, para seguir gobernando la ciudad de México, esta gran ciudad…”

¿En el caso del Distrito Federal la “orientación política” no pasará por las encuestas?

Claro, todo lo anterior sucede minutos después de que en la gran pantalla aparecen, una a una, las cinco preguntas, seguidas de iniciales. Delante de las dos primeras, tres letras: MEC. Cuatro acompañan las tres últimas: AMLO. Alguien inicia el aplauso. Nadie le sigue.

Los reporteros se pegan a sus teléfonos: “Es López Obrador”, dictan lo sabido. Los fotógrafos piden a gritos algo que no les dan: “¡Marcelo, levántele el brazo!”

Hay sonrisas y saludos, pero no la foto del campeón reconocido por el retador.

Hace un rato subieron al estrado Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, trajes oscuros, corbatas amarillas ambos.

Se arranca René Cervera, el operador de Ebrard, con la ficha metodológica. Suelta luego las dos primeras preguntas, cargadas a los “negativos”, como dicen los demóscopos. Y sí, chocolate por la noticia: MEC se lleva el saldo de opinión (favorable-desfavorable) y la interrogante ruda: por quién no votaría jamás.

Octavio Romero lee preguntas y resultados de las tres que favorecen a López Obrador: a quién preferiría de presidente, la última.

Es cuando el aplauso fallido y Ebrard al micrófono, que acepta tácitamente que su precandidatura no creció lo suficiente: “El potencial de crecimiento de mi candidatura sería alto”.

Click. Click. Click. Se multiplican los flashes cuando dice la frase esperada: “Acepto y acato los resultados de las encuestas”.

Eso, por supuesto, antes de que explique las “bases” del acuerdo.

Encuestas sí, pero no para todos

Si López Obrador agradece a los encuestadores, a los dirigentes de los partidos de izquierda y del Morena, a los ciudadanos, Ebrard dedica una línea a su mentor, Manuel Camacho Solís. El coordinador del Dia está ahí, en primera fila, larga la cara. Algunos colaboradores de Ebrard –Marcela Gómez Zalce, jefa de su oficina, con cuatro guardaespaldas– completan la mitad del cuadro.

Consejeros perredistas que se han escapado de una sesión que no comienza son los acompañantes de López Obrador. Echan algunos gritos y pelan la mazorca, pero no hacen escarnio del otro bando. Hace rato no se les veía ese respetillo a los perredistas.

A unas cuantas calles del hotel de la Alameda donde sucede la presentación de las encuestas –prensa en tumulto como hace mucho no se veía–, hay también las caras largas de algunos dirigentes de Nueva Izquierda, que a esa misma hora se enredan de nueva cuenta con los términos de la coalición electoral.

Reunido el Consejo Nacional del PRD, un sector de la corriente mayoritaria, Nueva Izquierda, quiere dar reversa a los acuerdos ya tomados en el seno del Dia, para lograr dos cosas: una, que la coalición no sea total para que el PRD se reserve distritos en los que “históricamente” es competitivo. En otras palabras, achicar las rebanadas del pastel para el PT, el MC y el Morena. Así, los aliados irían a los distritos con menores posibilidades de triunfo.


Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubon después que se dieron a conocer los resultados de los sondeos para definir al candidato de la izquierda a la Presidencia de la República para 2012 Foto Jesús Villaseca

Y más: aunque se contaron entre los principales promotores de las encuestas para definir candidato presidencial, ahora se resisten a utilizar el mismo método para otras candidaturas.

¿La encuesta vale para la presidencial pero no para los demás cargos? ¿No, por ejemplo, para el candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal?

“La prioridad de Ebrard sigue siendo Mario Delgado, pero dado que esa propuesta es ‘intransitable’ (otra vez, lo dicen las encuestas), podría pensar en el procurador Miguel Mancera o en Juan Ramón de la Fuente”, dice un alto dirigente que se escapa del Consejo Nacional para asomarse a la esperada presentación de las encuestas.

Marcelo, Ulises y el precipicio

En unas horas será anécdota vieja. Se habló de una casa de encuestas que hiciera de “supervisora” de los resultados. Nueva Izquierda quería jugar al empate (véase la declaración de Jesús Zambrano la víspera), para “ganar tiempo” y que Ebrard se “posicionara” en campaña. La definición del candidato se pospondría al mes de febrero. “En corto”, Zambrano explicaba a los reporteros que el gran dilema era la imposibilidad de hacer precampaña ya con un candidato definido. La jugada era otra, sin embargo.

En un párrafo de Ebrard van esas jugadas al anecdotario: “Podría empecinarme en llamar a ir a las internas a partir de diciembre. Sí, se podría, pero entonces cabría preguntarse: ¿en dónde quedó la congruencia?, ¿dónde quedaron los objetivos estratégicos planteados? La izquierda dividida sólo va al precipicio. No seré yo, nunca, quien conduzca las posibilidades de cambiar el rumbo de México al fracaso”.

Pinta anticipadamente Ebrard el escenario poselectoral: el frente amplio habrá de convertirse en “un partido-frente capaz de incluir a los partidos de la izquierda, capaz de superar la recurrente lucha de facciones que tanto daño han hecho y capaz, sobre todo, de representar a la amplia gama de colectivos, causas y aspiraciones que se han alejado de los partidos progresistas”.

¿A la manera uruguaya, que requiere 85 por ciento de los votos para las decisiones trascendentes? Ya se verá.

Por hoy, reaparece el “es un honor estar con Obrador”, cuando el tabasqueño agradece con una pieza oratoria breve, acepta que habrá “decisiones colegiadas” en la campaña y sugiere el nombre de Movimiento Progresista para la coalición de pronto registro.

Ebrard, funcionario en el gobierno de López Obrador, apoyado por él para la jefatura de Gobierno es hoy, en el día de su retirada de la contienda presidencial, “un dirigente político excepcional”: “Marcelo, como Ulises, el de La Odisea, no se dejó cautivar por el canto de las sirenas”.

“Estoy consciente”, sigue el ya seguro candidato, “de que Marcelo representa a amplios sectores de las clases medias y empresariales, promueve nuevas causas ciudadanas, como la ambiental, libertades y nuevos derechos… Por lo mismo, al ir juntos, nos vamos a complementar”.

Corte a un restaurante cercano de “clases medias y empresariales”. Diálogo en la mesa contigua, un hombre joven y de visible alto poder adquisitivo al habla: “Fue el beso del príncipe. Si respeta ese acuerdo y se comportan a la altura de la conferencia de hoy, pueden ganar, y ganar con mi voto”.

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