martes, 16 de octubre de 2012

Astillero



Hankismo como insignia



Modelo nacional



Comprar elecciones



Vallejo: “gobernar” a golpes



Julio Hernández López



En 2007, el ex presidente municipal de Tijuana, Jorge Hank Rhon (centro), contendió por la gubernatura de Baja California. En la imagen, durante una conferencia de prensa en la sede nacional del PRI, acompañado por Sebastián Lerdo de Tejada y Graciela Ortiz  Foto Jesús Villaseca

Las condiciones nacionales y regionales son altamente propicias para que Jorge Hank Rhon sea el próximo gobernador de Baja California (aspiración que el empresario de juegos de azar ayer confirmó). En realidad, no se trataría de una reivindicación única, personal, del ex presidente municipal de Tijuana que seis años atrás había buscado el mando estatal, sino de toda una filosofía del ejercicio político y de su vinculación expresamente lucrativa con los negocios: el erario y la discrecionalidad en contratos y convenios como fuente de enriquecimiento, y la inversión de parte de esas ganancias económicas en la promoción de candidaturas que, a su vez, seguirán manteniendo y mejorando las condiciones de prosperidad de las empresas particulares. El ciclo nefasto del hankismo tradicional: un político rico es un hombre rico en posibilidades políticas.



En su estricta circunstancia personal, Hank Rhon tiene todo a su favor. En especial, el escandaloso desgaste del panismo en el poder estatal, luego de cuatro periodos consecutivos con la gubernatura en sus manos, gracias a la inaugural cesión de 1989 como parte del pago político para “legitimar” de facto a Carlos Salinas. Después del arranque presuntamente épico de Ernesto Ruffo, el PAN colocó a los tres siguientes mandatarios estatales: Héctor Terán Terán, Eugenio Elorduy y José Guadalupe Osuna Millán.



La erosión del panismo llegó en 2010 al extremo de que el PRI ganara las cinco presidencias municipales de la entidad y la mayoría en el Congreso estatal. Es decir, Osuna Millán ha sido un gobernador decorativo, arrinconado, torpemente auxiliado por personajes como Francisco Blake, quien de ser secretario de gobierno de BC fue insólitamente elevado por Felipe Calderón a la Secretaría de Gobernación federal, desde donde hoy sería la principal carta panista a la sucesión de no haber fallecido en un oscuro accidente de helicóptero. Otro secretario de gobierno fue Cuauhtémoc Cardona, quien ya busca ser candidato panista a la sucesión. Al respecto, son célebres las acusaciones del general en jefe de la zona militar, Alfonso Duarte, quien dijo que Cardona era “borracho, irrespetuoso y grosero”.



En contraparte, Jorge Hank ha aparecido como un personaje bajo fundadas y constantes acusaciones de cometer múltiples arbitrariedades y presuntos delitos. El rubro de su principal fuente explícita de riqueza, los casinos, está inevitablemente asociado a los pasajes oscuros de la delincuencia organizada. La otra fuente de la prosperidad del hankismo actual es la conversión de los recursos públicos en prosperidad familiar. Y a ello se agrega el estilo directo, rayando en el cinismo, de este Hank Rhon, hermano de otro que en el estado de México ha mantenido firmes relaciones desde los estratos financieros y bancarios con el PRI en general y en especial con Peña Nieto como gobernador y como candidato presidencial.



Por si faltaran algunos ingredientes para su eventual triunfo, Jorge Hank es el dueño del exitoso equipo de futbol de primera división profesional Xoloizcuintles de Tijuana, y acaba de padecer la muerte de su esposa, María Elvia de Amaya, quien había sido exitosa defensora de JH el año pasado durante la detención calderonista que acabó en fracaso.



Pero, en el previsible ascenso de esta segunda versión del hankismo, lo sustancial reside en que esa visión de la política-negocio es la que ha sido impuesta como triunfadora en la política nacional y que, al menos durante el sexenio que tendrá a Enrique Peña Nieto como rostro al frente, esa misma fórmula histórica, acuñada y desarrollada largamente por Carlos Hank González, quien fue regente del Distrito Federal y secretario de agricultura, entre otros cargos, será la divisa política y económica a aplicar: menos política y más administración, como decía Porfirio Díaz; menos política y más negocio, sería el lema del peñanietismo.



La reaparición sonriente del hankismo como método tratará de proveer de “victorias” al costo que sea a este priísmo con pretensiones de sostenerse en el poder durante décadas a partir de la receta ya muy probada (la vez más reciente, en este proceso presidencial pasado) de la compra de comicios mediante el uso imperioso de dinero proveniente de donde fuera, de tal manera que el proceso político-electoral, tal como solía cuando menos representarse en el pasado reciente, será avasallado por los ríos económicos provenientes de las tesorerías estatales, del erario federal, de los programas de desarrollo social, y de los recursos “personales” de los capos regionales confabulados para “garantizar” al costo que sea el triunfo de los candidatos de tres colores (con las excepciones correspondientes a los pagos a aliados serviciales, como al PAN en 1989, como al PRD Chucho en Morelos este año).



Astillas



Fausto Vallejo está decidido a hacerse valer a golpes como gobernador. Se enfrenta a una situación delicada, pues grupos estudiantiles altamente politizados pelean por reivindicaciones diversas mediante métodos como las tomas de edificios escolares, la apropiación de vehículos oficiales y la beligerante protesta pública que en otras ocasiones les han permitido desembocar en arreglos aceptables para ambas partes. Pero Vallejo ha decidido hacer a un lado las estrategias políticas y sustituirlas por el código penal y las fuerzas policiacas. El resultado es alarmante: más de 170 normalistas han sido detenidos; otros, golpeados; vehículos, incendiados, y se vive en Michoacán una tensa expectativa respecto a la capacidad política de ese gobierno de por sí endeble. Las imágenes de jóvenes ensangrentados, y de policías en gozoso ejercicio de la represión impune, enmarcan la frase de diazordacismo desesperado de Vallejo: no habrá tolerancia para grupos radicales. Irónico es, además, que en una entidad tomada bajo control férreo por grupos de narcotraficantes, sin respeto alguno por leyes ni instituciones, el gobernador Vallejo y los empresarios locales invoquen el estado de derecho como algo que debe ser defendido a sangre y fuego pero contra estudiantes de normales rurales... ¡Hasta mañana!



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