martes, 29 de octubre de 2013

Itacate

Xantolo en Tancoco
Cristina Barros y Marco Buenrostro
E
n la Huasteca, como en otras regiones del país, habitan comunidades vitales dedicadas al trabajo. Ahí también hay espacio para el agradecimiento, la petición, la ceremonia y la fiesta. Es el caso de Tancoco en Veracruz, población cercana a la sierra de Olintepec, habitada en parte, por la etnia teenek, que comparte espacio y tradiciones con los nahuas.
Las mujeres teenek suelen usar faldas negras y blusas de colores brillantes, pues son buenas bordadoras, como lo muestran además sus llamativos morrales. En las fiestas y ceremonias, y a veces en los días de mercado, se anudan en el pelo un tocado hecho con cordones de lana teñida.
La naturaleza es pródiga: en las partes altas se pueden encontrar frondosos árboles de chijol, caoba, chicozapote, pucté y cedro rojo. En las laderas hay cultivo de milpa, y en las partes planas se asentaron, desde hace mucho tiempo, la ganadería y huertos en los que se cultivan naranjos. La alimentación de los teenek proviene básicamente de lo que produce la milpa, principalmente maíz, frijol, calabaza, chile y quelites, entre otros.
Las ceremonias y las fiestas suelen animarse con elementos como la música, la danza y los alimentos, junto con ofrendas que dan lugar a diversos rituales; éstos permiten la conexión con lo divino y se graban en la memoria. La población participa en las ceremonias agrícolas que se han vinculado con el calendario cristiano. En los mercados regionales y en la fiesta hay bateas labradas en madera de chijol, pequeños rabeles (violines), las cucharas de guaje para servir café, el piloncillo que proviene de los pequeños trapiches locales.
La música, aunque ha cambiado influida por los migrantes, continúa teniendo el espíritu de los antiguos cantares de la Huasteca y es motivo de identidad, unión y orgullo de los habitantes de la región.
En este contexto, la antropóloga tamaulipeca Amaranta Arcadia Castillo, escribe un artículo dedicado a la memoria de uno de los más distinguidos investigadores del mundo huasteco, el arqueólogo Lorenzo Ochoa, quien recuperó en distintos escritos aspectos de la cosmovisión de los antiguos huastecos y su vínculo con la cultura actual.
Comparte Amaranta con otros colegas la idea de que un platillo puede ser el engranaje de múltiples elementos de un sistema cultural determinado. Las preparaciones tradicionales pueden vincularnos también con los ciclos festivos y productivos, e incluso con la manera en que se organiza la familia en las comunidades para elaborarlos. Para ejemplificar estos conceptos elige un platillo ceremonial: el picón, preparación a la que nos referiremos en un próximo Itacate.

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