martes, 4 de febrero de 2014

Leyes secundarias: aprobación sin discusión

Javier Jiménez Espriú
E
n estos días, las propuestas de leyes secundarias de las reformas de telecomunicaciones y energética serán recibidas por la cámara de origen, cualquiera que ésta sea, para su discusión, análisis y, en su caso, aprobación, asunto de trámite, ya que las tales leyes serán enviadas por el Ejecutivo de la Unión –o de la desunión– con la jubilosa aprobación de los organismos internacionales –Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, OCDE, etcétera– y con la felicitación entusiasta del presidente estadunidense, Barack Obama, de algunos empresarios mexicanos a quienes les caerán negocios rápidos y espectaculares y de los directivos de las trasnacionales de la energía, empresas filantrópicas que sin la necesidad de que les entreguemos ni una gota de nuestro petróleo ni un centavo de la renta petrolera, como dicen el Presidente y las autoridades del sector energético de nuestro país, vendrán a ayudarnos a hacer lo que el Presidente, tocado y trastocado por el síndrome de la Malinche, cree que los mexicanos no podemos hacer por nuestra cuenta.
Una de ellas, cuando menos, será enviada como iniciativa preferente, lo que quiere decir que la cámara que la reciba tendrá 30 días para aprobarla y enviarla a la otra, la que igualmente en 30 días deberá devolverla al Presidente para su promulgación. Urge –les urge– que esto quede arreglado en el nuevo periodo de sesiones porque quieren, desde luego, apresurarse a entregar –o firmar los contratos– lo más posible, lo antes posible.
Parecería que el tiempo es corto para las discusiones de asuntos tan delicados y complejos, pero no es el caso. Hay que recordar en cuánto tiempo despacharon la iniciativa de reformas de la Constitución –aun a costa de artículos transitorios que van en contra del espíritu y la letra de la propia Carta Magna, pecado menor– y en cuánto tiempo –horas o minutos– los congresos locales dieron la bendición a la reforma de marras.
Por otra parte, resulta lógico y pragmático, porque qué objeto tiene una discusión en los congresos, entre diputados y senadores que no tienen la menor idea del asunto de que se trata –con excepciones que se pueden contar con los dedos de una mano mocha– y que no están dispuestos a escuchar a los que saben del asunto, como sucedió en la propia confección de las iniciativas. Sería interesante conocer los nombres de los expertos que participaron en ella. ¿Alguien los conoce y se atrevería a mencionar el nombre de alguno, aunque sea en inglés?
Pero la aprobación está garantizada, porque aunque de todos es sabido quenuestros representantes no están preparados, todos sabemos que estánprepagados. Y seguramente, en este caso, el bono por sus eminentes servicios a la patria, será generoso.
Si en una decisión como la que se debe tomar en el Congreso, en cualquiera de las cámaras, se requiriera que los integrantes presentaran un voto razonado, no se lograría ni mayoría simple. Ganaría sin duda la abstención –por incapacidad de razonar el voto– o no habría sesión por falta de quórum, por la ausencia de quienes prefirieran una falta que exponerse al ridículo de la ignorancia o a caer en lo que un amigo ha calificado de ataque a las vías generales de comunicación…neuronal.
Aunque, pensándolo en detalle, sí deberá tomar tiempo revisar cuidadosamente si las leyes a aprobar quedan suficientemente blindadas contra acciones antipatrióticas y subversivas como el amparo, la controversia constitucional o la consulta popular, y dejar claro, por ejemplo, que la reforma constitucional es un asunto de ingresos –eso dicen, aunque usted no lo crea– que no debe quedar a juicio de la plebe o la prole, como la llaman en familia.
Veremos nuevamente el desempeño de nuestros representantes para hipotecar el futuro de México, entregar a otros, no sólo parte del patrimonio nacional y de la renta petrolera, sino la seguridad energética de la nación, que es sinónimo de seguridad nacional y con ello parte sustantiva de nuestra soberanía. Lo que he llamado en otras ocasiones: la muestra de sometimiento, de subordinación, de sumisión, de servilismo, de abyección, al que están sujetos quienes prefieren la comodidad de la servidumbre recompensada, a la lucha por la libertad de manifestación y de conciencia y a la defensa de los intereses nacionales.
Falta poco para saber cómo y quiénes darán su voto para consumar este nuevo atraco en contra de todos los mexicanos. Estaremos pendientes de su proceder, porque lo que está en juego es del pueblo y ellos son, teóricamente, los representantes populares.

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