Maestros, el pretexto
La presión que no cesa
La solución que no llega
Miguel Ángel Velázquez
U
na vez más las presiones en contra de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, por el plantón de maestros, ahora en el Monumento a la Revolución, se recrudecen, con todas sus mentiras y con todas las afectaciones que les produce el movimiento del magisterio.
Tramposones, algunos de los comerciantes
cerraronsus negocios en protesta por la protesta, a horas en las que no prestan servicio, pero estarán listos a cobrar los dineros que por reparación de daños los otorguen las autoridades, cuando eso suceda.
El caso ya se había visto. En septiembre, unos días antes del 15, los hoteleros aseguraron que estaban perdiendo dinero porque estaban vacíos. No había reservaciones y perdían dinero cotidianamente por la presencia en el Zócalo de los maestros.
No faltaron las llamadas a los principales hoteles del lugar para saber que estaban llenos, y sólo en algún caso se decía, en la recepción, que quedaban algunas habitaciones, porque todo estaba lleno. Este diario publicó entonces, con los nombres de los empleados y de los hoteles, el desmentido al dicho de las organizaciones que pretendían pasar por víctimas del plantón.
Ahora son los restauranteros, apenas 30, que buscan ser el pretexto perfecto para ir arrinconando a los profesores hacía cualquier lugar en el que nadie los vea y nadie los oiga, plan que desde luego mueven otras manos desde varios puntos de la política nacional y local.
Tal vez dentro de algunos días los miembros de la CNTE tengan que salir del Monumento a la Revolución para instalarse en otro punto del DF; tal vez algún jardín de la misma delegación Cuauhtémoc, y si así fuera el triunfo de los que no quieren más protestas en la capital posiblemente se dé, pero eso en nada afectará a la protesta.
La movilización de esa parte del magisterio nada tiene que ver con el lugar donde se ubique su campamento; a fin de cuentas ellos se hacen visibles con sus movilizaciones y no con el lugar donde pernoctan, pero el asunto es que, después de echarlos del Monumento a la Revolución, el siguiente capítulo será impedirles la movilización.
Por enésima vez, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, advierte que su administración no tiene posibilidades de dar respuestas al movimiento magisterial, que se trata de un asunto de carácter federal, en el que cada vez participan habitantes de más entidades del país.
Es curioso, pero sí: ¿dónde está el secretario de Educación?, ¿dónde el de Gobernación? ¿Será cierto que desde el gobierno federal se busca conflictuar, cuando menos, al del DF, y que las soluciones no fluyen para presionar a Mancera con el fin de que saque las macanas a la calle y sea juzgado como represor para siempre?
Por fortuna, el jefe de Gobierno sí sabe lo que sucede en el fondo de la olla política, y rechaza, con toda la carga que eso significa, convertirse en el verdugo de las causas sociales. Ése, él lo sabe, no es su papel ni va con su carácter, así que las macanas seguirán durmiendo el sueño de los justos. Le duela a quien le duela.
De pasadita
El asunto de la Comisión de Derechos Humanos del DF se sigue calentando. En la Asamblea Legislativa muchos se hacen bolas por los intereses que el nombramiento de un nuevo ombudsman toca. Para el gobierno federal, principalmente para el equipo de los chones, es decir, aquellos ligados a la Secretaría de Gobernación, es de vital importancia meter en la comisión local a alguien que les sirva, pero para la gente de la organizaciones sociales, la CDHDF no debe perder su autonomía e independencia.
Lo malo es que en la ALDF todos siguen hechos bolas, y frente a la cantidad de tiradores, casi todos representantes de alguna marca política, las cosas no parecen fáciles. Ya veremos en el descarte quién se queda y de qué lado masca la iguana.
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